𝐸𝓍𝓉𝓇𝒶𝓈

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Sentí un movimiento a mi lado, lo que me hizo despertar de mi profundo sueño

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Sentí un movimiento a mi lado, lo que me hizo despertar de mi profundo sueño. Abrí los ojos lentamente, encontrándome en la penumbra de la habitación. Miré hacia el origen del movimiento y vi a killian sentado a mi lado en una silla, observándome con una expresión preocupada.

—¿Te desperté? —preguntó en voz baja, notando mi despertar.

—No te preocupes, ya era hora de que me levantara —respondí, incorporándome en la cama. Sentí un ligero mareo que traté de ignorar—¿Qué hora es?

—Más de mediodía—respondió.

—¡¿Qué?! — exclamé, sobresaltada, levantándome con rapidez para arreglarme. No podía creer que había dormido tanto tiempo. Hoy tenía mucho papeleo que hacer, además de ir a visitar a mis padres—tengo mucho papeleo y aún no he comenzado, ¿porque no me despertaste?

—Pensé que necesitabas descansar, estos días has estado muy cansada—respondió de forma tranquila — ya he hecho tu trabajo para que puedas descansar lucecita— dijo mientras me daba un abrazo por la espalda apoyando su cabeza en mi hombro.

—Eres el mejor esposo, ¿lo sabías? —dije, mientras me daba la vuelta para estar cara a cara.

—Y tú eres la mejor esposa que podría tener —respondió con una sonrisa pícara, dejando entrever un brillo travieso en sus ojos.

Me quedé mirándolo intrigada, preguntándome qué tendría en mente. El pelinegro me tomó de la mano y me atrajo más hacia él.

—Pensé que quizás podríamos hacer algo para relajarnos un poco antes de que vayas a visitar a tus padres—sugirió, jugueteando con mi cabello.

—¿Algo como qué? —pregunté siguiéndole el juego.

Killian me miró con una expresión de complicidad y se inclinó hacia mí, rozando suavemente mis labios con los suyos.

—Algo como esto —susurró, antes de besarme con pasión.

Me dejé llevar por el beso, disfrutando de la sensación de cercanía y amor compartido. Sus manos se deslizaron suavemente por mi espalda, haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo.

Sentí cómo la intensidad del beso aumentaba, y Killian me empujó suavemente hacia la cama, haciéndome recostarme nuevamente. Su cuerpo se acomodó sobre el mío, y podía sentir el calor y la firmeza de su presencia. Sus labios se movieron desde mis labios hacia mi cuello, dejando un rastro de besos ardientes que hicieron que mi piel se erizara.

—Killian... —murmuré, entrelazando mis dedos en su cabello oscuro, tirando suavemente para acercarlo más a mí.

Él levantó la cabeza y me miró con esos ojos llenos de deseo y ternura.

—Lucecita, quiero hacerte sentir bien...

—Lucecita, quiero hacerte sentir bien

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El Encanto PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora