La noche era mágica. Charles y yo estábamos abrazados en la terraza de un hotel en Mónaco, viendo los fuegos artificiales iluminar el cielo. La música y los sonidos de la multitud se mezclaban con la emoción del momento.
- ¿Qué te parece si te pregunto sobre tu vestido? - dijo Charles, sonriendo.
Me reí y me acerqué a él.
- No puedes preguntar - dije, tapándole la boca con mi mano. - Es mala suerte.
Charles se rió y me besó la mano.
- Está bien, no preguntaré - dijo. - Pero estoy emocionado de verte con él puesto.
Sonreí y me acerqué a él.
- Tengo un plan - dije. - Voy a viajar a Estados Unidos con papá, Susie, Val y Carmen, y tu madre.
Charles me miró intrigado.
- ¿Qué vas a hacer allí? - preguntó.
- Voy a comprar mi vestido de novia en Kleinfeld - dije, emocionada.
Charles sonrió.
- Siempre has soñado con eso - dijo. - Estoy emocionado por ti.
Me abrazó y me besó.
- Te voy a extrañar - dijo.
- Yo también - respondí. - Pero volveré con mi vestido de novia.
La noche continuó con fuegos artificiales y música, pero mi mente ya estaba en Nueva York, imaginando mi vestido de novia perfecto.
- ¿Cuándo te vas? - preguntó Charles.
- En una semana - respondí. - Y volveré en dos semanas.
Charles sonrió.
- Te estaré esperando - dijo. - Con impaciencia.
Me reí y me acerqué a él.
- Te amo - dije.
- Te amo también - respondió.
Estaba sentada en el avión, rumbo a Nueva York, con mi padre, Susie, Val, Carmen y la madre de Charles. Todos estábamos emocionados por la aventura que nos esperaba: encontrar mi vestido de novia perfecto en Kleinfeld.
Toto, mi padre, estaba sentado junto a mí, cerca de la ventana. Mirábamos el cielo azul mientras el avión despegaba.
- Tu estaria muy feliz por ti - dijo Toto, sonriendo.
- Sí - respondí, sonriendo también. - Lo estaría.
Pero entonces, mi mente se desvió hacia mi madre. Siempre había soñado que ella me acompañaría a comprar mi vestido de novia. Me hubiera encantado que estuviera conmigo en este momento.
- Papá - dije, mirándolo con lágrimas en los ojos. - Desearía que mamá estuviera aquí.
Toto me abrazó y me besó la frente.
- Siempre estará contigo, Alex - dijo. - En tu corazón y en tus recuerdos.
Asentí, secando mis lágrimas. Sabía que era verdad. Mi madre siempre estaría conmigo, aunque no estuviera físicamente presente.
- ¿Sabes qué? - dije, sonriendo. - Me gusta pensar que mamá me está guiando en esta búsqueda del vestido perfecto.
Toto sonrió.
- Estoy seguro de que lo está - dijo.
La azafata nos ofreció refrescos y nos sentamos en silencio por un rato, disfrutando del vuelo.
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DAYLIGHT|| Charles Leclerc
عاطفية《Solo hay dos momentos en que quiero estar contigo: Ahora y para Siempre》❣️🌹