—No has probado la perdiz.— señaló Ezra.
Miré mi plato, ni siquiera había ensuciado los cubiertos de plata, este no era el final de vivir felices y comer perdices que él esperaba.—No quiero seguir con esto.— por no querer, no quería ni empezarlo.— No quiero que te tatúes mi nombre en el cuello, ni llevar tu marca en el mío, no quiero que me sigas manipulando a tu gusto, y sobretodo; no te quiero a ti.
—¡Cállate!— ordenó a gritos.
En cuanto levantó el tono de voz aparecieron dos chicos que lucían dispuestos a intervenir si era necesario.
—Tienes que entender que no puedes obligar a todos a hacer lo que tú quieras.— me levanté de la mesa.
—Reika...— respiró profundamente mientras describía círculos con los dedos índice y anular sobre sus sienes.
Pero no iba a dejar que me ignorase sin más. Tomé la copa de vino que él me había servido y yo había dejado intacta y la lancé hacia su cara, como echando gasolina al fuego de su ira.—¡Reika, basta!— repitió, esta vez sin ninguna paciencia, de forma que resonó por toda la cueva que incluso pareció temblar.—¿Aún no te has enterado?— comencé a andar hacia la salida ante las miradas atónitas de todos los allí presentes.— No tengo porqué seguir tus órdenes, nadie tiene que hacerlo.— desvié la mirada hacia los otros chicos cuando dije esto último, pero no parecían apoyar mi punto de vista.
—Te equivocas, yo soy el alfa.— hizo una seña a los chicos para que me agarrasen antes de que pudiese escapar.— Todos deben seguir mis órdenes o enfrentarse a mí por el título de alfa.— casi me arrastraron hacia él y cuando estuve lo suficientemente cerca me soltaron de malas maneras, haciendo que perdiese el poco equilibrio que podía tener sobre esos tacones y cayese de rodillas ante él. —¿Vas a luchar contra mí?
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🐾REIKA
WilkołakiHa llegado una luna llena muy especial para Reika, ya que ha hecho que conozca a Max, Ayax y Duke. Podéis leer su aventura, ambientada en Galicia, en capítulos cortos y muy ilustrados.