Capítulo 40: El Sendero del Dolor

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El silencio reinaba en los pasillos del Palacio Blanco, roto solo por el eco metálico de una pequeña figura que entrenaba sin descanso. El Caballerito, el hermano menor de Caelum, la Vasija Pura, se encontraba en el vasto y laberíntico sendero conocido como el Sendero del Dolor. Era un lugar destinado a aquellos que buscaban mejorar sus habilidades y fortaleza, un espacio lleno de trampas, retos y peligros, diseñado para poner a prueba incluso al más hábil de los guerreros.

El Caballerito había recorrido ese sendero varias veces ya, aunque su memoria era un constante enigma para él. Recordaba fragmentos, ecos de batallas pasadas, pero la mayoría de su historia y el por qué estaba allí permanecían velados en la oscuridad. Solo sabía que era un guerrero, que debía ser fuerte, y que de alguna manera su destino estaba ligado a ese reino y a su hermano, Caelum.

—Otra vez —murmuró para sí mismo, tomando una postura defensiva con su pequeña espada afilada.

El desafío del Sendero del Dolor no era sencillo. Estaba lleno de trampas que requerían velocidad, precisión y agilidad. El Caballerito, sin embargo, parecía tener una ventaja natural para sortearlas. Usaba su Capa Sombría, una habilidad que le permitía avanzar a través de obstáculos y enemigos, desapareciendo momentáneamente en una sombra intangible.

Cada vez que se lanzaba hacia adelante, atravesaba las peligrosas cuchillas y las espinas que brotaban del suelo, volviendo a aparecer intacto del otro lado. Sin embargo, a pesar de su habilidad, sentía una cierta frustración crecer dentro de él. No era solo el dolor físico lo que lo impulsaba, sino el peso de una misión que, aunque difusa, seguía latente en su mente.

—Debo ser más fuerte —pensó, repitiéndose el mantra como lo había hecho tantas veces antes.

Cada salto, cada ataque, cada uso de su capa sombría lo acercaba más a su objetivo: volverse lo suficientemente fuerte como para ser útil. Sabía que algo grande estaba por suceder en Hallownest, y aunque no recordaba todo, algo en su interior le decía que él tenía un papel importante que desempeñar.

Aún no podía recordar su conexión con Caelum del todo. Sabía que era su hermano, pero había una distancia insalvable entre ambos. Nunca habían sido cercanos. El Caballerito creció en un ambiente de soledad, y aunque había un vínculo de sangre entre ellos, era difícil verlo como algo más que una figura distante.

—Él es el fuerte —se dijo a sí mismo, mientras sus pies se movían con agilidad entre las trampas que surgían a su paso—. La Vasija Pura, el elegido.

El pensamiento le causaba un sentimiento extraño. No era envidia, pero tampoco orgullo. Era más una sensación de insuficiencia, de no estar a la altura de lo que su hermano representaba. Por eso entrenaba sin cesar, para que en el momento en que fuera necesario, pudiera estar a su lado, cumplir con el deber que aún no lograba comprender del todo.

Mientras avanzaba, una ráfaga de cuchillas lo sorprendió, cortando ligeramente su hombro. El dolor fue agudo, pero pasajero. Había aprendido a soportarlo. Continuó, apretando los dientes, evitando caer en la trampa de la fatiga.

—No importa cuántas veces lo recorra... siempre será insuficiente.

Finalmente, tras un último esfuerzo, el Caballerito llegó a una plataforma elevada que ofrecía una vista completa del sendero. Se detuvo, respirando con dificultad, y observó el camino que había dejado atrás. Era un laberinto de peligro y muerte, un reflejo del reino en el que vivía.

El Palacio Blanco estaba en su máxima gloria, pero algo en el ambiente le decía que no era para siempre. Sentía la fragilidad del reino, como si estuviera al borde de algo catastrófico. Una sensación que no podía sacudirse, aunque no supiera de dónde provenía.

Mientras permanecía allí, observando el horizonte, recordó vagamente la conversación que había escuchado entre su padre, el Rey Pálido, y Caelum. Hablaban de sacrificios, de un plan más grande. Pero, como en la mayoría de sus recuerdos, todo era fragmentario, como si partes esenciales de su vida hubieran sido arrancadas.

—Debo ser parte de esto —murmuró para sí mismo—. Debo hacer algo más que solo entrenar.

La sombra de Caelum, su hermano, siempre estaba presente en su mente. Sabía que su hermano tenía un propósito claro, una misión que el Rey Pálido le había encomendado, pero él... aún no encontraba el suyo.

De repente, un sonido metálico y sutil lo sacó de sus pensamientos. Giró la cabeza y, en lo profundo del sendero, vio una figura espectral. Era difícil de distinguir, pero parecía estar observándolo. El Caballerito no dudó; saltó de la plataforma y usó su capa sombría para acercarse, pero cuando llegó al lugar donde había visto la figura, no había nadie.

—¿Qué fue eso? —se preguntó, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal.

El sendero parecía el mismo, pero algo en el ambiente había cambiado. El Caballerito no podía precisar qué, pero sentía que no estaba solo.

—Debo averiguar qué es esto —dijo con determinación.

Aun así, sabía que antes de aventurarse más, necesitaba entender mejor su propio pasado. Necesitaba recuperar las piezas faltantes de su memoria. Si iba a ser útil, debía saber quién era en realidad y cuál era su verdadero propósito. Porque, aunque no lo recordara, algo en su instinto le decía que su destino estaba ligado a Caelum y al futuro de Hallownest.

Con esa idea en mente, el Caballerito dio un paso hacia la oscuridad del sendero, dispuesto a encontrar respuestas, tanto dentro de sí mismo como en el reino que tanto le ocultaba.

Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora