Capítulo 39: Un Vínculo en Formación

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El sol brillaba suavemente en el cielo de Hallownest, filtrando su luz a través de los altos árboles que rodeaban el reino. Elyra caminaba por los caminos adoquinados del poblado, con Caelum a su lado, como era habitual. Aunque ambos parecían tan diferentes, algo entre ellos comenzaba a cambiar. Elyra podía sentir cómo Caelum, el temido protector, se mostraba ligeramente más relajado en su presencia. Aunque su casco ocultaba su rostro, sus gestos y el lenguaje corporal se volvían cada vez más perceptibles para ella.

A lo lejos, Elyra observó a un grupo de niños pequeños, insectos que jugaban despreocupadamente bajo la luz del día. Sabía que la presencia de Caelum a menudo intimidaba a los habitantes del reino, especialmente a los más jóvenes, quienes huían en cuanto lo veían acercarse. Su reputación, el aura oscura que lo rodeaba, y su historia como Vasija Pura lo hacían temido, incluso si sus intenciones no eran malignas.

—Debemos hacer algo al respecto —comentó Elyra en voz baja, sin dejar de observar a los pequeños insectos.

Caelum, caminando a su lado con la misma firmeza de siempre, giró levemente la cabeza, como si la mirara desde la sombra de su casco. No dijo nada al principio, pero Elyra sabía que la estaba escuchando.

—Ellos te temen —continuó Elyra con suavidad, su voz siempre dulce—. Pero no deberían. Si pudieran verte como yo lo hago, sabrían que no hay nada que temer.

Caelum permaneció en silencio, pero sus pasos disminuyeron de ritmo. Había algo en las palabras de Elyra que lo hacía reflexionar. A pesar de haber sido creado sin emociones, sin voluntad propia, algo en él comenzaba a despertar desde que Elyra se había acercado a su vida. Este sentimiento nuevo y desconocido le resultaba difícil de procesar. Cada día que pasaba junto a ella, notaba cómo su presencia influía en él, rompiendo lentamente la coraza que lo mantenía distante de todo y de todos.

—Ellos no comprenden —dijo finalmente, su voz baja y apagada desde detrás de su casco—. Soy solo un protector, nada más.

Elyra sonrió con calidez. Caelum, con todas sus barreras, era un ser incomprendido, y aunque él mismo no entendiera las emociones que estaba empezando a sentir, ella podía ver el cambio. Lo sentía.

—Quizás... pero podemos cambiar eso —respondió ella, con una chispa de determinación en sus ojos.

Sin decir más, Elyra caminó hacia los niños. Ellos rieron al verla acercarse, reconociendo la presencia de la luminaria que siempre traía alegría y esperanza a sus vidas. Pero en cuanto vieron a Caelum caminando detrás de ella, sus risas se apagaron y sus expresiones se llenaron de temor. Uno a uno, los pequeños insectos retrocedieron, escondiéndose detrás de sus amigos o detrás de los muros de piedra cercanos, como si Caelum fuera una sombra oscura que se cernía sobre ellos.

—¡No tengan miedo! —exclamó Elyra, agachándose a su altura para que pudieran verla mejor—. Él no les hará daño, lo prometo.

Los niños la miraron con incredulidad. Sabían quién era Caelum. Habían escuchado las historias, los rumores que hablaban de su frialdad y su naturaleza distante. ¿Cómo no iban a tener miedo?

—¿De verdad? —preguntó una niña pequeña, con ojos curiosos pero aún recelosos.

Elyra asintió con una sonrisa.

—Él es mi amigo —dijo suavemente—. Es un caballero noble, y solo quiere protegernos a todos.

Los pequeños insectos se miraron entre sí, inseguros. A lo lejos, Caelum permanecía inmóvil, su casco ocultando cualquier emoción que pudiera sentir. No estaba acostumbrado a estas interacciones, mucho menos con niños. Pero al ver la determinación de Elyra, algo en él lo empujaba a seguir adelante.

Elyra se acercó un poco más a los niños, y les tendió la mano.

—¿Quieren conocerlo? —preguntó con dulzura.

Los niños dudaron por un momento, pero la confianza que sentían hacia Elyra fue suficiente para darles el valor necesario. Poco a poco, uno de ellos, el más valiente, se adelantó y tomó la mano de Elyra. Los demás lo siguieron, aunque con pasos tímidos.

Elyra los guió hacia donde Caelum estaba parado. A medida que los niños se acercaban, sus miradas se fijaron en la figura alta y armada del caballero, todavía intimidados por su presencia. Pero Elyra, con su toque cálido y voz tranquilizadora, se detuvo junto a Caelum y les sonrió.

—Él cuida de mí —les explicó—. Y también cuida de todos ustedes, aunque no lo vean. Si alguna vez se sienten asustados o en peligro, él estará ahí para protegerlos.

Uno de los niños, temblando un poco, levantó la mirada hacia Caelum.

—¿Es eso cierto...? —preguntó en voz baja.

Caelum, con una sensación extraña en su interior, tardó unos segundos en responder. Nunca antes había hablado con niños, ni había tenido una interacción tan cercana con ellos. Pero las palabras de Elyra resonaban en su mente, y algo lo empujó a romper el silencio.

—Sí —dijo finalmente, su voz grave pero calmada—. Esa es mi misión.

Elyra sonrió ante su respuesta, y los niños, aunque aún con cierto temor, comenzaron a relajarse. El primero de ellos, con un valor renovado, se acercó un poco más y, con ojos llenos de curiosidad, miró el casco de Caelum.

—¿Puedo tocar tu armadura...? —preguntó el pequeño, su voz titubeante.

Caelum no sabía qué responder. No estaba acostumbrado a este tipo de interacción. Pero ante la insistente mirada de Elyra, que lo observaba con una sonrisa suave, dio un leve asentimiento.

El niño se acercó más, extendiendo su manita hacia la fría armadura que protegía a Caelum. Cuando finalmente la tocó, una pequeña risa escapó de sus labios.

—¡Es fría! —dijo con sorpresa, lo que provocó algunas risas en los otros niños, que también se atrevieron a tocar la armadura del caballero.

Elyra observó la escena con una satisfacción interna. Sabía que, poco a poco, las barreras que rodeaban a Caelum estaban comenzando a desmoronarse. No solo entre ellos, sino también en la relación que Caelum tenía con el reino que lo temía. Los niños, al ver que no había nada que temer, comenzaron a perder el miedo, y pronto el grupo entero rodeaba a Caelum, haciéndole preguntas y jugando cerca de él.

Elyra se volvió hacia él, sus ojos brillando con orgullo.

—Te lo dije —susurró, inclinándose un poco hacia él—. No eres solo un protector. Ellos también pueden confiar en ti.

Caelum no respondió de inmediato. Aún estaba procesando lo que acababa de suceder. Esta sensación nueva, este sentimiento de cercanía, era extraño, pero de alguna manera... no lo odiaba. Su mirada bajo el casco se dirigió hacia Elyra, quien seguía sonriéndole con ese brillo de esperanza que siempre traía consigo.

Tal vez, solo tal vez, pensó Caelum, no estaba tan solo como había creído toda su vida.

Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora