Capítulo 16-Anneliese

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La noche avanzaba con su habitual cronograma, como una representación repetida en la que todos conocíamos nuestros papeles y movimientos al detalle. La atmósfera de la casa, aunque inmóvil, parecía corroerse lentamente con el paso de las horas, como si la misma esencia del lugar se fuera desmoronando ante nosotros, volviéndose más débil y frágil. Era como si el hogar, se desvaneciera poco a poco en la sombra, como una familia noble que pierde su esplendor con cada nueva generación, quedando atrapada en una espiral de decadencia y locura. Podía sentir el frío colándose por las paredes, un aire húmedo que se pegaba a mi piel, anunciando las sensaciones desagradables que pronto llegarían.

Todo transcurría exactamente igual que la noche anterior. Demasiado igual, pensé. Una rutina cargada de ansiedad y tensión, como si el lugar se burlara de nosotros, repitiendo los mismos eventos, las mismas señales, los mismos escalofríos en la piel. Mantuve la cabeza baja, masqué chicle con lentitud, saboreando el sabor mentolado que apenas conseguía mantenerme alerta. Frente a mí, un libro permanecía abierto, pero no pasaba de las mismas páginas, mi mente estaba anclada en lo que sabía que estaba a punto de suceder.

El reloj dio las doce, su campanada resonando con un eco profundo y resonante, como un presagio en la penumbra. Sentí un temblor sutil bajo mis pies, como si las puertas entre los dos mundos se abrieran una vez más, dejando paso a esas presencias que eran tan familiares y a la vez tan inquietantes. No tardaron en llegar.

Me quedé quieta, aguardando el momento preciso. Escuchaba. Solo recogí el estoque y me puse en pie cuando el estruendo proveniente del sótano me avisó de que el farol de Tony había caído al suelo. Esa señal era inconfundible, el farol girando con un ruido metálico, y su luz parpadeando antes de apagarse. El sonido del cristal roto contra el cemento reverberó a través de la escalera, llenando la casa de un silencio absoluto, como si todo el aire hubiese sido succionado.

Esperé, conteniendo la respiración, preparándome para lo que sabía que iba a suceder. La oscuridad descendió con fuerza sobre el edificio, recorriendo las escaleras como una sombra tangible, cubriéndolo todo en su camino. Sentí el frío invadiendo mis huesos, esa clase de frío que no solo proviene del ambiente, sino que parece salir de lo más profundo de la tierra.

De repente, las velas en la planta inferior se apagaron una tras otra, tan rápido como un pestañeo. Oscuridad, oscuridad, oscuridad... Me quedé paralizada por un segundo, atrapada en el terror de lo inevitable. Oí el ruido sutil de los pasos, el arrastrar de pies que subía lentamente por las escaleras. Las figuras ascendían, arrastrándose en una procesión macabra. Podía oír el débil jadeo del niño, su respiración agitada, los pasos torpes mientras tropezaba y el monstruoso perseguidor, siempre tras él, alargando sus brazos como ramas retorcidas buscando aferrar su objetivo.

Sentí mi estómago apretarse de angustia al escucharlos más cerca, el sonido de sus pisadas, el chirrido agudo de la madera bajo su peso y sus respiraciones entrecortadas. Mis manos se tensaron alrededor del estoque. Los vi llegar al rellano donde yo estaba, el niño parecía más real de lo que había imaginado antes, más tangible, como si pudiera tocarle con solo estirar la mano. Era mayor que Tony, con un rostro pálido, casi traslúcido, con los labios apretados por el miedo.

Por un momento, nuestras miradas se encontraron. Sus ojos, llenos de pavor, parecían mirarme directamente, como si estuviera consciente de mi presencia en este retorcido bucle de su muerte. Sentí una punzada en el pecho, una compasión que no había anticipado. Luego, de repente, se desvaneció. La figura grotesca que lo perseguía se lanzó sobre él justo en el borde de la barandilla. Vi cómo el niño intentaba resistir, un último forcejeo desesperado antes de que ambos cayeran al vacío. El grito del niño, agudo y desgarrador llenó el aire y, en un instante, el rellano se sumió en la oscuridad total.

Secretos del UmbralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora