Capítulo 42-Anneliese

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Tony me tomó de la mano y me llevó hacia la puerta de casa, pero antes de que pudiera darme cuenta de lo que tramaba, sus manos cubrieron mis ojos.

—Tony, ¿qué haces? —pregunté, riendo un poco, pero con el corazón acelerado.

—Confía en mí —respondió, en ese tono suave y travieso que tanto me desarmaba.

—Ya sabes que no me gustan mucho las sorpresas... —insistí, mientras él me guiaba con cuidado por los pasillos de la casa. Podía escuchar el crujido familiar de la madera bajo nuestros pies y sentir el aire aún fresco en mi piel.

—Sí, sí, lo sé. —Su voz sonaba tranquila, segura—. Pero esta vez es diferente.

—¿Diferente cómo? —No podía evitar preguntar. Yo, que siempre quería saberlo todo, odiaba que me dejaran en la oscuridad—. Y, ¿recuerdas que, si quisiera, podría meterme en tu mente y averiguar qué tramas? —le dije en tono de broma, aunque con un ligero toque de advertencia.

Tony soltó una pequeña risa, deteniéndose un segundo antes de contestar.

—Lo sé. Pero sé que no lo harías. No harías trampa porque... —se inclinó para susurrarme en el oído— tu querido novio ha puesto mucho esfuerzo en organizar esto a escondidas.

Sonreí, aunque no podía verlo, y sentí mi corazón acelerarse al escuchar la palabra "novio" de sus labios. Después de todo aun no me acostumbraba a la facilidad con la que Tony lo decía, con una naturalidad que, me hacía sentir segura y querida.

Caminamos un poco más y, finalmente, nos detuvimos.

—¿Ya llegamos? —pregunté, con un poco de ansiedad.

—Casi... —murmuró él, y sentí que sus manos se retiraban lentamente de mis ojos. Al abrirlos, me encontré en la biblioteca, pero no estaba vacía. No, al contrario.

Frente a mí, estaban George, Lucy, Holly, Quill y Flo, todos sonriendo. Justo en el momento en que mis ojos se ajustaron a la luz, todos gritaron a la vez:

—¡Feliz cumpleaños!

Me quedé congelada por un instante. ¿Mi cumpleaños? En serio, no me había dado cuenta del día que era. Entre los casos, las complicaciones con Skully, todo lo que había pasado... se me había olvidado completamente.

George, siempre tan observador, fue el primero en hablar.

—¿Cómo te olvidas de tu propio cumpleaños, Ann? —preguntó con una mezcla de incredulidad y burla, cruzando los brazos mientras me miraba con ese aire de hermano mayor que siempre me hacía sentir pequeña.

—No es que me haya olvidado exactamente... —intenté excusarme, pero mis palabras sonaban débiles incluso para mí—. Es solo que con todo el lío de los últimos días... ya sabéis, los fantasmas, el ataque, todo... bueno, digamos que me distraje.

Lucy se acercó con una sonrisa juguetona.

—Esa no es una excusa válida, Ann —dijo, dándome un pequeño empujón en el brazo—. Pero por suerte, tienes amigos que no se olvidan de las cosas importantes.

Justo en ese momento, Quill, con su habitual seguridad, se abrió paso entre los demás. Antes de que pudiera reaccionar, me envolvió en un abrazo. Fue tan natural, tan cálido, que no pude evitar sonreír mientras sentía sus brazos a mi alrededor. Sin embargo, escuché a Tony carraspear a mi lado, un gesto sutil pero lo suficientemente obvio como para que Kipps entendiera el mensaje. Se apartó un poco, pero me miró con esa sonrisa encantadora que siempre lo acompañaba.

—Tenemos que hablar, lo siento por no haberte llamado... —le dije, sabiendo que había muchas cosas entre nosotros que necesitaban ser aclaradas. Pero antes de que pudiera continuar, él levantó una mano, deteniéndome.

Secretos del UmbralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora