62 Guaraná, gingsen y cardamomo

7 1 0
                                    

Di otro trago de aquel té insípido sin dejar de subir entre las piedras. Todos me seguían sin dejar de refunfuñar, pero aunque les pareciese una idea terrible no estaban dispuestos a dejar que me encontrasen sola.

—Aún no es tarde, podemos dar media vuelta y volver a casa.— propuso Duke, que a la vez me tendió su mano para aportarme algo de equilibrio mientras subía una roca.

Definitivamente ya era tarde, estaba decidida a hacer aquello.
Me había preparado un brebaje vomitivo a base de guaraná, gingseng y cardamomo; ya que según las enseñanzas sobre plantas de mi abuela estaban totalmente prohibidos por su componente afrodisíaco.
Había conseguido meter a todos los chicos en el coche, aunque muy a regañadientes, y los había traído hasta el bosque de Sarria.

Según nos adentrábamos en él me daba cuenta de cuán mágico parecía, era como un cuento de hadas; repleto de carballos, castiñeiros y sobreiras. Era el lugar idóneo para atraer a criaturas sobrenaturales. 

—Joder, qué bien hueles...— murmuró Hades.
Por un instante dejamos de caminar y todos nos quedamos mirándole sorprendidos, hasta él mismo parecía no poder creer lo que había dicho.

—Lo siento, no sé qué me pasa...—cogió aire con fuerza.— pero es increíble.

—Sin duda, esa cosa funciona.— admitió Ayax. No sé muy bien si lo hizo a propósito o fue algo inconsciente, pero se colocó delante de su hermano para que no pudiese ni verme.

Asentí y di otro sorbo, cerrando los ojos con fuerza y tragando deprisa para que estuviese en mis papilas gustativas lo menos posible

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Asentí y di otro sorbo, cerrando los ojos con fuerza y tragando deprisa para que estuviese en mis papilas gustativas lo menos posible.

—¿No creéis que ya nos hemos adentrado lo suficiente en el bosque?— preguntó Max.

Lo cierto es que ya llevábamos un buen rato caminando a un ritmo relativamente rápido, y ya no se veía dónde habíamos dejado aparcado el range rover. 

—¿Qué hacemos ahora?— Duke estaba especialmente nervioso. 

—Esperar.— dije y a continuación me senté en una roca.

— dije y a continuación me senté en una roca

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
🐾REIKADonde viven las historias. Descúbrelo ahora