Capítulo 52 ⚘️

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Después de nuestra boda, Charles y yo decidimos pasar parte de nuestra luna de miel en Italia. Queríamos combinar aventura y romance en un lugar que nos encantaba a ambos.

Nuestra primera parada fue en las montañas de los Alpes italianos, donde pasamos varios días esquiando y disfrutando del paisaje invernal. La nieve crujía bajo nuestros esquís mientras descendíamos por las pendientes, el sol brillando sobre nosotros.

Charles me tomó la mano y me miró con una sonrisa.

— Esto es perfecto — dijo. — Estoy aquí contigo, en uno de los lugares más hermosos del mundo.

Me sentí emocionada y feliz, rodeada de la belleza natural y del amor de Charles.

Después de unos días de esquiar, decidimos viajar a Roma, la Ciudad Eterna. Queríamos sumergirnos en la historia y la cultura de este lugar legendario.

Al llegar a Roma, Charles me trató como a una reina. Me llevó a los mejores restaurantes, me compró flores y joyas, y me mostró los lugares más emblemáticos de la ciudad.

Visitamos el Coliseo, el Foro Romano y la Basílica de San Pedro. En cada lugar, Charles me contaba historias y anécdotas sobre la historia de Roma, y me hacía sentir como si estuviera viviendo en una película.

Una noche, Charles me llevó a un restaurante en la parte superior del Hotel Hassler, con vistas impresionantes de la ciudad. Me sentí como una princesa, con el amor de mi vida a mi lado.

— Te amo — dijo Charles, mientras me tomaba la mano. — Eres la mujer más hermosa y inteligente que he conocido.

Me sentí conmovida por sus palabras y le respondí:

— Te amo también, Charles. Eres el hombre de mi vida.

La luna de miel en Italia fue un sueño hecho realidad. Estuve rodeada de amor, belleza y aventura, y supe que había encontrado a mi alma gemela en Charles.

Después de nuestra estancia en Italia, Charles y yo volvimos a Mónaco. Al llegar, Charles me miró con una sonrisa misteriosa y dijo:

— Tengo una sorpresa para ti.

Me sentí intrigada y emocionada. ¿Qué podría ser?

— Sube al auto — dijo Charles. — Te llevaré a algún lugar especial.

Subimos al auto y Charles condujo por las calles pintorescas de Mónaco. Finalmente, llegamos a una casa impresionante, con vistas al mar Mediterráneo. La arquitectura era moderna y elegante, con jardines perfectamente manicurados.

— ¿Qué es esto? — pregunté, asombrada.

Charles sonrió y dijo:

— Este es nuestro nuevo hogar.

No podía creerlo. ¿Nuestro nuevo hogar?

— ¿Por qué? — pregunté, emocionada.

Charles se bajó del auto y me tomó la mano.

— Porque muy pronto tendremos hijos — dijo, mirándome a los ojos. — Quiero que crezcan en un lugar seguro y hermoso, con vistas al mar.

Me sentí conmovida por sus palabras. ¿Hijos? ¿Ya? Me sentí emocionada y asustada al mismo tiempo.

— ¿Estás seguro? — pregunté, sonriendo.

Charles asintió.

— Sí, estoy seguro — dijo. — Quiero construir una vida contigo, Alex. Quiero ser padre y tener una familia contigo.

Me sentí emocionada y feliz. ¿Qué más podía pedir? Tenía al hombre de mi vida, una casa hermosa en Mónaco y pronto tendríamos hijos.

— Te amo — dije, abrazándolo.

— Te amo también — respondió Charles, besándome.

La casa era perfecta, con habitaciones espaciosas y vistas impresionantes al mar. Me sentí como una reina, viviendo en un palacio.

— Esto es nuestro — dijo Charles, tomándome la mano. — Nuestro hogar, nuestro futuro.

Me sentí emocionada y feliz, sabiendo que había encontrado a mi alma gemela en Charles.



❤️


Después de haber recibido la sorpresa de mi vida al descubrir que nuestra nueva casa en Mónaco era un hogar para nuestra futura familia, Charles y yo decidimos compartir nuestra alegría con nuestros seres queridos.

— Vamos a hacer una fiesta para inaugurar nuestra casa — dijo Charles, sonriendo.

— ¡Genial! — respondí, emocionada. — Invitemos a todos nuestros familiares y amigos.

Así que comenzamos a hacer la lista de invitados y a planificar los detalles de la fiesta. Queríamos que fuera una celebración inolvidable.

Finalmente, el día de la fiesta llegó. Nuestra casa estaba llena de flores y decoraciones, y el aroma de la comida deliciosa llenaba el aire.

Mi padre, Val, Susie y Pato llegaron primero, con grandes sonrisas en sus rostros.

— ¡Felicidades, Alex! — dijo mi padre, abrazándome. — Esta casa es impresionante.

— ¡Gracias, mamá! — respondí, sonriendo.

Luego llegaron los amigos de Charles, incluyendo a su familia que siempre había sido muy amable conmigo.

La fiesta comenzó y todos se divertían, bailando y riendo. Charles y yo nos tomamos un momento para dar un discurso de agradecimiento.

— Queremos agradecerles a todos por estar aquí hoy — dijo Charles, mirándome a los ojos. — Esta casa es nuestro hogar, y estamos emocionados de compartirlo con ustedes.

— ¡Y pronto tendremos una familia que llenará esta casa de amor y risas! — agregué, sonriendo.

Todos aplaudieron y nos dieron felicitaciones.

La fiesta continuó hasta tarde en la noche, con música, baile y risas. Fue una noche inolvidable, y me sentí afortunada de tener a tantas personas queridas a mi alrededor.

Al final de la noche, Charles me tomó la mano y me llevó a la terraza, donde podían verse las luces de Mónaco.

— ¿Estás feliz? — preguntó, mirándome a los ojos.

— Sí — respondí, sonriendo. — Estoy muy feliz.

— Yo también — dijo Charles, besándome. — Esto es solo el comienzo de nuestra vida juntos.



DAYLIGHT|| Charles Leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora