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El sol ya asomaba por la ventana, pero la verdad, ni ganas de levantarme tenía. Mi cuerpo estaba tan cansado que parecía que me habían pasado por encima. Y a pesar de todo eso, Richard seguía dormido a mi lado, respirando tranquilo. Intenté moverme un poquito para empezar el día, pero el man me agarró más fuerte, como si me fuera a dejar ir.

"No te muevas aún, Bri, no quiero empezar el día," me susurró al oído con esa voz profunda y tranquila.

**¡Ay, Dios mío!** Yo no estaba lista para este tipo de cosas en la mañana. Apreté los dientes, pero terminé quedándome quieta, porque bueno, ya no tenía fuerzas para discutir. Pero cuando el celular vibró en la mesita de noche, el mundo se me vino encima.

Miré la pantalla, y ¡BAM! *Coraline*.

"¿Qué quiere ahora esta desgraciada?", pensé, sintiendo que me iba a explotar la cabeza. Abrí el mensaje y casi me caigo de espaldas:

*"Bri, necesito hablar contigo. Es urgente. Si no lo haces, le contaré a la abuela todo sobre la relación de Franchesca y Sasha. Y créeme, no te va a gustar."*

¡Puff! Me quedé congelada mirando esa pantallita. El sudor me cayó de inmediato por la frente. ¿Cómo se le ocurre? ¡Esta tipa ya no tiene remedio!

Richard, al ver mi cara, se dio cuenta de inmediato. No sé si por mi cara de pánico o qué, pero me miró, me estudió por unos segundos, y me dijo:

—¿Qué pasa? —Con su voz calma, pero con un toque de preocupación.

Respiré hondo y le conté lo que Coraline había dicho. Él, como buen Richard, se quedó en silencio unos segundos, analizándolo todo. Me miró, y con un tono pausado que me hizo pensar en un mar calmo, dijo:

—¿Entonces... qué hacemos ahora, Bri?

—Lo que vamos a hacer es que no podemos quedarnos sentados esperando a que Coraline nos destroce. —Le dije, levantándome de la cama como si ya estuviera lista para enfrentar el mundo. —Vamos a hablar con ella y ponerle freno a esa loca antes de que reviente la bomba.

Franchesca, por supuesto, apareció en ese instante, con la cara más preocupada que nunca. Se asomó por la puerta y me miró. Ya no había vuelta atrás.

—¿Qué pasa, Bri? —dijo, dándome la sensación de que ya sabía que algo estaba mal.

—Es Coraline. Nos está chantajeando. —Solté sin rodeos, mientras me ponía los zapatos. —Dice que si Richard no termina contigo y se queda con ella, le va a contar a la abuela sobre ti y Sasha.

Franchesca se quedó ahí, parada, mirando al vacío. Yo podía ver que su mente estaba dando vueltas a mil por hora.

—¡Ay, esa mujer sí que es...! —Franchesca soltó, medio gritando, como si ya estuviera lista para matar a alguien. —¿Y ahora qué vamos a hacer? ¡No puedo creerlo!

Richard, con ese tono pausado que lo caracteriza, se rascó la cabeza y dijo:

—Miren... no es fácil para mí. Yo... no quiero estar en medio de todo esto, pero, bueno, *aquí estamos*. ¿Qué hacemos ahora?

**¡Ay, este man!** Lo miré por un segundo, con cara de "de verdad que te la tiras tranquila". Pero claro, la situación no daba para eso.

—Lo que vamos a hacer es simple. Hablar con Coraline, ponerle límites, y si no funciona... entonces que se aguante. —le dije, con esa confianza que me caracterizó desde siempre.

Franchesca, aún dándole vueltas al asunto, miró a Richard y luego a mí, y dijo:

—¿Y si Coraline no nos escucha? —Con la cara toda arrugada, como si ya estuviera visualizando la catástrofe. —¿Y si empieza a hacer lío?

—Entonces... nos enfrentamos a la tormenta. Pero antes de dejar que esa loca nos lleve por el barranco, vamos a hablar con la abuela. Le contamos todo nosotras, no ella. —respondí, ya con la mente puesta en lo que tenía que hacer.

Franchesca suspiró profundamente, como quien no sabe si está lista para entrar en guerra.

—Ok, Bri. Lo que sea para que esa tipa no salga con la suya. —dijo, decidida, mientras se ponía de pie.

Richard, aunque ya no estaba tan convencido de todo lo que estábamos a punto de hacer, simplemente asintió con la cabeza.

—Ya no hay marcha atrás, ¿verdad? —preguntó, como si ya supiera que la tormenta estaba por desatarse.

—No, papá, ya no hay vuelta atrás. Vamos a luchar por lo que es nuestro, y no vamos a dejar que Coraline nos destruya. —dije con toda la determinación posible.

Al final, nos miramos todos con esa mezcla rara de nervios y fuerza. Sabíamos que lo que íbamos a hacer no iba a ser fácil. Pero la verdad, **ya estábamos cansados** de que Coraline jugara con nosotras.

Nos tocaba enfrentarnos a ella, sí o sí. Y aunque el miedo nos recorría por dentro, sabíamos que era lo único que quedaba por hacer.

**Que comience el juego.**

...

Esa perra de la coraline me tiene harta a mi también

El esposo de mi hermana - Richard RiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora