Capitulo 17: Un capricho

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Caelum se quedó en su cama, luchando contra los pensamientos que lo invadían. La idea de descansar parecía imposible; su mente era un torbellino de emociones, algo que nunca había experimentado antes con tanta intensidad. La imagen de Elyra seguía presente, su rostro sereno, su luz casi palpable, incluso cuando cerraba los ojos.

Se sentó de golpe. Algo dentro de él, una especie de impulso que no podía controlar, lo empujaba a actuar, a hacer algo que nunca habría considerado: ir a verla. Sabía que debía descansar, que su deber como protector era velar por Hallownest y no por sus propios caprichos. Pero en ese momento, todo eso parecía perder sentido. Había algo más fuerte que su lógica, una necesidad que no podía ignorar.

Solo... por un momento, —pensó, justificándose a sí mismo mientras se levantaba y caminaba hacia el ventanal de su habitación no sin antes volver a ponerse su armadura. Sin hacer ruido, abrió la ventana y, con la agilidad que solo él poseía, saltó hacia el exterior, moviéndose entre las sombras como si formara parte de ellas.

El castillo de Hallownest estaba silencioso, los corredores sumidos en la penumbra. La luna llena brillaba en lo alto, bañando las torres y los jardines en una luz plateada. Caelum se movió con precisión hacia la alcoba de Elyra, sus pasos suaves sobre la piedra. Finalmente, llegó a su destino: una gran ventana que daba directamente a su habitación. Con un movimiento rápido, la abrió y se deslizó adentro, su figura fundiéndose en las sombras mientras la luz de la luna iluminaba la estancia.

El interior estaba en calma. El ambiente era cálido, casi reconfortante, como si la propia presencia de Elyra imbuyera cada rincón de la habitación con su luz. Caelum se mantuvo quieto por un momento, observando desde las sombras, asegurándose de que ella no se despertara. Su respiración era lenta, tranquila. Estaba profundamente dormida.

Se acercó lentamente, sus pasos ligeros como un susurro, hasta que llegó a la orilla de la cama. Allí, bañada por la luz plateada de la luna que entraba por la ventana, Elyra yacía dormida. Su cuerpo estaba cubierto por un delicado vestido de tela fina, que caía suavemente sobre sus formas, realzando la pureza y la fragilidad que siempre parecía irradiar. Su cabello, esparcido sobre la almohada, brillaba bajo el reflejo de la luna, y su piel parecía resplandecer como si ella misma fuera un faro de luz en medio de la oscuridad.

Caelum la observó en silencio, sus ojos recorriendo cada detalle de su ser. No había peligro aquí, no había necesidad de protegerla de nada en ese momento. Sin embargo, no podía apartar la mirada. Había algo en su quietud, en la paz que irradiaba, que lo dejaba inmóvil. Era casi como si su presencia lo tranquilizara, lo hiciera sentir algo que nunca había experimentado: calma.

Se permitió acercarse un poco más, sus ojos estudiando cada línea, cada curva de su rostro, mientras la luna continuaba iluminándola suavemente. Elyra respiraba profundamente, su pecho subiendo y bajando bajo la fina tela del vestido. Cada movimiento parecía sincronizado con la propia esencia del reino, como si ella fuera el latido de Hallownest.

Caelum no se movió. Sentía algo extraño dentro de él, una mezcla de admiración y confusión. Había vivido toda su vida como una Vasija Pura, como un guerrero, como un protector, y nunca había permitido que los sentimientos interfieran con su misión. Pero ahora, mientras la observaba dormir, algo en su interior se rompía lentamente. La dureza de su armadura, la coraza que había levantado para protegerse, se sentía más frágil que nunca.

¿Qué me pasa? —se preguntó, mientras su respiración se volvía irregular. No podía entenderlo. Elyra era su protegida, su deber. Pero había algo en ella, algo en la forma en que dormía tan pacíficamente, que lo desarmaba por completo.

Los rayos de la luna seguían bañándola en su luz, y Caelum sintió que, por primera vez, no estaba solo en su oscuridad. Elyra brillaba de una manera que no podía explicar, una luz que lo atraía, aunque sabía que nunca podría alcanzarla.

Debo irme... —pensó, aunque sus pies no se movían. Quería quedarse allí un poco más, solo observándola. Se preguntaba cómo sería vivir en su luz, compartir ese espacio que ella habitaba con tanta gracia y pureza.

Finalmente, después de lo que le pareció una eternidad, dio un paso atrás. La sensación de calma que lo invadió en ese momento fue algo que nunca había sentido antes. Sin embargo, sabía que no podía quedarse. No debía. Con un último vistazo hacia Elyra, se giró, dispuesto a salir por donde había entrado.

Antes de partir, una leve sonrisa se dibujó en sus labios, un gesto tan pequeño que casi pasó desapercibido, pero que para él fue un mundo de emociones reprimidas.

Solo por esta vez... —murmuró para sí mismo, mientras salía de la habitación, volviendo a perderse entre las sombras de Hallownest.

Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora