Estaba desayunando tranquilita, comiendo mi tazón de frutas con la pijama puesta, literalmente mamando gallo. Esa mañana no tenía ninguna prisa, así que estaba en modo relax total, cuando Richard entró a la sala. Lo vi con su ropa de gimnasio, sudado y relajado, seguramente acababa de entrenar. Sin decir nada, se sentó a mi lado en el sofá, y sin pensarlo mucho, subí mis piernas sobre las suyas.
—¿Qué haces tú tan temprano? —le pregunté mientras me metía una fresa en la boca.
—Entrenando, ya tú sabes, toca mantener el físico —me respondió con una sonrisa.
Empezó a sobarme las piernas, suavecito. Yo, con las piernas recién depiladas, sentía cada roce como si fueran caricias en algodón. Los dos estábamos revisando el celular, sin prestarle mucha atención al otro, cuando Franchesca entró a la sala. Richard se sobresaltó, pero al ver que Fran ni se inmutaba al vernos así, entendió que no había problema mientras ni Coraline ni la abuela estuvieran cerca.
Franchesca se tiró en el sofá al lado, pegada a su celular con TikTok, y yo seguí sintiendo las manos de Richard subiendo despacito por mis muslos. Me estaba poniendo nerviosa, pero de esa forma que me gustaba, como si cada roce me hiciera erizar la piel.
Justo cuando la cosa se estaba poniendo interesante, la puerta se abrió de golpe. Mi abuela entró como una tormenta, y enseguida Richard apartó las manos de mis piernas, yo me senté derechita como si no hubiera pasado nada.
—Vamos a hacer un viaje familiar —anunció, con esa voz de mando que siempre usa, como si no diera opción a discutir.
Nos quedamos en silencio. Mi abuela era de esas que, cuando decía algo, ya estaba decidido, y aunque yo no estaba muy emocionada por un viaje "familiar", sabía que no había forma de escaparse de eso.
—¿Y pa' dónde vamos? —pregunté, como quien pregunta solo por preguntar.
—A Barú —respondió ella, como si fuera lo más obvio—. Ya es hora de hacer un viaje familiar, y un poco de playa nos hará bien a todos.
Levanté las cejas. Barú. No estaba nada mal. Playas, mar, buena comida... mejor que otros lugares a los que nos ha llevado antes.
Franchesca fue la primera en reaccionar.
—¿Puedo llevar a una amiga? —preguntó, sin levantar la vista del celular.
Mi abuela la miró un segundo, con esa cara que pone cuando algo le suena
... raro, pero al final asintió.
—Sí, claro —respondió mi abuela, como si no le importara mucho el asunto.
Aproveché el momento para lanzar mi propia pregunta.
—¿Y yo puedo llevar a alguien también? —dije, tratando de no sonar tan desesperada.
Mi abuela me miró de arriba abajo, con esa mirada suya que parecía analizar cada movimiento. Sabía que me estaba evaluando, como siempre. Después de unos segundos que se sintieron eternos, finalmente asintió.
—Sí, pero espero que sea alguien apropiado —respondió con su típico tono de advertencia.
Franchesca y yo nos miramos, aliviadas de que la abuela no pusiera más trabas. Richard no había dicho ni una palabra durante todo el tiempo, pero noté que estaba disfrutando del espectáculo. Él siempre sabía cuándo quedarse callado y observar.
—Ah, y recuerden una cosa —añadió mi abuela, mirándonos a los tres como si fuéramos soldados a los que estaba dando órdenes—. Este viaje es para la familia. Nada de hacer tonterías ni comportarse mal. Espero que se porten bien.
Yo asentí, aunque por dentro ya estaba pensando en cómo disfrutar del viaje a mi manera. Sabía que "portarse bien" no siempre era mi fuerte, pero tampoco iba a discutir con la abuela.
Cuando mi abuela finalmente salió de la sala, dejé escapar un suspiro que había estado aguantando desde que entró.
—Barú, ¿ah? —dijo Richard, levantando una ceja mientras me miraba con una sonrisa divertida.
—Bueno, al menos es una playa. No suena tan mal —le respondí, volviendo a poner mis piernas sobre las suyas, más relajada.
Franchesca soltó una risita mientras seguía mirando su celular, pero ahora prestándonos más atención.
—Si la cosa se pone aburrida, siempre podemos buscar una excusa para escaparnos un rato —dijo ella, sonriendo de manera cómplice.
Richard me miró con esa sonrisa de lado que siempre me ponía nerviosa. Sus manos volvieron a acariciar mis piernas, esta vez con más confianza.
—Vos sabés que cualquier viaje contigo ya es interesante —dijo en voz baja, mirándome de reojo.
Sentí ese cosquilleo de nuevo, y aunque sabía que este viaje iba a ser cualquier cosa menos tranquilo, no podía evitar emocionarme. **Coraline** iba a estar ahí, y seguramente metería sus narices en todo, pero al menos ya tenía claro que con Richard el viaje sería más que entretenido.
—Bueno, si vamos a ir a Barú, será mejor que empecemos a planear qué vamos a hacer allá. Porque si no, la abuela nos va a poner a pasear por museos o algo así —dije, soltando una pequeña risa.
Franchesca levantó la vista del celular por primera vez en un buen rato y me lanzó una mirada divertida.
—No te preocupes, hermana. Yo ya tengo mis planes. La abuela no tiene idea de lo que vamos a hacer en esa playa —dijo, guiñándome un ojo.
— ay sasha — suspire divertida
Richard y yo nos reímos, pero sabía que lo que Fran decía era en serio. Y con ella planeando cosas, Barú prometía ser mucho más interesante de lo que mi abuela se imaginaba.