Capítulo 26- Anneliese

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Noviembre

El sonido de la ciudad se filtraba a través de las ventanas cerradas, pero dentro de la habitación solo reinaba el silencio. Estaba sentada en el borde de la cama, mirando sin ver la taza de té frío que sostenía en mis manos. El vapor había dejado de salir hacía mucho, igual que yo había dejado de sentir cualquier calidez desde que me fui. Era la decisión correcta, eso lo sabía. Lo había hecho por Tony. Por su seguridad. Pero ahora, envuelta en esta soledad, no estaba segura de sí podría soportarlo.

Los días desde ese desayuno habían pasado como un borrón, y cada minuto me sentía más vacía. Desde el momento en que anuncié que me iba, una parte de mí se apagó. Tony parecía no poder hablar, solo me miraba en busca de respuestas después de que Lucy explicara nuestra decisión. Y yo... no fui capaz de mirarlo. No podía soportar ver el dolor en sus ojos, el mismo dolor que sentía en lo más profundo de mi ser.

La habitación que Lucy y yo habíamos alquilado en Londres era pequeña, apenas suficiente para las dos. Era funcional, limpia, pero terriblemente impersonal. No se parecía en nada a la casa de Portland Row, con su historia, sus paredes llenas de recuerdos y sus libros desordenados. Aquí no había nada que me atara, y tal vez eso era lo que más me dolía. Porque yo también había dejado todo atrás. Había dejado a Tony atrás.

"Lo matarás..." Las palabras del doble seguían resonando en mi cabeza, como un eco imposible de acallar. Cada vez que cerraba los ojos, las oía, claras, implacables. "Tú... lo matarás." Había visto tantas cosas en ese túnel, cosas que no sabía si eran reales o simples proyecciones de mi propio miedo. Pero esa frase me había marcado, se había instalado como una sombra en mi mente, imposible de sacudir. Y luego, lo que Tony me había dicho cuando me encontró: "Sabes que moriría por ti."

Esas palabras dolían más de lo que podía soportar. Moriría por ti. No podía permitir que eso sucediera. No podía ser la causa de su muerte, no podía dejar que mi poder, este don maldito, terminara destruyéndolo. Y sin embargo, me preguntaba constantemente si ya lo había hecho, si al irme lo había destruido de otra manera. Él era mi mundo, y había decidido apartarme de él para protegerlo. Pero ahora, sentada en esta habitación fría y vacía, me preguntaba si realmente lo había hecho por él... o por mí. Porque mi miedo a perderlo era tan grande que me había obligado a perderlo antes de tiempo.

—Ann... —La voz suave de Lucy rompió el silencio. Estaba de pie en la puerta, observándome con una preocupación que había ido en aumento cada día que pasaba. No sabía cuánto tiempo llevaba ahí, pero no me sorprendía. Lucy siempre había sido más observadora de lo que la gente pensaba—. Tienes que comer algo. No te he visto tocar nada desde el desayuno.

El desayuno tampoco lo toco. —dijo Skully

Los miré, pero no respondí. No podía. Las palabras se quedaban atrapadas en mi garganta, como si cualquier cosa que dijera fuera una traición a todo lo que había dejado atrás. ¿Cómo podía explicarle lo que sentía, cuando ni yo misma podía entenderlo?

Lucy entró en la habitación y se sentó junto a mí en la cama. Podía sentir su preocupación, pero también su frustración. Sabía que estaba intentando ayudarme, pero también sabía que no tenía todas las respuestas. Ella, de todas las personas, entendía lo que era lidiar con poderes incontrolables. Aún así, esto era diferente. Mi poder no solo era incontrolable... era peligroso. Lo había sentido en los grandes almacenes, cuando toda mi rabia había alimentado al poltergeist. Lo había sentido en la cárcel subterránea, cuando los visitantes habían jugado con mi mente, controlándome en lugar de yo controlarlos. Y lo había sentido en ese túnel, cuando el doble de Tony me había dicho que yo sería su fin.

—Sé que estás pensando en Lockwood —dijo Lucy suavemente—. Lo sé porque yo también estoy preocupada por él, por todos. Pero más que por los chicos, estoy preocupada por ti. Esto no es lo que querías, Ann, y lo sabes. Te fuiste porque pensabas que era lo mejor, pero... mírate. Esto no está bien.

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