Capitulo 33 ⚘️

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Al día siguiente, volví a mi rutina habitual desde que desperté del coma. Me senté en el banco de la cafetería del hospital, frente a la calle, y miré hacia los autos que pasaban. Daniel se sentó a mi lado, como siempre.

— Buenos días, Brillitos — dijo, sonriendo.

Sonreí también.

— Buenos días, Daniel.

Nos sentamos en silencio durante un rato, mirando hacia la calle. Los autos pasaban rápidamente, y la gente caminaba por la acera. Era un día normal, pero para mí, era un día más sin recordar nada.

Daniel rompió el silencio.

— ¿Quieres hablar sobre lo que dijo el doctor Shepherd ayer? — preguntó.

Me encogí de hombros.

— No hay mucho que decir. Todavía no recuerdo nada.

Daniel asintió.

— Lo sé. Pero tal vez, si hablas sobre ello, algo te haga recordar.

Me reí.

— No creo que funcione así.

Daniel sonrió.

— No pierdes nada por intentarlo.

Miré hacia la calle de nuevo, y mi mente comenzó a divagar. ¿Qué había pasado conmigo? ¿Por qué no podía recordar nada?

— Daniel — dije de repente.

— ¿Sí? — respondió.

— ¿Crees que algún día recordaré?

Daniel me miró con seriedad.

— Creo que sí, Alex. Creo que tu memoria volverá.

Me sentí un poco mejor, saber que alguien creía en mí.

— Gracias, Daniel — dije.

Daniel sonrió.

— De nada, Brillitos. Estoy aquí para ti.

Seguimos sentados en silencio, mirando hacia la calle. Los autos pasaban, y la gente caminaba. Pero para mí, el tiempo se detuvo. Estaba atrapado en un vacío, sin recordar nada. Pero con Daniel a mi lado, no me sentía solo.

Mientras veíamos la calle, un coche deportivo se colocó frente a nosotros. Era un Ferrari, y junto a él, un Mercedes. Ambos autos hicieron rugir sus motores, y el ruido fue ensordecedor.

Daniel se molestó por el ruido y se tapó los oídos.

— ¡Qué ruido! — dijo, frustrado.

Pero a mí, me fascinó. Me quedé hipnotizada por el Ferrari de color rojo. Era hermoso, con sus líneas curvas y su brillo intenso. Me sentí atraída hacia él, como si fuera un imán.

De repente, por mi mente pasaron vagas imágenes de un Ferrari de color azul oscuro. No sabía por qué, pero era como si lo hubiera visto antes. La imagen era borrosa, pero podía sentir la emoción que me producía.

Y luego, vi una pista de carreras. No sabía dónde estaba, pero podía sentir el rugido de los motores, el olor a gasolina y el estruendo de la multitud.

Me sentí confundida. ¿Qué era lo que estaba viendo? ¿Por qué me parecía familiar?

Daniel me sacó de mi trance.

— Alex, ¿estás bien? — preguntó, preocupado.

Me giré hacia él, aún con la mirada fija en el Ferrari.

— Sí... sí, estoy bien — dije, intentando sonreír.

Pero no estaba bien. Algo había despertado en mí, algo que no podía explicar. El Ferrari rojo me había hecho recordar algo, pero no sabía qué.

DAYLIGHT|| Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora