Ha llegado una luna llena muy especial para Reika, ya que ha hecho que conozca a Max, Ayax y Duke.
Podéis leer su aventura, ambientada en Galicia, en capítulos cortos y muy ilustrados.
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Me desperté con la cara metida en el césped, las briznas de hierba me habían dejado marcas por todo el lado derecho sobre el que estaba apoyada. Solo di gracias por no haberme quedado dormida sobre un hormiguero. Fui a dentro de la casa y encontré a Max abrazando a la fregona en la cocina.
--Buenos días, princesa.-- él se despertó y soltó la fregona con risas.
--Joder, creía que eras tú.-- fruncí el ceño, no me sentía muy alagada cuando me confundían con un palo con trapos en un extremo. Miró su móvil confundido.
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--¿Sabes dónde están los demás?--él negó con la cabeza.
--Por favor, dime que no tenemos que estudiar ahora.-- Duke apareció vestido con mi pijama. Había encontrado el baúl donde guardaba la ropa de invierno durante el verano.
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--¿A tí por qué te ha dado por disfrazarte de mí?-- resultaba gracioso cómo se le ajustaba la tela con estampado de ovejitas.
--Ni idea, pero creo que también intenté ponerme tus tacones.-- se encogió de hombros. Por razones físicas sabía que era imposible.--Tranquila, ya lo he recogido todo.
--¡Ayuda!-- oí la voz de Ayax viniendo de lo alto de las escaleras. Los otros dos salieron corriendo a la velocidad de la luz. Yo también lo intenté, pero un paso suyo equivale a dos míos. Cuando llegué unos segundos después me encontré con un panorama que sabía que él consideraría lo más bochornoso de toda su vida. Había metido la cabeza entre los barrotes de la escalera y ahora no era capaz de sacarla.
--Arrancaré un barrote.-- dijo Duke muy motivado, pero le detuve.
--Es por las orejas.-- coloqué las manos a los lados de su cabeza para mantenerlas pegadas.-- A la de tres: una... Tiré de él hacia atrás antes de seguir contando y su cabeza salió sin necesidad de cargarme mi escalera.
--¿Cómo sabías qué hacer?-- Max parecía estar presenciando un milagro.
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--Poderes de lobismuller.-- Mentí. Se me había quedado la cabeza encajada ahí mismo más de una vez cuando era pequeña.
--¿Cuántas hierbas nos quedan por probar?-- preguntó Max con tono entusiasta.
--Creo que debería dejar de drogarme, tengo que estudiar.-- pensé en el gingseng que me había recomendado la abuela en mis alucinaciones.
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