Estábamos sentados bajo el gran árbol, Killian recostado en mi regazo mientras yo leía un libro. El ambiente era tranquilo, pero había algo en su mirada que indicaba que tenía algo en mente.
—Escuché por ahí que tuviste una audiencia —dijo finalmente, rompiendo el silencio que nos rodeaba.
Levanté la mirada del libro y lo miré, notando su expresión curiosa.
—Sí, fueron unos dulces —conteste con sarcasmo, él solo rió dejando ver sus hoyuelos.
—Me imagino. La última vez que hablé con uno de ellos no fue la mejor experiencia.
Cerré el libro y suspiré, recordando que aún tenía entrenamiento y aunque ya había mejorado de gran manera el abuelo me exigía más y más.
—no quiero ir—murmure mientras Me dejaba caer hacia atrás, mirando las hojas del árbol moverse con la brisa.
Este lugar parece que se detuvo en el tiempo por la usencia de la nieve que rodeaba a la isla
—Sé que es difícil, lottie. Pero pronto terminará, Además... — la voz de Killian se desvaneció repentinamente, como si se alejara en la distancia.
Abrí los ojos, parpadeando confusa. El entorno había cambiado por completo. Ya no estaba bajo el gran árbol con Killian, sino en un vasto salón, los techos estaban pintados de cielos azules y nubes esponjosas. Pero lo más sorprendente era la cantidad de árboles que llenaban el lugar, todos cargados de flores violetas y rosas.
Me levanté rápidamente, sintiendo una mezcla de confusión y aprensión. Los espejos dorados que cubrían las paredes reflejaban la escena surrealista a mi alrededor. Los candelabros de cristal colgaban del techo, esparciendo una luz suave y cálida por todo el espacio.
—¿Killian? —llamé, mi voz resonando en el vasto salón. No hubo respuesta.
Solo un camino claro se extendía ante mí, iluminado por lámparas de hierro forjado con velas encendidas. Los pétalos caían suavemente de las ramas de los árboles.
¿Dónde estoy?
—¿Hola? ¿Hay alguien aquí? —grité, esperando alguna respuesta.
El silencio fue mi única contestación. Con una mezcla de curiosidad y aprehensión, decidí seguir el camino señalado por las lámparas. Cada paso hacía crujir los pétalos bajo mis pies
—No recuerdo haber hecho algo para llegar aquí, ¿ahora como vuelvo? — murmure para mí misma.
—Solo visualízate en donde quieras regresar y estarás ahí —dijo una voz que provenía detrás mío.
Me giré rápidamente hacia la dirección de la voz, encontrándome con una niña pequeña, no mayor de siete años, con rizos dorados y grandes ojos azules que brillaban con una sabiduría sorprendente para alguien de su edad.
ESTÁS LEYENDO
El Encanto Perdido
WerewolfEn el seno de la prestigiosa familia de hechiceros Valencia, Nació un par de mellizos los cuales en sus venas fluía la antigua magia ancestral. Sin embargo, la felicidad efímera de los Valencia se ve truncada cuando una bruja malvada, envidiosa de s...