𝓔𝓵 𝓯𝓲𝓷𝓪𝓵 𝓺𝓾𝓮 𝓭𝓮𝓫𝓲ó 𝓼𝓮𝓻 𝓯𝓮𝓵𝓲𝔃.

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Lejos del ojo humano una casa majestuosa se alzaba entre el espeso bosque, en donde residía lo que se suponía era una familia feliz antes del caos que se avecinaba

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Lejos del ojo humano una casa majestuosa se alzaba entre el espeso bosque, en donde residía lo que se suponía era una familia feliz antes del caos que se avecinaba.

—Kaiser es todo un revoltoso, a diferencia de su hermana—comentó el pelirrojo mientras sostenía a ambos mellizos.

—Sin duda salió a su padre—comente con diversión, sintiendo un pequeño mareo que me hizo decidir recostarme.

Aún tenía secuelas del parto; sabía que era difícil lograr que unos mellizos nacieran y más aún que estos siguieran con vida, pero afortunadamente habían nacido sanos.

El único inconveniente era lo débil que me encontraba, llegando al punto de considerar tener una niñera para los bebés.

Einar asintió con una sonrisa, entendiendo mi preocupación. Depositó suavemente a los mellizos en sus cunas y se acercó para ayudarme a acomodarme mejor.

— Deberíamos considerarlo. Sé que quieres ocuparte de todo, pero también necesitas descansar para recuperarte por completo —dijo con cariño, acariciando mi mejilla.

— Lo sé. Es solo que... me siento culpable de no poder manejar todo por mí misma ¿Qué sucede si sigo así y ellos tienen que crecer con otra mujer como mi sustituto? —confesé, sintiendo un nudo en la garganta,él me abrazó con ternura.

— No tienes porqué sentirte así, el médico ya mencionó que pronto estarás mejor. Tu siempre serás su madre —me aseguró, besando suavemente mi frente.

— Ella es Willow Vetone, la mejor en lo que respecta al cuidado de los niños —presentó Clarissa con una sonrisa a la mujer pelinegra

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— Ella es Willow Vetone, la mejor en lo que respecta al cuidado de los niños —presentó Clarissa con una sonrisa a la mujer pelinegra.

Sus ojos negros rasgados me miraron con atención.

Había algo en su mirada que no me daba confianza, pero no lograba descifrar el que.

— Es un placer para mí el por fin conocer a la señora Valencia—Asentí con una sonrisa forzada, tratando de ignorar mi incomodidad. Era importante para mí que mis hijos estuvieran bien cuidados, y la mujer frente a mí parecía competente, pero algo en ella me ponía en alerta.

El Encanto PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora