Capítulo 10- Anneliese

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Poco a poco, las cosas en la agencia de Lockwood & Co. empezaban a volver a la normalidad. Tony se esforzaba por pasar más tiempo de calidad conmigo, asegurándose de que tuviéramos menos casos para gestionar a la vez. Holly había asumido un papel importante filtrando los casos basura y dejándonos solo aquellos que realmente valía la pena investigar. La agencia estaba más organizada, menos caótica, y Tony y yo habíamos vuelto a trabajar juntos en las investigaciones, lo cual era bueno... pero también significaba que había menos oportunidades para experimentar con mi don de manera independiente, ya que Tony y George siempre estaban cerca, vigilándome.

Era una tarde tranquila y estábamos en la cocina, Lucy, el cráneo y yo, disfrutando de una pausa para el té. Lucy estaba sentada frente a mí, jugueteando con las migas de su galleta en su mano, mientras yo empujaba la mía hacia ella con la excusa de que no tenía apetito.

—Vamos, Lucy, te puedes quedar con esta. —Intenté sonar casual, aunque sabía que no se me daba muy bien.

El cráneo, desde su estante, soltó una carcajada burlona.

—¡Oh, claro, nada como la generosidad de una chica con el estómago hecho un nudo! —se burló, con su tono agudo y provocador de siempre.

Cállatele dije.

En ese momento Holly pasó por la puerta, de camino al almacén, y dio un pequeño respingo al ver el cráneo. No era raro; muchos se sentían incómodos con la visión de la calavera. Yo solté un suspiro y me giré hacia él.

—¿De verdad es necesario que asustes a Holly cada vez que pasa por aquí? —lo regañé.

Lucy se rió, disfrutando del pequeño caos que había causado.

—Vamos, Ann, deja que se entretenga un poco. No tiene mucho más que hacer, ¿verdad? —dijo con una sonrisa torcida.

El cráneo se unió a su risa.

Esta es de las pocas veces en que coincidimos, querida Lucy —dijo el cráneo con una satisfacción siniestra.

Fruncí el ceño, molesta. No entendía por qué siempre había tanta animosidad hacia Holly. Así que, decidí enfrentarlos.

—¿Qué problema tenéis vosotros con Holly, eh? —pregunté, mirando tanto a Lucy como al cráneo—. Enteraos, Holly Munro forma parte del equipo y tenéis que tratarla con respeto.

El cráneo soltó una risa desagradable.

Igual que tú, ¿no?

La calavera me miró con esos ojos huecos que siempre parecían burlarse de mí. Sus dientes se alargaban y encajaban como los dientes de una cremallera, y tuve que contenerme para no lanzar la cuchara de mi té contra él.

—Yo no tengo ningún problema con Holly —respondí con firmeza, aunque quizás un poco demasiado rápido.

El cráneo soltó otra risa, esta vez más sardónica.

—¡Tenía que hablar la reina de la verdad! —exclamó—. He soltado trolas en mi época, pero esto sí que es fuerte. No la soportas.

Lucy asintió lentamente, su sonrisa transformándose en una expresión de seriedad.

—Razón no le falta —dijo con voz tranquila.

Sentí cómo mis mejillas se ruborizaban ligeramente. Me forcé a calmarme.

—De verdad te vas a aliar con él.

Lucy se encogió de hombros.

Algún día tenía que pasar.

Bueno, eso es exagerarlo un poco —admití—. Puede que no seamos super amigas, pero es que... es demasiado mandona, pero...

Secretos del UmbralDonde viven las historias. Descúbrelo ahora