Capítulo 46 ⚘️

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Charles

Después de una emocionante semana en México, estábamos de regreso en el avión de Toto, listos para volver a casa

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Después de una emocionante semana en México, estábamos de regreso en el avión de Toto, listos para volver a casa. Alex y yo estábamos sentados juntos, disfrutando del paisaje desde la ventana del avión.

De repente, Alex se volvió hacia mí y comenzó a hablar en voz baja.

- Charles, necesito contarte algo - dijo, su mirada seria.

Me incliné hacia ella, intrigado.

- ¿Qué es, Alex? - pregunté.

- Sobre mi accidente... - comenzó. - Recuerdo todo. Val y yo estábamos caminando hacia el hotel cuando una camioneta se dirigió hacia nosotras. Empujé a Val para salvarla y recibí el impacto.

Mi corazón se detuvo al escuchar sus palabras. Me sentí enfurecido y proteccionista.

- ¿Viste quién era el conductor? - pregunté, tratando de mantener la calma.

Alex tragó saliva antes de responder.

- Sí... era Vanessa.

Me sentí como si hubiera recibido un golpe en el estómago. ¿Cómo alguien podía hacerle eso a Alex?

Toto, que estaba sentado frente a nosotros, se levantó y se acercó.

- ¿Qué pasa aquí? - preguntó, notando la tensión en el aire.

Alex repitió su historia, y Toto se puso serio y determinado.

- Procederé legalmente - dijo. - No podemos dejar que Vanessa se salga con la suya.

Me puse de pie y me uní a Toto.

- Estoy contigo, Toto - dije. - No permitiremos que Vanessa se escape de esto.

Alex se levantó y se puso entre nosotros, su mirada llena de gratitud.

- Gracias, papá - dijo. - Gracias, Charles.

Toto la abrazó y le dio un beso en la mejilla.

- No te preocupes, hija - dijo. - Haremos que se haga justicia.

Me sentí orgulloso de estar al lado de Alex y Toto, listo para luchar por la verdad y la justicia. Vanessa no se saldría con la suya.

Al llegar a Mónaco, Toto se despidió de nosotros y se fue a su casa. Me quedé con Alex, y la llevé a mi departamento. Al abrir la puerta, me sentí estático, recordando el dolor y la destrucción que había visto la última vez que estuve allí.

El recuerdo de la noche que regrese de Italia y cai en cuenta de que Alex había muerto me invadió, y sentí que mi corazón se rompía de nuevo. Me pareció que el tiempo se detuvo, y solo podía ver la devastación que había creado mi dolor.

Alex pareció notar mi reacción, y se acercó a mí. Tomó mi mano, y me dio una sensación de seguridad y tranquilidad.

- Estoy aquí, Charles - dijo, su voz suave y reconfortante.

Me sentí abrumado por la emoción, y rompí en llanto. Alex me abrazó, y me sostuvo mientras yo sollozaba.

- No puedo imaginar mi vida sin ti - dije, mi voz entrecortada por el llanto. - Ya no le veo sentido a mi vida sin ti, Alex.

Alex me acunó en sus brazos, y me habló con suavidad.

- Estoy aquí, Charles. No te voy a dejar. Nunca más.

Me sentí consolado por sus palabras, y comencé a calmarme. La presencia de Alex era como un bálsamo para mi alma herida.

- Lo siento - dije, secándome las lágrimas. - No debería haber reaccionado así.

Alex me sonrió, y me besó en la mejilla.

- No tienes que disculparte, Charles. Estoy aquí para ti.

Me sentí agradecido por su amor y su comprensión. Sabía que con Alex a mi lado, podría superar cualquier cosa.

Alex me miró a los ojos, su mirada profunda y llena de amor.

- Este lugar es nuestro, Charles - dijo, su voz suave y reconfortante. - Aquí solo existimos tú y yo. Nadie más.

Me sentí envuelto en su calor y su presencia.

- Eres todo para mí - continuó. - Cuando no recordaba quién era, sentía un vacío en el corazón que no podía llenar.

Mi corazón se detuvo al escuchar sus palabras. Me sentí responsable de su dolor, pero también me sentí agradecido de que ella me hubiera elegido para compartir su vida.

- No puedo imaginar mi vida sin ti - dije, mi voz llena de emoción.

Alex sonrió y se acercó a mí.

- No tienes que imaginarla - dijo. - Estoy aquí, contigo.

La tomé en mis brazos y la besé con pasión y desesperación. Quería que supiera que nunca la dejaría ir, que siempre estaría allí para ella.

- Te amo - dije, mi voz entrecortada por la emoción.

- Te amo también - respondió Alex, su voz suave y reconfortante.

En ese momento, nada más importaba. Solo estábamos Alex y yo, en nuestro propio mundo, donde nada podía separarnos.

Mis manos bajaron por la espalda de Alex, sintiendo la suavidad de su piel y la curva de su cuerpo. Llegué hasta su trasero y la levanté, sintiendo su peso en mis brazos. Ella enrolló sus piernas en mi cintura, atrayéndome hacia ella.

Mientras la sostenía, Alex enredó sus dedos en mi cabello, tirando suavemente. Me sentí envuelto en su calor y su pasión.

La miré a los ojos, viendo la deseabilidad y el amor que reflejaban. Su boca se curvó en una sonrisa, y yo no pude resistir besarla.

Con Alex aún en mis brazos, comencé a caminar hacia la habitación. Cada paso era como un latido de mi corazón, lleno de anticipación y deseo.

La habitación estaba oscura, solo iluminada por la luna que se filtraba por la ventana. La atmósfera era íntima y sensual.

La deposité suavemente en la cama, y me acosté a su lado. Nuestros cuerpos se unieron, y nuestra pasión se desató.

- Te amo - susurré en su oído.

- Te amo también - respondió Alex, su voz baja y sensual.

Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado, y nuestro amor se convirtió en una llama que ardía con intensidad.

En ese momento, nada más existía. Solo estábamos Alex y yo, perdidos en nuestro amor y nuestra pasión. La noche se convirtió en un infinito de placer y amor. Era como si el tiempo se hubiera detenido, y solo existiera el presente.

Y en ese presente, Alex era mi todo.




DAYLIGHT|| Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora