60 Una tarde tranquila🥱

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—¿Os apetece probar otra hierba?— propuse mientras leía acerca de ellas en la libreta que me había dado Asena.

—¿Os apetece probar otra hierba?— propuse mientras leía acerca de ellas en la libreta que me había dado Asena

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Nadie estaba haciendo gran cosa aquella tarde. Yo leía para entretenerme, lo cual era un alivio después de haber tenido que estudiar sin descanso. Ayax estaba arreglando las puertas de un mueble del comedor ya que, según él, las visagras se habían aflojado y las puertas iban a caerse. Duke hacía abdominales frenéticamente y los intercalaba con series de flexiones y burpees. Y Max revisaba twitter desde su teléfono mientras me acariciaba las piernas en el sofá.

—Ni de broma.— contestó Duke con dificultad para coger el aire suficiente entre flexión y flexión.

—Deberías centrarte en encontrar algo que te ayude a estudiar, no te queda mucho tiempo para los exámenes de acceso a la universidad

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—Deberías centrarte en encontrar algo que te ayude a estudiar, no te queda mucho tiempo para los exámenes de acceso a la universidad.— dijo Ayax con tono serio, parecía el padre que nunca tuve por un momento.

—Desde luego no puedes contar con Duke y con Ayax para aprobar matemáticas e historia

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—Desde luego no puedes contar con Duke y con Ayax para aprobar matemáticas e historia. —bromeó Max guiñándome un ojo.
El alfa reaccionó poniendo los ojos en blanco sin darle mucha importancia, pero Duke dejó de hacer ejercicio.

—Repite eso.— le retó mientras avanzaba hasta donde estábamos.

Dejé la libreta sobre la mesa al ver que Max se levantaba e iba hacia él. Miré a Ayax y él también estaba observando la situación, pero parecía no querer intervenir.
Ambos se miraban amenazantes directamente a los ojos, parecían estar a punto de saltar el uno contra el otro.

—Parad.— ordenó Ayax.— Tenemos problemas mayores.

Por un segundo me quedé confusa, pero al instante me invadió una sensación que lo aclaró todo, una especie de malestar flotando en el aire.

La puerta se abrió y Hades entró dejándose caer en el suelo, estaba herido y tenía la cara llena de lágrimas.

—He fallado.— aulló lleno de dolor.— Tienen a María.

Me acerqué corriendo junto a los demás. Hades estaba lleno de mordiscos y zarpazos, desde luego había opuesto resistencia, hasta el punto de que su propia vida corría peligro.

—¿Quién?— preguntó Duke, que parecía preparado para atacar al instante.

—¿Quién?— preguntó Duke, que parecía preparado para atacar al instante

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