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Estoy completamente enamorado de Alex. Me siento en la nubes, como si nada pudiera hacerme caer. Cada momento que paso con ella es mágico, cada sonrisa que me da es un regalo, cada beso que compartimos es un sueño hecho realidad.
No recuerdo haberme sentido así antes, tan seguro de mis sentimientos, tan convencido de que quiero pasar el resto de mi vida junto a ella. Alex es mi todo, mi razón de ser, mi alma gemela.
Cada día que pasa, me doy cuenta de que la quiero más y más. Me encanta su risa, su sonrisa, su manera de ser. Me encanta la forma en que me hace sentir, como si fuera el único hombre en el mundo.
Sé que todavía somos jóvenes, que tenemos toda la vida por delante, pero no puedo imaginar un futuro sin Alex a mi lado. Quiero despertar cada mañana con ella, quiero explorar el mundo junto a ella, quiero construir una vida juntos.
Estoy más que seguro de que quiero pasar mi vida entera junto a Alex. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para hacerla feliz, para protegerla, para amarla. Ella es mi todo, y yo soy suyo.
Alex y yo decidimos viajar a Italia para encontrarnos con Carlos y Val. Estábamos emocionados de explorar juntos y de pasar tiempo con nuestros amigos.
Llegamos a Roma y nos encontramos con Carlos y Val en un pequeño café en el centro de la ciudad. Nos abrazamos felices de vernos de nuevo.
Pasamos los días siguientes explorando la ciudad, visitando lugares históricos como el Coliseo y el Vaticano. Alex estaba fascinada por la arquitectura y la historia, y yo estaba encantado de verla tan feliz.
Por las noches, nos reuníamos en un restaurante para disfrutar de la deliciosa comida italiana y compartir historias de nuestras aventuras. Carlos y Val nos contaron sobre sus viajes por Europa, y nosotros les hablamos sobre nuestro tiempo en Mónaco.
Un día, Carlos sugirió que fuéramos a la Toscana, a una villa que había alquilado para la semana. Estábamos emocionados de ver el campo italiano y de pasar tiempo juntos en un entorno más relajado.
Así que nos subimos al coche y nos dirigimos a la Toscana. El paisaje era impresionante, con colinas verdes y viñedos que se extendían hasta el horizonte. Llegamos a la villa y nos quedamos sin aliento. Era una casa de ensueño, con una piscina y un jardín que daban vistas a la campiña.
Pasamos los días siguientes relajándonos en la villa, tomando sol en la piscina y explorando los pueblos cercanos. Fue una semana increíble, llena de risas y momentos inolvidables.
Mientras Alex y Val visitaban una galería de arte en la Toscana, decidí aprovechar la oportunidad para irme con Carlos a su joyería favorita en la ciudad. Tenía un propósito secreto: comprar un anillo de compromiso para Alex.
Carlos me guió a través de las calles empedradas hasta llegar a la joyería, una pequeña tienda elegante con una gran variedad de joyas hermosas. Me mostró algunas opciones, pero yo sabía exactamente lo que buscaba: un anillo de diamantes clásico y elegante que reflejara la belleza y la sofisticación de Alex.
Finalmente, encontré el anillo perfecto. Era un diamante redondo rodeado de pequeños diamantes, montado en un aro de platino. Me pareció perfecto para Alex.
— Carlos me felicitó cuando me vio con el anillo en la mano — ¡Estás tomando una gran decisión, amigo mío! —me dijo con una sonrisa — Alex es una mujer increíble, y estoy seguro de que ella será muy feliz.
Me sentí emocionado y nervioso al mismo tiempo. Sabía que estaba tomando una gran decisión, pero estaba seguro de que era la correcta. Quería pasar el resto de mi vida con Alex, y este anillo era el símbolo perfecto de mi compromiso con ella.
Gracias a Carlos por su ayuda y su apoyo, me sentí más seguro que nunca de que estaba haciendo lo correcto. Ahora solo tenía que esperar el momento perfecto para pedirle a Alex que se casara conmigo.
Alex me dijo que ella y Val saldrían a cenar juntas esa noche, algo que no habían hecho antes. Me pareció genial, ya que ellas dos necesitaban pasar tiempo juntas sin nosotros.
Así que Carlos y yo nos quedamos en el hotel, decidimos jugar un poco de póker para pasar el tiempo. Nos sentamos en el salón del hotel, con una mesa y unas cartas, y comenzamos a jugar.
La noche fue divertida, Carlos es un buen jugador y me dio un poco de trabajo ganarle. Pero al final, salí victorioso y me llevé el premio.
Mientras jugábamos, no podía dejar de pensar en Alex y en el anillo de compromiso que había comprado. Estaba emocionado de pedirle que se casara conmigo, y esperaba que ella dijera que sí.
Carlos notó que estaba distraído y me preguntó qué pasaba. Le conté sobre el anillo y mis planes para pedirle a Alex que se casara conmigo. Me felicitó y me dijo que estaba seguro de que ella diría que sí.
La noche terminó con una victoria mía en el póker y con la sensación de que estaba a punto de dar un gran paso en mi vida con Alex.
Mientras jugaba póker con Carlos, sentí un presentimiento malo. No podía explicarlo, pero algo en mi interior me decía que algo estaba mal. Intenté sacudirme la sensación, pero no podía quitármela de encima.
De repente, Carlos recibió una llamada. Contestó y su expresión cambió de inmediato. Vi preocupación y alarma en sus ojos.
— Me miró y me dijo — Charles, las chicas sufrieron un accidente.
— Mi corazón se detuvo. Sentí un golpe en el pecho — ¿Qué pasó? — le pregunté, tratando de mantener la calma —.
— Carlos se levantó de la mesa y me dijo — Tenemos que ir al hospital ahora mismo —.
No necesitó decir más. Me levanté y salimos corriendo del hotel.
El trayecto al hospital fue un borrón. Mi mente estaba llena de pensamientos negativos. ¿Qué había pasado? ¿Estaba Alex bien? ¿Y Val?
Cuando llegamos al hospital, mi corazón latía a mil por hora. Carlos me puso una mano en el hombro y me dijo.
— Vamos a encontrarlas y asegurarnos de que estén bien —Pero su expresión no me convenció. Podía ver la preocupación en sus ojos —
— Entramos al hospital y nos dirigimos a la recepción — Necesitamos saber dónde están Alex y Val — le dije a la enfermera. Ella nos miró con una expresión seria y nos dijo — Por favor, siganme.
