Capítulo 38 ⚘️

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Después de ver a Alex en la calle, no pude sacarla de mi mente. Tenía que saber qué había pasado, por qué nos dijeron que había muerto y cómo había acabado en Maranello.

Carlos y yo decidimos investigar a fondo el accidente que tuvo Alex. Queríamos saber la verdad.

Comenzamos por el hospital donde Alex había sido ingresada después del accidente. Queríamos hablar con el doctor que la había atendido, saber qué había pasado exactamente.

Llegamos al hospital y nos dirigimos a la recepción.

— Buenos días — dije. — Estamos buscando al doctor Owen Hunt.

La recepcionista nos miró con curiosidad.

— Lo siento, caballeros — dijo. — El doctor Hunt está de vacaciones. No volverá hasta dentro de una semana.

Me sentí frustrado. ¡Una semana! No podía esperar tanto.

— ¿Hay alguien más que pueda hablar con nosotros? — pregunté.

La recepcionista asintió.

— Puedo llamar al doctor que lo reemplaza — dijo. — Pero no sé si podrá ayudarlos.

Esperamos unos minutos hasta que llegó el doctor reemplazo.

— Buenos días — dijo. — Soy el doctor Rossi. ¿En qué puedo ayudarlos?

Le expliqué nuestra situación y le pedí que nos dijera todo lo que sabía sobre Alex.

El doctor Rossi nos miró con curiosidad.

— Alex... — dijo. — Sí, recuerdo ese caso. Fue un accidente grave. La paciente sufrió una hemorragia interna...

— ¿Qué pasó con ella después del accidente? — interrumpí.

El doctor Rossi se encogió de hombros.

— Lo siento, no tengo acceso a esa información. El doctor Hunt es el único que puede proporcionarla.

Me sentí desanimado. Habíamos llegado a un callejón sin salida.

— Gracias, doctor — dije. — Nos vamos a tener que esperar hasta que regrese el doctor Hunt.

Carlos asintió.

— Sí, gracias — dijo.

Salimos del hospital, decididos a seguir investigando.

— No nos rendiremos — dije a Carlos. — Vamos a encontrar a Alex y vamos a descubrir la verdad.

Carlos sonrió.

— Estoy contigo, Charles — dijo. — Hasta el final.

Después de dejar el hospital, Carlos y yo decidimos recorrer cada estación de policía y hospital de la ciudad, buscando cualquier rastro de Alex. También le preguntamos a las personas en la calle, dándoles la descripción de Alex.

— ¿Alguien ha visto a esta chica? — preguntaba, mostrando una foto de Alex.

La mayoría de las personas negaban con la cabeza, pero seguimos insistiendo.

De repente, un hombre se acercó a nosotros. Era un hombre mayor, con cabello gris y gafas.

— Disculpen, caballeros — dijo. — ¿Están buscando a alguien?

Me volví hacia él.

— Sí, estamos buscando a una chica llamada Alex — dije. — Ella tiene...

El hombre me interrumpió.

— Sé quién es — dijo. — Soy el doctor Dereck Shepherd.

Me sentí emocionado.

— ¿Usted conoce a Alex? — pregunté.

El doctor Shepherd asintió.

— Sí — dijo. — Yo conozco a una chica muy parecida a la que describen.

Carlos y yo nos miramos, ansiosos.

— ¿Dónde está? — pregunté.

El doctor Shepherd se encogió de hombros.

— Ella ingreso al hospital con una grave hemorragia interna que pudimos tratar a tiempo — dijo. —

Me sentí confundido.

— ¿La ha tratado? — pregunté. — ¿Qué quiere decir?

El doctor Shepherd suspiró.

— Alex sufrió un accidente grave — dijo. — Y después... bien, después de eso, su memoria se vio afectada.

— ¿Qué quiere decir? — pregunté.

El doctor Shepherd se encogió de hombros.

— No recuerda su pasado — dijo. — No recuerda nada antes del accidente.

Me sentí impactado.

— ¿Nada? — pregunté.

El doctor Shepherd negó con la cabeza.

— Nada — dijo. — Pero creo que puede recordar algo. Algo que la conecta con usted, Charles.

Me sentí emocionado.

— ¿Qué es? — pregunté.

El doctor Shepherd sonrió.

— Eso es algo que solo Alex puede decirles — dijo. — Pero estoy dispuesto a ayudarlos.

Regresamos al coche, Carlos y yo, con sonrisas en nuestros rostros. Habíamos encontrado la prueba de que Alex estaba viva. El doctor Shepherd nos había dicho que ella estaba en un hospital privado en las afueras de la ciudad.

— ¡Está viva! — exclamé, golpeando el volante con emoción.

Carlos se rió.

— ¡Lo sabíamos! — dijo. — Lo sabíamos desde el principio.

Llamé a Pierre, mi amigo y compañero de equipo, para darle la noticia.

— ¡Pierre! — dije. — ¡Alex está viva!

Pierre se quedó callado al otro lado de la línea.

— ¿Qué? — preguntó finalmente. — ¿Cómo lo sabes?

Le conté todo sobre nuestro encuentro con el doctor Shepherd.

— ¡Eso es increíble! — dijo Pierre — ¡Tengo que verla!

— Todavía no — dije. — El doctor Shepherd nos pidió tiempo para prepararla.

Pierre se rió.

— ¿Prepararla? — preguntó. — ¿Para qué?

— No lo sé — dije. — Pero creo que es porque Alex no recuerda su pasado.

Hubo un silencio al otro lado de la línea.

— ¿Qué vas a hacer? — preguntó Pierre finalmente.

— Voy a ir al hospital — dije. — Voy a verla.

Pierre asintió.

— Estoy contigo, Charles — dijo. — Hasta el final.

Colgué el teléfono y me volví hacia Carlos.

— Vamos — dije. — Vamos a verla.

Carlos sonrió.

— Estoy listo — dijo.

Pero entonces recordé las palabras del doctor Shepherd.

— Espera — dije. — El doctor Shepherd nos pidió tiempo.

Carlos se encogió de hombros.

— ¿Cuánto tiempo? — preguntó.

— No lo sé — dije. — Pero creo que debemos respetar su pedido.

Carlos asintió.

— Tienes razón — dijo. — No queremos hacerle daño.

Me sentí frustrado, pero sabía que era lo correcto.

— Mañana — dije. — Vamos a ir mañana.

Carlos sonrió.

— Mañana — repitió.






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