El Rey Pálido observó el vasto horizonte de Hallownest desde los ventanales del Palacio Blanco, su mirada perdida en los recovecos oscuros de su reino. Sabía que aquel día marcaría un punto crucial en su plan para mantener la paz en esas tierras. Las sombras del pasado lo acompañaban como una segunda piel, pesando sobre él mientras se preparaba para descender a Nido Profundo, el hogar de Herrah, la Reina de las Arañas.
La decisión de sellar la infección en su hijo Caelum, la Vasija Pura, no había sido fácil, y el sacrificio de los Soñadores tampoco lo sería. Sin embargo, el destino de Hallownest dependía de esos sacrificios. Ya había convencido a Monomon, la erudita, y a Lurien, el vigilante, quienes habían accedido a convertirse en Soñadores. Ahora solo quedaba uno: Herrah.
Sabía que no sería una conversación sencilla. Herrah, con su independencia y orgullo, no cedería fácilmente. Pero también sabía de su deseo más profundo: un heredero, una hija. Ese sería el punto de negociación.
Con un suspiro, el Rey Pálido abandonó el Salón del Trono, cubriéndose con su manto blanco antes de dirigirse hacia los pasillos más oscuros del Palacio. Los guardias inclinaron la cabeza a su paso, reverentes pero conscientes de la tensión que flotaba en el aire. El monarca caminó con paso firme hasta la salida que lo llevaría hacia Nido Profundo, el reino subterráneo gobernado por la reina de las arañas.
Mientras descendía, los pasadizos se volvieron cada vez más sombríos y húmedos. Las paredes estaban cubiertas de telas de araña que parecían brillar débilmente en la penumbra, señal del dominio de Herrah sobre esa región. El silencio era denso, roto solo por los ocasionales sonidos lejanos de las criaturas que habitaban los rincones más profundos del reino.
El Rey Pálido avanzaba en silencio, su mente llena de reflexiones. Recordaba cómo, años atrás, había visto a Caelum regresar del Abismo. Sabía que no era solo una Vasija vacía, sino su hijo. Aunque le había costado aceptar la verdad, la realidad era innegable: Caelum había crecido, había sobrevivido, y aunque había sido creado para un propósito específico, no podía ignorar el lazo que compartían. Apreciaba a Caelum, pero también sabía que no podía permitirse el lujo de ser sentimental. El reino necesitaba ser salvado.
Después de lo que pareció una eternidad, llegó a la entrada de la fortaleza de Herrah. Dos guardias lo observaron detenidamente antes de inclinar la cabeza y permitirle el paso. El rey caminó con paso solemne, siendo guiado hacia la cámara de la reina.
La sala donde aguardaba Herrah era vasta, oscura, y las grandes telarañas que adornaban el techo parecían danzar con la brisa fría del subsuelo. En el trono de piedra, rodeada por sus más leales súbditos, se encontraba Herrah, la reina de las arañas, con sus múltiples ojos brillando como esmeraldas en la penumbra.
-Rey Pálido -dijo Herrah, su voz era suave pero peligrosa, como el susurro de una araña preparando su red-. Sabía que vendrías. ¿Qué te trae tan lejos de tu palacio?
El Rey Pálido la miró con su usual calma, aunque sabía que cada palabra contaba en esa negociación.
-Vengo a ti con una petición, Herrah. Una que solo tú puedes conceder -comenzó, sin rodeos-. Como ya sabrás, la infección amenaza con volver a Hallownest. He tomado medidas para sellarla, pero necesito tu ayuda. Tú eres la última pieza de este rompecabezas.
Herrah inclinó la cabeza ligeramente, sus ojos brillando con curiosidad y algo de suspicacia.
-¿Y qué esperas que haga yo, Rey? Mi lealtad no se otorga con facilidad, y menos para algo tan grande como lo que sugieres.
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Hollow Knight - La Última Guardiana (Novela No Oficial)
FanficEste fanfic toma inspiración del universo de Hollow Knight, pero no sigue el lore oficial del juego. Aquí, la Vasija Pura será llamada Caelum, y Elyra será el nombre de la lectora. Los eventos y detalles de los personajes han sido reimaginados para...