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Era una de esas noches en las que todo parecía estar en su lugar, pero yo no lograba encontrar la paz. Me senté en la ventana, mirando hacia la calle vacía, mientras las luces de los autos pasaban rápidamente, como si todo el mundo tuviera prisa por ir a algún lugar, pero yo me quedaba atrapada en mis propios pensamientos.

La situación con Coraline me tenía completamente desbordada. Cada día que pasaba, me daba cuenta de que todo lo que había creído conocer estaba siendo destruido. Había encontrado pruebas de cosas que jamás imaginé: su implicación en asuntos turbios, los secretos oscuros que había guardado por tanto tiempo. Sabía que había llegado el momento de decidir qué hacer con esa información.

Mi mente daba vueltas. Decir la verdad podría arruinar a la familia, pero callar significaba permitir que todo siguiera en pie, como si nada estuviera mal. Si lo que Coraline hacía se descubría, todo lo que conocíamos se desmoronaría, y no solo el bufete familiar, sino también las relaciones que habían tomado años en construirse. Pero la verdad me carcomía, y no sabía qué hacer con ella.

De repente, el sonido de la puerta me sacó de mis pensamientos. Miré el reloj: era tarde, pero no lo suficientemente tarde como para sorprenderme de que alguien estuviera tocando la puerta. Fui a abrir y me encontré con Richard, con una expresión de cansancio en su rostro, como si llevara días sin dormir.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté, un poco sorprendida, pero aliviada de ver una cara familiar.

—¿Puedo entrar? —respondió con una sonrisa tímida.

Lo dejé pasar, y cuando entró, la tensión entre nosotros aumentó. Sabía que había algo entre nosotros, aunque ninguno de los dos lo había dicho en voz alta. Habíamos tenido momentos juntos, pero siempre en un contexto de conflicto, y esa confusión lo hacía aún más difícil.

—¿Tú también tienes problemas para dormir? —le pregunté, tratando de aliviar un poco el aire denso que había entre nosotros.

—Sí, no he podido dejar de pensar en todo lo que está pasando —dijo, mirando hacia el suelo, sin atreverse a mirarme directamente a los ojos.

Me quedé quieta por un momento, midiendo sus palabras, porque en ese instante me di cuenta de que había mucho más en juego de lo que pensaba. Coraline, la familia, las mentiras... y, por supuesto, nosotros.

—No sé qué hacer —le confesé, sintiendo cómo la ansiedad se apoderaba de mí. —Tengo información que podría destruirlo todo. Coraline... está involucrada en cosas ilegales, y no sé si debo decirlo. Si lo hago, todo se vendría abajo, pero si no lo hago, entonces estoy permitiendo que esto continúe.

Richard levantó la mirada, sus ojos fijos en los míos, y sentí que él comprendía la gravedad de la situación.

—Lo sé —dijo en voz baja, con una seriedad que me sorprendió. —Yo también tengo mis dudas sobre lo que está pasando. Pero... ¿estás lista para asumir las consecuencias de esa decisión?

Me quedé en silencio, considerando sus palabras. Sabía que no podía escapar de la verdad, pero tampoco quería ser la responsable de que todo se desmoronara. La vida que conocía, el trabajo en el bufete, mi familia... todo podría desaparecer si revelaba lo que sabía.

—No sé si soy capaz de manejar todo esto sola —le respondí, mi voz temblando ligeramente. —Me siento atrapada, Richard. No sé si quiero seguir en este juego, pero no quiero perder lo que me queda.

Hubo un largo silencio entre nosotros, en el que pude escuchar cómo mi respiración se volvía más pesada. Richard se acercó un paso, y por primera vez en mucho tiempo, sentí que podía confiar en alguien. Sin embargo, sabía que la decisión que tomara cambiaría todo para siempre.

—Sea lo que sea que decidas, no lo harás sola —dijo, poniendo una mano en mi hombro, de manera protectora, pero también llena de una determinación que me hizo sentir que no estaba tan sola como creía.

Al mirar sus ojos, supe que ese era el momento. La decisión estaba en mis manos, y aunque el futuro fuera incierto, al menos no tendría que cargar con el peso de la mentira y el miedo sola.

Me tomé un respiro profundo y asentí.

—Lo haré.

El esposo de mi hermana - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora