1🐺Menos lobos, Caperucita🐺

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Mi nombre es Reika, soy una chica de 17 años que estudia para poder ser veterinaria, podría describirme como alguien corriente de no ser por mi extraña afición

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Mi nombre es Reika, soy una chica de 17 años que estudia para poder ser veterinaria, podría describirme como alguien corriente de no ser por mi extraña afición.
Comenzó hace años, después del divorcio de mis padres, mi madre decidió dejarme con la abuela, por supuesto importó poco la opinión de una niña de ocho años con las mejillas pecosas y desdentada. La mejor opción fue dejarme en manos de una señora que comenzaba a sufrir alzheimer, y llamar muy de vez en cuando.
La mayoría de mis recuerdos son en la casa de mi abuela, en un pueblecito de Lugo, parecía el escenario de cualquier cuento de hadas.

La primera semana allí, decidí ir a explorar el bosque motivada por el aburrimiento.

Era aún más precioso desde dentro, a pesar de estar en marzo, todo estaba verde y florecido, un placer aún más disfrutable con la cercanía

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Era aún más precioso desde dentro, a pesar de estar en marzo, todo estaba verde y florecido, un placer aún más disfrutable con la cercanía. Estaba demasiado concentrada en ver cómo las hormigas transportaban pequeños frutos hasta su hormiguero, cuando oí a mis espaldas una especie de lloro muy agudo.
Era un cachorrito algo distinto a los que solía ver, tenía un color grisáceo y el pelaje corto, en su boca había una astilla de madera.
Me acerqué despacio y el animal no se movió. Extendí la mano hacia su hocico hasta notar su respiración y arranqué aquel trozo de madera, sentí un escalofrío al estar tan cerca de sus colmillos. Primero aulló de dolor y me hizo temblar, a continuación se lanzó sobre mí para lamer mi cara. Parecía agradecido.

Llegaron otros cinco animales, y me di cuenta de que no eran perros sino lobos.

Recordé al instante todos los cuentos que me habían enseñado, Caperucita roja, los siete cabritillos, los tres cerditos

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Recordé al instante todos los cuentos que me habían enseñado, Caperucita roja, los siete cabritillos, los tres cerditos...

El cachorro fue con ellos y todos dieron media vuelta para marcharse sin inmutarse por mi presencia. Me quedé impresionada, estaba ilesa.

Cuando le conté lo ocurrido a mi abuela, me prohibió volver a hacer algo así, por supuesto, eso me impulsó a repetirlo.

Así nació mi obsesión con los lobos.

Así nació mi obsesión con los lobos

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