72 El verdadero alfa🐺

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Aunque estaba sin energía a muchos otros niveles, el consejo de Max resultó ser bastante acertado

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Aunque estaba sin energía a muchos otros niveles, el consejo de Max resultó ser bastante acertado. Despertar acurrucada entre los amores de mi vida siempre resulta un consuelo, pero teniendo en cuenta la situación que tenía encima, quería quedarme así para siempre.

—Buenos días.— susurró Duke. Comprobé que los otros dos aún seguían dormidos, Ayax a mi derecha y Max entre mis piernas.—¿Quieres levantarte de la cama?—negué con la cabeza suavemente, ya que aún estaba medio dormida, de modo que no mostré toda la efusividad que se merecía la pregunta.—Ya lo suponía.

Sonreí y estiré el brazo hasta su cara para acariciarle.

—Te está saliendo barba.— anuncié al sentir pequeñas punzaditas en la yema de mis dedos.

—Para ser un hombre lobo, creo que no te puedes quejar de mi vello.— aquello me hizo sonreir aún más, lo cual parecía del todo imposible en el contexto.—¿Y si me dejo crecer la barba?

—No, por favor.— susurré poniendo ojitos de cordero degollado y con las palmas de las manos juntas como en una oración.—La barba solo favorece a personas feas.

Duke frunció el ceño y se miró en el espejo de pared que tenía colocado frente a la cama, como preguntándose a sí mismo si de verdad le quedaría mal.

—Ya estás despierta.—sentenció Ayax al verme nada más abrir los ojos.—¿Sabes ya qué hacer respecto a tu madre?

—No quiero pensar en eso ahora.—hice una mueca de molestia y devolví mi atención a Duke.

—Pues tienes que hacerlo.—no había ni un ápice de duda en sus frases, estaba totalmente convencido de tener la verdad absoluta. 

—¿Quién lo dice?— me hice a un lado de forma que desperté a Max innitencionalmente. El pobre se frotó los ojos incrédulo ante una discusión así nada más retomar la consciencia.

—Yo.— alzó la barbilla con aire autoritario. 

—Tú no puedes darme órdenes.— gruñí e hice el amago de bajar de la cama, pero me agarró la muñeca.

—Soy el alfa.

—Soy el alfa

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