Al día siguiente me encontraba en el auto junto a kaiser, papá me llevaba al hospital para retirarme el yeso, ya que "alguien" había hecho una prueba para ver si podía acelerar esto.
—Todo esto es tu culpa —recrimine mientras miraba los árboles pasar.
—¿Mi culpa? Si estoy haciendo que te quiten el molesto yeso —contestó—tú eras la que se la pasó quejando toda la semana por la picazón—.
—¡Claro que me quejaba, tenía comezón y era incómodo! Pero eso no significa que puedas aplicar magia sin mi permiso. ¿Qué tal si algo hubiera salido mal? —replique.
Kaiser se encogió de hombros y miró por la ventana con desinterés.
—No salió mal, ¿verdad? Además, solo quería ayudar. No tienes que ser tan dramática al respecto —respondió.
—ya llegamos, dejen de discutir—intervino papá.
Mire a kaiser el cual solo me saco la lengua así que hice la seña sobre mi cuello de que le daría de baja de la vida. Salimos del auto y entramos al hospital, donde nos dirigimos a la sala de espera para mi cita.
Después de un breve tiempo, llegó mi turno, al entrar al consultorio el doctor me pidió que me quitara la sudadera que traía puesta.
Al quitarme la sudadera y quedarme en una camisa blanca muy ligera, noté que todas las miradas se posaban en mi cuello. Confundida, me miré en un espejo pequeño que estaba en el escritorio y descubrí que tenía varios chupetones los cuales bajaban hasta mi pecho.
"maldita seas killian" comunique por el link.
Oh no, No sabía qué decir. Miré a Káiser, quien parecía querer matar a alguien en ese momento. Papá me miraba con una mirada interrogante.
—Bueno, parece que alguien ha estado bastante ocupado. ¿Alguna idea de cómo aparecieron estas marcas? —interrumpió el doctor.
—fueron los mosquitos —dije, tratando de sonar convincente. Papá me miró con una ceja levantada, claramente incrédulo, pero no dijo nada.
El doctor terminó la revisión y procedió a retirar el yeso. Sentí alivio al finalmente liberar mi brazo de esa molesta carga. Una vez que terminó, me indicó algunos ejercicios de rehabilitación que debía realizar para recuperar la fuerza y la movilidad en mi brazo.
Salimos del consultorio y nos dirigimos hacia la salida del hospital.
—¿así que mosquitos? —habló papá mirándome.
—Sí, así es. Deben de haber sido unos mosquitos bastante voraces —respondí, tratando de mantener la calma.
—Voy a patearle el trasero a ese maldito—dijo káiser.
Le di un golpe con mi codo como advertencia, aunque a lo que él ignoró.
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El Encanto Perdido
LobisomemEn el seno de la prestigiosa familia de hechiceros Valencia, Nació un par de mellizos los cuales en sus venas fluía la antigua magia ancestral. Sin embargo, la felicidad efímera de los Valencia se ve truncada cuando una bruja malvada, envidiosa de s...