El día amaneció nublado, y el aire estaba pesado. Sabía que algo no iba bien. La abuela no había dicho una palabra el día anterior, pero había algo en su mirada, una chispa de determinación que nunca había visto antes. Cuando entró al comedor, me miró fijamente, como si ya tuviera todo planeado.—¡Bri! —gritó, llamándome sin mucha paciencia—. Ven acá, que tenemos que hablar.
La voz de la abuela siempre imponía respeto. Aunque no era tan fuerte como cuando era joven, su mirada lo decía todo. Me acerqué al comedor, donde ya estaba mi tía, que no parecía muy contenta, y Franchesca, que tenía la mirada perdida, casi como si estuviera anticipando lo que venía.
La abuela me miró, sus ojos llenos de gravedad. Podía sentir la tensión en el aire. Sabía que lo que iba a decir cambiaría el rumbo de todo.
—He decidido que ya es hora de formalizar la relación entre Franchesca y Richard —dijo, con una seguridad que no dejaba lugar a dudas—. ¡La boda será dentro de dos semanas!
Franchesca se tensó al instante. Su rostro, que normalmente era tan seguro, estaba lleno de incredulidad.
—Abuela, ¿qué? —preguntó, casi sin creerlo.
La abuela no cedió. Había algo en su voz que decía que no había espacio para discusiones.
—Lo he decidido, Franchesca. La familia necesita estabilidad, y este matrimonio asegurará la posición de nuestro bufete en la sociedad. Además, con todo lo que está pasando, necesitamos cerrar filas.
Richard, que hasta ese momento se había quedado callado, miró a Franchesca con los ojos llenos de incertidumbre. Sabía que esta "relación" era una farsa, pero la presión familiar era mucho más fuerte. Yo no podía dejar de observarlos. Sabía que Franchesca no quería esto. Y lo peor de todo era que no era la única que lo sabía.
—Esto está mal —dije, casi en un susurro, pero lo suficientemente alto como para que Richard y Franchesca lo escucharan. Mis palabras flotaban en el aire.
Franchesca me miró rápidamente, sus ojos reflejaban la misma desesperación que yo sentía.
—Lo sé, Bri —dijo ella, con un tono de voz bajo y angustiado. Luego, se giró hacia la abuela—. Pero, abuela, esto no es justo. Richard y yo no queremos casarnos aún . No podemos hacer esto solo por la apariencia.
—Pues a mi me parece que es lo correcto o es que no estás enamorada?— pregunto con una ceja arqueada
Mi tía intervino, casi como si estuviera buscando justificar la decisión de la abuela.
—Es lo que necesitamos, querida. La familia no puede perder la estabilidad. Todo esto es por el bien de todos —dijo con tono suave, pero firme.
Ya me imagino que la perra de mi abuela la amenazo con algo
Yo me sentí cada vez más incómoda, viendo cómo mi hermana luchaba con una decisión que jamás debió tomarse. Pero era tarde para detenerlo. La boda estaba en marcha, y todo lo que podía hacer era ver cómo nos hundíamos más en la farsa.
Esa noche, después de la tormenta de decisiones, decidí salir a caminar. Estaba agotada de todo lo que estaba pasando, de cómo nos estaban presionando a todos para seguir una imagen. Pero había algo que me mantenía despierta, una sensación extraña. Algo me decía que no podía seguir con esto. No podía quedarme callada mientras todos nos hundíamos en un mar de mentiras.
Durante mi caminata, me encontré con Sasha. Sabía que había algo entre ella y Franchesca, algo que no podían decirle a la familia, algo que estaba siendo sofocado por la misma presión. Pero también sabía que si algo sucedía, si alguien revelaba la verdad, las consecuencias serían graves.
—¿Cómo va todo? —preguntó Sasha, con una sonrisa triste.
—No sé qué hacer —respondí, suspirando. —La boda está a la vuelta de la esquina. La abuela ya tiene todo planeado, y no puedo dejar de pensar en lo que significa todo esto. Esto va a destrozar a Franchesca. Ella no quiere casarse con Richard, y yo tampoco sé si debería quedarme callada.
Sasha me miró con una comprensión silenciosa. Sabía que estaba atrapada, igual que todos nosotros.
—Lo sé, Bri —dijo ella suavemente—. Pero, ¿qué podemos hacer? La abuela tiene todo bajo control. Y no quiero que Franchesca sufra más, pero también me duele verla atrapada en algo que no quiere.
Mi corazón se aceleró al escucharla. Sabía lo que pasaba entre ellas. La tensión entre ellas dos era palpable, pero nunca se atrevían a decirlo abiertamente. Se sentían atrapadas en el mismo mundo, una en su farsa familiar, la otra en su amor prohibido.
—No puedo seguir con esto —dije, mi voz temblorosa. —No puedo seguir callada mientras todos nos hundimos en una mentira. No puedo ver a Franchesca casándose con Richard cuando sé que no está enamorada de él. No lo puedo soportar.
Sasha me miró fijamente, como si esperara una respuesta, pero al mismo tiempo sabía que no había respuesta fácil. La situación era complicada. De repente, una idea absurda pasó por mi mente.
—Y si... —dije lentamente, casi sin darme cuenta—. ¿Y si revelamos todo antes de que sea demasiado tarde? Si le contamos a la abuela la verdad, si confesamos lo que está pasando, tal vez podamos detener la boda.
Sasha se quedó en silencio, como si estuviera sopesando mis palabras. Vi la duda en su rostro. Sabía que no sería fácil. Sabía que las consecuencias serían devastadoras.
—¿Estás dispuesta a arriesgarlo todo? —preguntó con seriedad.
Mi corazón dio un vuelco. ¿Estaba dispuesta a arriesgar la estabilidad familiar? ¿A perderlo todo? ¿A enfrentar las consecuencias de una revelación que podría destruirnos?
La verdad, lo único que tenía claro en ese momento era que no podía quedarme callada. Algo tenía que cambiar, y si no lo hacía yo, nadie lo haría.