Capítulo 9: La Magia en los Jardines de la Reina

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El aire en los jardines de la Reina era fresco y embriagador, lleno de vida a pesar de la tristeza que había envuelto al reino por tanto tiempo. Las pequeñas criaturas que habitaban el lugar, algunas diminutas y otras más visibles entre las plantas, empezaban a moverse tímidamente hacia Elyra. Eran las antiguas mascotas de la Reina, criaturas que recordaban el esplendor de tiempos pasados, y que ahora se sentían atraídas por la luz serena y cálida que emanaba de la luminaria.

—¿Qué son estas criaturas? —preguntó Elyra con un destello de alegría en sus ojos mientras observaba a las pequeñas figuras acercarse lentamente.

—Eran las mascotas de la Reina —respondió Caelum, su voz neutral pero con un dejo de respeto en sus palabras—. Nunca se han acercado tanto a nadie desde que ella... partió.

Elyra se agachó suavemente, extendiendo su mano hacia una de las criaturas que se acercaba con curiosidad. Era pequeña, de caparazón brillante y con ojos grandes que reflejaban la luz de la luna.

—Son adorables —dijo Elyra con una sonrisa radiante—. Siento algo especial en ellas, como si todavía llevaran consigo un fragmento del amor de la Reina.

La pequeña criatura, tras unos momentos de vacilación, saltó a la mano de Elyra, sintiéndose a salvo bajo su luz. Poco a poco, más de estas criaturas comenzaron a salir de sus escondites, acercándose con más confianza hacia ella. Caelum, a poca distancia, observaba la escena en silencio, siempre vigilante, pero notando cómo estas criaturas parecían revivir en la presencia de Elyra.

—Parece que han estado tan solas como el resto de Hallownest —comentó Elyra, acariciando a una de las criaturas mientras otras se acercaban a su alrededor, como si su energía las envolviera—. Es como si buscaran consuelo.

Caelum observó, sin poder apartar la mirada. Las criaturas que antes huían de cualquier presencia ahora se congregaban alrededor de Elyra, atraídas por esa paz que solo ella podía ofrecer. Aunque no comprendía del todo lo que sucedía, Caelum notaba un cambio. No solo en las criaturas, sino también en el ambiente.

—Tu luz... —murmuró él, sin querer sonar demasiado involucrado—. Les está dando algo que no han sentido en mucho tiempo.

—¿Crees que es suficiente? —preguntó Elyra suavemente, mirando a Caelum con una expresión de genuina curiosidad—. ¿Crees que... lo que hago puede realmente ayudar al reino?

Caelum dudó un momento antes de responder.

—He visto cambios desde que llegaste —dijo, aún en su tono frío—. No son guerreros, pero parece que... hay una calma en ellos.

Elyra sonrió ante sus palabras, un gesto de gratitud sincera.

—Gracias, Caelum —dijo—. A veces, solo es necesario un poco de paz para sanar. Quizás lo que el reino necesita no sea una lucha más, sino tiempo para recordar lo que solían ser.

Las criaturas de los jardines, como si entendieran lo que se decía, se acurrucaban cerca de Elyra, buscando esa misma sensación de armonía que tanto tiempo les había sido negada. Algunas trepaban suavemente por sus hombros, otras se sentaban a su lado, envolviendo a la luminaria en un círculo de pequeñas y brillantes presencias.

—Mira cómo reaccionan ante ti —dijo Caelum—. Están más calmadas... que nunca.

—Siento que puedo devolverles parte de la luz que han perdido —respondió Elyra, su voz suave—. Quizás lo mismo pueda pasar con el resto del reino, con el tiempo.

Caelum no respondió, pero su mirada se mantuvo fija en ella. La manera en que Elyra interactuaba con las criaturas era algo que él no podía comprender del todo. A pesar de su deber de protegerla, había algo más en ella, algo que iba más allá de lo físico o tangible. Era como si Elyra tuviera el poder de tocar las almas de quienes la rodeaban, de devolverles algo que creían haber perdido para siempre.

El silencio volvió a caer sobre ellos mientras Elyra continuaba acariciando a las criaturas, su rostro reflejando una paz y una alegría sencillas. Caelum, por su parte, no se relajaba ni un instante. Siempre alerta, siempre atento, aunque no podía evitar sentir una leve admiración por lo que ella estaba haciendo.

—Deberíamos regresar pronto —dijo Caelum, rompiendo el silencio—. Es tarde, y mañana será un día largo.

—Sí, tienes razón —respondió Elyra, aunque su tono de voz denotaba cierta tristeza por tener que despedirse de las criaturas—. Pero me alegra haber podido compartir este momento con ellas.

—Recuerda que siempre estaré cerca —dijo Caelum con una firmeza que no dejaba espacio para duda—. Si hay algún peligro, lo enfrentaré.

Elyra lo miró y asintió, confiada como siempre en su protector. Sin embargo, antes de partir, se agachó una vez más, acariciando a una de las pequeñas criaturas que había permanecido a su lado.

—Prometo regresar —susurró Elyra a la criatura, como si entendiera sus palabras—. Siempre estaré aquí para ti y para todos en Hallownest.

Las criaturas parecieron entender, brillando tenuemente bajo la luz de la luna, mientras Elyra y Caelum se alejaban, regresando hacia el corazón del reino. Mientras caminaban, el silencio volvió a caer entre ellos, pero esta vez, algo había cambiado. Aunque Caelum no lo expresaba en palabras, Elyra podía sentir que su protector, aunque distante, estaba empezando a notar lo especial que era su presencia en el reino... y en su vida.

La luna continuaba su curso, iluminando el camino de regreso, mientras las criaturas de los jardines observaban a la luminaria alejarse, sabiendo que su luz no era solo un faro para ellas, sino también para todo Hallownest.

Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora