La caverna del Nido Profundo estaba más silenciosa de lo usual, con solo el suave susurro de las arañas moviéndose entre las sombras. En una de las cámaras más apartadas, la Matrona, vieja y sabia, sostenía en sus brazos a la recién nacida. La pequeña criatura emitía ligeros quejidos, moviéndose inquieta en el capullo de seda que la envolvía. A pesar de la dureza del entorno, había una extraña serenidad en ese momento. La Matrona, acostumbrada a los nacimientos, no podía evitar sentir cierta ternura hacia la pequeña.
Se acercó a Herrah, la Reina de las Arañas, quien se recostaba sobre un lecho improvisado de seda negra. A pesar de haber dado a luz hacía solo unos momentos, Herrah mantenía la misma postura firme y fría, como si el agotamiento de su cuerpo no fuera nada comparado con su imponente voluntad.
—¿Qué nombre le pondrás a la niña, mi Reina? —preguntó la Matrona, observando el rostro sereno de la bebé.
Herrah, con los ojos medio cerrados, desvió la mirada hacia su hija. Por un instante, sus facciones se suavizaron, pero rápidamente recuperó su semblante habitual.
—Hornet —respondió, su voz firme y sin titubeos—. Ese será su nombre.
La Matrona asintió, inclinando la cabeza en señal de respeto mientras continuaba sosteniendo a la pequeña Hornet en sus brazos. Su mirada, sin embargo, reflejaba cierta preocupación, no por el nombre, sino por lo que seguiría.
—¿Qué harás con la bebé, mi Reina? —preguntó la Matrona con cautela, aunque en su interior ya sospechaba la respuesta. Sabía que Herrah no era como otras madres, y que su enfoque siempre había sido el poder y el destino de Hallownest.
Herrah la observó con desdén, casi molesta por la pregunta.
—No tengo tiempo para cuidar de un bebé. Tú te encargarás de eso —respondió sin rodeos, como si aquello fuera un asunto menor en comparación con el plan mayor en el que estaba involucrada.
La Matrona apretó los labios, conteniendo sus pensamientos. Entendía que el deber de Herrah hacia el reino era primordial, pero no podía evitar sentir que la pequeña Hornet merecía más que eso, algo más que un mero abandono en nombre de un sacrificio.
—Mi Reina —dijo la Matrona con suavidad, su tono era cuidadoso pero firme—, has traído una hija al mundo. Aunque no desees ocuparte de ella, al menos deberías permitir que tu cuerpo descanse. Acabas de dar a luz. Debes reposar hasta que te recuperes. Traer una vida al mundo es agotador, incluso para alguien tan fuerte como tú.
Herrah soltó un suspiro, como si las palabras de la Matrona fueran una pequeña molestia que prefería evitar. Su mirada se perdió en la oscuridad del techo de la cueva por un momento, reflexionando. Sabía que su cuerpo estaba débil, pero su mente permanecía tan aguda como siempre. El plan de los Soñadores, su sacrificio para sellar la infección, estaba tan cerca de completarse que la impaciencia la carcomía.
—No tengo tiempo para reposar, Matrona. Hay cosas más importantes que mi descanso. Mi deber está lejos de concluir —replicó Herrah, con la misma firmeza de siempre.
La Matrona, sin embargo, no se echó atrás. A pesar de su lealtad, había conocido a Herrah desde hacía muchos años y sabía cuándo insistir. Con pasos lentos, se acercó más al lecho de la Reina y colocó a Hornet suavemente a su lado. La pequeña bebé se movió ligeramente, emitiendo un suave murmullo.
—Lo sé, mi Reina, pero antes de cumplir con tu parte en ese gran plan, debes cuidar de ti misma, aunque sea por un momento. No podrás llevar a cabo tu sacrificio si estás débil —susurró la Matrona—. Al menos por hoy, permite que tu cuerpo recupere las fuerzas. El reino puede esperar un día más. Hallownest no caerá en un solo amanecer.
Herrah miró a la Matrona, sus ojos mostrando un atisbo de cansancio que hasta ahora había escondido. A pesar de su naturaleza indomable, sabía que la Matrona tenía razón. Su cuerpo, aunque fuerte, no era invencible, y el sacrificio que se avecinaba requeriría cada fibra de su ser.
Finalmente, Herrah asintió levemente, sin palabras. Cerró los ojos, permitiendo que su cuerpo descansara, aunque su mente seguía alerta. Mientras tanto, la Matrona tomó a Hornet de nuevo, alejándola del lecho de su madre. Sabía que, aunque Herrah no lo dijera en voz alta, este era un momento crucial para la Reina de las Arañas, un respiro antes de sumergirse en el sacrificio final que marcaría el destino de Hallownest.
Acariciando la cabeza de la pequeña Hornet, la Matrona se alejó, dejando a Herrah descansar en la penumbra de la cámara. Sabía que el plan seguiría su curso, pero no podía evitar sentir que, en medio de todo, esa pequeña niña llevaría un peso que ni siquiera su madre parecía comprender.
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Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)
FanfictionEste fanfic toma inspiración del universo de Hollow Knight, pero no sigue el lore oficial del juego. Aquí, la Vasija Pura será llamada Caelum, y Elyra será el nombre de la lectora. Los eventos y detalles de los personajes han sido reimaginados para...