El caballerito avanzaba en silencio junto a los exploradores, cruzando los límites de Hallownest con cautela. El aire se sentía diferente en las fronteras, más denso, cargado con la presencia de Nido Profundo. A pesar de la compañía de los exploradores, el caballerito se sentía solo. La falta de recuerdos lo perseguía, como una sombra a la que no podía escapar. Sabía que había perdido algo importante, pero no podía precisar qué era, ni cómo recuperarlo.
Fragmentos vagos de su pasado aparecían a veces en su mente, pero nunca con claridad. A pesar de su desconcierto, el caballerito había desarrollado un instinto, una aguda habilidad para moverse entre las sombras y hacer su trabajo con precisión. Y en este momento, ese instinto le decía que debía ir más allá de lo que los exploradores se atreverían a hacer.
—pensando— Si ellas espían Hallownest... también puedo espiarlas a ellas — sintiendo una urgencia dentro de sí que no podía ignorar—
Mientras los exploradores discutían sobre dónde acampar por la noche, el caballerito se deslizó silenciosamente, alejándose sin que nadie lo notara. Su pequeña figura era ágil y silenciosa, y con la ayuda de la Capa Sombría, era capaz de atravesar el terreno oscuro de Nido Profundo sin llamar la atención de las criaturas que lo acechaban. Cada paso lo llevaba más lejos de su grupo, más profundo en el territorio enemigo.
Los sonidos del Nido Profundo lo rodeaban: el susurro de las arañas, los chasquidos de patas moviéndose rápidamente en la oscuridad, el eco lejano de criaturas invisibles. El caballerito no tenía miedo, su determinación lo impulsaba hacia adelante. Había aprendido a confiar en sus habilidades, y sabía que tenía que encontrar algo importante. No se trataba solo de cumplir con su deber; había algo más, una conexión rota que intentaba reparar, aunque no supiera cómo.
Mientras avanzaba, un leve resplandor más adelante le llamó la atención. Se detuvo un momento, ajustándose el casco mientras observaba con atención. Parecía una especie de cueva iluminada desde dentro, un lugar extraño en medio de la oscuridad de Nido Profundo. El caballerito se acercó sigilosamente, deslizándose a través de los enemigos que patrullaban el área, invisible a sus ojos gracias a su capa.
—pensando— No me verán... No sabrán que estoy aquí.
Con un movimiento ágil, se escondió entre las sombras de una gran roca cercana, observando lo que sucedía en el interior de la cueva. Lo que vio lo dejó atónito.
Dentro, Herrah, la Reina de las Arañas, se encontraba sentada en un trono adornado con telarañas finas como seda. Frente a ella, una docena de arañas diminutas daban su informe con movimientos rápidos y precisos. El caballerito no podía oír todas las palabras, pero entendía lo suficiente: estaban hablando de Hallownest, del castillo y de la gente. Las pequeñas arañas, espías invisibles, habían estado informando de cada detalle. Incluso mencionaban a la luminaria del alba, Elyra.
—pensando— La están espiando... Hallownest está en peligro.
Sin embargo, lo que realmente captó su atención fue lo que Herrah dijo después. Su voz era suave pero cargada de tensión, y el caballerito sintió un escalofrío cuando pronunció las siguientes palabras:
—Debe haber un heredero.
El caballerito se inclinó más hacia adelante, aguzando el oído. Herrah continuó hablando, su voz llena de una determinación casi obsesiva.
—El linaje de las arañas no puede extinguirse. Ya he esperado demasiado. Si no hay un rey... tendré que asegurar un heredero de alguna otra manera.
El caballerito se estremeció. Ahora entendía el porqué del ataque reciente al Castillo Blanco, el porqué de las arañas espías infiltrándose en Hallownest. Herrah estaba desesperada por un heredero, y estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario para garantizar la supervivencia de su linaje. ¿Podría estar considerando una alianza forzada? ¿O quizás algo más siniestro?
El caballerito, oculto en las sombras, no se atrevió a moverse. Sabía que si lo descubrían, no saldría con vida de esa cueva. Pero también sabía que había encontrado algo extremadamente valioso. Información que podría cambiarlo todo. Si Caelum, la Vasija Pura, lo supiera, podría hacer algo para detener los planes de Herrah antes de que fuera demasiado tarde.
—pensando— Debo salir de aquí... Esto es lo que él necesita saber.
Sin embargo, antes de que pudiera moverse, algo lo hizo detenerse de nuevo. Una pequeña araña se deslizó cerca de su posición, moviéndose en línea recta hacia la salida de la cueva. El caballerito se mantuvo quieto, conteniendo el aliento mientras observaba. La araña llevaba consigo una pequeña telaraña que se deslizaba suavemente con el viento, pero el caballerito sabía lo que significaba: esa telaraña era un mensaje, una advertencia que sería enviada de vuelta a las otras arañas del Nido Profundo, posiblemente para espiar más a fondo.
El caballerito frunció el ceño. Sabía que no podía permitir que esa información llegara más lejos. Con un movimiento rápido y calculado, activó su capa sombría y se deslizó detrás de la araña. En un segundo, su aguijón cortó la telaraña, destruyendo el mensaje antes de que pudiera volar lejos.
—pensando— No puedo dejar que envíen más espías.
El caballerito sabía que su tiempo en Nido Profundo se estaba agotando. Había cumplido su misión, pero el riesgo de quedarse más tiempo era demasiado alto. Sin dudarlo, activó su capa sombría una vez más y comenzó a retirarse en silencio, deslizándose entre las sombras, alejándose de la cueva y de los secretos que acababa de descubrir.
Mientras corría de vuelta hacia Hallownest, sus pensamientos se centraban en lo que había aprendido. Sabía que Caelum, la Vasija Pura, no era alguien con quien tenía cercanía, pero eso no importaba ahora. Caelum necesitaba esta información, y el caballerito haría todo lo posible para entregarla.
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Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)
Hayran KurguEste fanfic toma inspiración del universo de Hollow Knight, pero no sigue el lore oficial del juego. Aquí, la Vasija Pura será llamada Caelum, y Elyra será el nombre de la lectora. Los eventos y detalles de los personajes han sido reimaginados para...