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Llegamos a la villa en silencio, después de pasar la noche en la playa. Todos estábamos algo cansados, y apenas entramos, cada uno se fue directo a cambiarse. Me puse la pijama, una camiseta suelta y unos shorts, mientras escuchaba el murmullo de Franchesca, Sasha y Kylie abajo, debatiendo sobre qué pedir para cenar.

—¿Qué les parece si pedimos una pizza? —sugirió Kylie, siempre la primera en pensar en comida.

—¡Sí, pizza suena perfecto! —respondió Franchesca, tirándose en el sofá.

—Yo creo que voy a pasar —dije desde las escaleras—. Estoy muy cansada, mejor me voy a dormir.

Sin esperar respuesta, subí rápidamente las escaleras y entré a la habitación. Me tiré en la cama, arropándome con las sábanas. Sentía el frío de la noche colarse por la ventana, así que me acurruqué, cerrando los ojos. No estaba realmente dormida, solo descansando, dejando que los pensamientos fluyeran en mi mente.

No sé cuánto tiempo pasó, pero sentí la puerta abrirse suavemente. No hacía falta mirar para saber quién era. El ruido de sus pasos, esa presencia... Richard.

—¿Qué haces? —pregunté, sin abrir los ojos, pero sintiendo cómo se acercaba a la cama.

—Dormiremos juntos —respondió él, como si fuera lo más natural del mundo.

Lo siguiente que sentí fue el peso de su cuerpo en la cama, el calor que emanaba de él. Se deslizó debajo de las sábanas y, casi sin pensarlo, pasé una pierna sobre las suyas, acercándome más. Mis brazos se envolvieron alrededor de su cuello mientras él se acurrucaba contra mí, buscando refugio en el frío de la habitación.

Su respiración era suave, tranquila, pero el roce de su piel contra la mía encendía algo dentro de mí. Podía sentir su mano posarse sobre mi cintura, trazando círculos lentos y suaves, y aunque mi cuerpo reaccionaba, había algo más en ese contacto. Algo que nos conectaba de una manera profunda y silenciosa.

—¿Te gusta lo que estás tocando? - pregunté en un jadeo juguetón.

-Todo asintió mientras besaba y lamía mi piel con ansias-. Esto...-Dio otro apretón a mi cuello-_Eso...

—Baió de nuevo para también apretujar mi nalga— Esto... -Volvió a apretar mi pecho-Esto...

-Elevó la mano para buscar mi boca con sus dedos y acariciarla- Y esto...

Después bajo y Sus dedos frotaron mi zona íntima con posesividad.

—Me gusta todo de ti —respondió él, su voz baja, casi un murmullo, mientras continuaba acariciando mi cintura.

El contacto era intenso, pero no había prisa. Su mano no bajaba más allá de lo necesario, solo mantenía ese toque, esa cercanía que hacía que el aire en la habitación se sintiera más pesado. Su frente rozaba la mía, y nuestras respiraciones se mezclaban en la oscuridad.

—Richard... —susurré, sin saber realmente qué decir.

No necesitábamos palabras. Solo estábamos ahí, disfrutando del momento, del calor que compartíamos. Sentí cómo sus dedos se movían lentamente por mi espalda, subiendo hacia mi cuello, como si quisiera memorizar cada parte de mí. Y yo, sin decir nada, solo cerré los ojos y dejé que el silencio hablara por nosotros.

Nos quedamos así, abrazados, con el latido de nuestros corazones marcando el ritmo de la noche. Sabía que había mucho por resolver, muchas preguntas sin respuestas, pero en ese momento, bajo las sábanas, nada más importaba.

Corto pero con cariño

El esposo de mi hermana - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora