Capitulo 26: Susurros en la oscuridad

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La noche cubría Hallownest como un manto profundo, y en el aire se sentía una calma inquietante. Las luces en el castillo se apagaban lentamente, mientras los habitantes del reino se preparaban para una noche más. El eco lejano de las festividades aún resonaba en el ambiente, pero para Caelum, el descanso nunca era completo.

Se encontraba una vez más en las sombras de los pasillos, en completa soledad. Las palabras de Elyra de la noche anterior seguían en su mente, recordándole lo distante que se había mantenido de la simple idea de disfrutar la paz que tanto anhelaba para el reino. Caelum había sido forjado para el combate, no para las alegrías cotidianas, y ese contraste lo perseguía constantemente.

—No debo dejar que esto me distraiga... —murmuró para sí mismo, ajustando una vez más su casco.

Mientras recorría los pasillos oscuros, algo lo detuvo. Un susurro, casi imperceptible, pero inconfundible, resonaba en su oído. Caelum se detuvo de inmediato, aguzando el oído. Las pequeñas arañas del Nido Profundo, que se habían infiltrado con sigilo, estaban activas. Sentía sus movimientos, sus hilos en el aire, sus ojos pequeños observando desde las sombras.

Caelum —(frunciendo el ceño) —Espías...

No era la primera vez que las criaturas del Nido Profundo intentaban obtener información sobre Hallownest. Aunque Herrah, la Reina de las Arañas, había mantenido una especie de tregua con el Rey Pálido, ambos sabían que la desconfianza estaba siempre presente. Caelum sabía que las diminutas arañas, invisibles para la mayoría, tejían redes que llevaban secretos de vuelta a su reina.

El guerrero caminó en silencio, pero con pasos decididos, hacia el punto donde sentía la actividad más fuerte. Al llegar a una esquina oscura, pudo ver cómo una delgada telaraña brillaba bajo la tenue luz de la luna que se colaba por una ventana. Sus sospechas eran correctas.

Caelum —(susurrando con frialdad) —No permitiré que se lleven más información.

Con un movimiento rápido y preciso, su aguijón cortó la telaraña, interrumpiendo cualquier conexión que pudiera llevarse. Sabía que no era la única red en el castillo, pero esa pequeña victoria le daba algo de tranquilidad. El problema de fondo seguía ahí: Hallownest estaba bajo constante observación, y las amenazas no se desvanecerían tan fácilmente.

—Debo hablar con el Rey sobre esto... —pensó.

Sin embargo, antes de dirigirse hacia la sala del trono, su mente volvió a Elyra. La seguridad del reino era crucial, pero la seguridad de Elyra, la última luminaria, era su prioridad máxima. Suspiró, sintiendo cómo las emociones, que normalmente intentaba reprimir, comenzaban a surgir.

—(para sí) Elyra... No puedo permitir que nada te toque.

A la mañana siguiente, el sol aún no había despuntado cuando Elyra salió a los jardines del castillo. La brisa era suave, y el rocío de la madrugada brillaba en las flores que cubrían el lugar. Era un momento de paz, de esos que tanto disfrutaba, pero que también sabía que no durarían para siempre.

Caelum la observaba desde la distancia, su casco puesto nuevamente, ocultando sus expresiones, sus emociones. Aunque seguía firme en su papel de protector, algo dentro de él había cambiado desde el festival. Se había vuelto más protector, más vigilante de todo lo que rodeaba a Elyra. Pero no solo vigilaba las amenazas externas; también se fijaba en cómo los demás la miraban.

Los habitantes del reino adoraban a Elyra. Su presencia era un faro de esperanza, y muchos venían a verla, a hablar con ella. Algunos traían regalos, otros simplemente buscaban consuelo en su luz. Pero no todos los que se acercaban tenían intenciones tan puras.

Caelum, siempre a su lado, notaba las miradas de algunos. Criaturas que la veían con deseo, una codicia que, aunque oculta, no pasaba desapercibida para él. Eso lo irritaba profundamente, mucho más de lo que estaría dispuesto a admitir.

—(pensando) No lo permitiré. Nadie debe acercarse a ella con esas intenciones.

Elyra, en su inocencia y pureza, parecía completamente ajena a las miradas codiciosas. Sonreía con dulzura a quienes se le acercaban, ofreciendo palabras de esperanza. Esa inocencia, esa pureza, era algo que Caelum apreciaba, aunque jamás lo diría en voz alta. Pero al mismo tiempo, lo ponía en alerta constante, pues sabía que no todos tenían su misma devoción hacia ella.

Mientras Caelum mantenía su habitual silencio, Elyra se dirigió hacia él con su sonrisa luminosa.

Elyra —(con entusiasmo) —¡Buenos días, Caelum! ¿Cómo te encuentras hoy?

Caelum apenas asintió, manteniendo su mirada en los alrededores.

Caelum —(serio) —Todo está en orden. La vigilancia se mantiene.

Elyra lo observó con una expresión de ligera preocupación, ya acostumbrada a la rigidez de su protector, pero deseando que pudiera relajarse un poco más.

Elyra —(con suavidad) —No siempre tienes que estar tan alerta, Caelum. A veces es bueno disfrutar de estos momentos de paz.

Caelum miró hacia ella, pero su casco ocultaba cualquier rastro de emoción. En su interior, sabía que nunca podría permitirse bajar la guardia. No mientras Elyra estuviera a su cargo. La amaba en silencio, en una forma que no comprendía completamente, pero ese amor solo lo hacía ser más implacable en su deber.

Caelum —(con firmeza) —Mi deber es protegerte, Elyra. No importa cuán pacífico parezca el momento.

Elyra suspiró, pero sonrió de todos modos. Sabía que esa era la naturaleza de Caelum, y no podía cambiarlo, pero lo apreciaba por lo que era.

Mientras el día avanzaba, Elyra y Caelum fueron llamados a la sala del trono. El Rey Pálido había convocado una reunión urgente, algo que preocupaba a Caelum. Sabía que, aunque las festividades habían traído paz por un tiempo, las amenazas para Hallownest seguían presentes, y los susurros en la oscuridad no hacían más que crecer.

El futuro del reino seguía siendo incierto, y Caelum sabía que cada día podría ser un paso más hacia la inevitable batalla que se avecinaba. Pero mientras Elyra estuviera a su lado, haría todo lo posible para mantenerla a salvo, sin importar el costo.

Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora