Capítulo 10

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Khaotung

Cada mañana, en cuanto me despierto, busco a First por la cama. Entonces recuerdo que ya no estoy en nuestra cama. Abro los ojos y me entristece ver que estoy en el cuarto de invitados de mis hermanos. Empiezo a asociar esa desolación con este hábitat en el que me encuentro, lo que me hace querer mudarme cuanto antes.

Miro mi modesta cuenta bancaria. Ya que no he tenido a penas gastos durante todos estos últimos años, mi herencia está intacta. Mis padres se separaron cuando Phuwin nació. Ambos se buscaron una nueva pareja con las que formaron otras familia respectivamente y a nosotros nos dejaron con nuestra abuela materna. Ella nos crió en una casa llena de amor y puedo decir con orgullo que nunca extrañé a mis progenitores, pero puede que ese vacío emocional que dejaron en mí fue lo que hizo que me enamorara de los padres de First, que me abrieron las puertas de su casa y lo que es más importante, su corazón, nada más conocerme. Separarme de ellos va a ser difícil, pero nada comparable con el enorme hueco que va a dejar First en mi ser.

La abuela falleció el año en que mi hermano entró en la facultad de derecho. Los pocos ahorros que tengo son gracias a su herencia. La extraño cada día de mi vida, pero más estos días si cabe. Necesito, más que nunca, uno de sus abrazos que curaban todos los males del mundo.

Mirando mis finanzas, hago una cuenta mental rápida y, teniendo en cuenta que voy a recibir un salario por mi trabajo en la galería de Mond, puedo permitirme alquilar algún loft que me sirva tanto de vivienda como de estudio, porque sí, voy a empezar a pintar en serio, otra vez.

- Buenos días Khao - se asoma mi hermano por la puerta, mirando su teléfono. - Tu exmarido tiene un abogado que debe de tener muy buenos amigos en el tribunal - silba en muestra de admiración. - Ya tenéis cita para la firma del divorcio.

- ¿Cuándo? - pregunto intentado ignorar el vértigo que siento en mi estómago.

- El viernes. Será la última vez que le tengas que verle la cara a ese indeseable.

Desayunos y me preparo para irme a trabajar. Sonrío en el espejo al ver mi atuendo. Unos vaqueros, una camiseta y unas viejas Nike Dunk negras y blancas. También me he vuelto a poner mis preciados aros de plata. Completo el look con una gorra de béisbol. Estoy bastante satisfecho.

En cuanto llego a la galería, Mond me pone al día de las próximas exposiciones, me da las claves del WiFi y del correo electrónico. Reviso los correos, me presento y los representantes y a los artistas como el nuevo asistente de Mond y cuando lo tengo todo controlado, me doy una vuelta por la galería, para observar la obra de la artista que expone en la actualidad. He leído en el folleto que es una mujer de 50 años, originaria de Bangkok. Tuvo bastante éxito en la década de los 90. Después desapareció en una comuna de artistas al norte del país y ahora ha decido regresar. Me sorprende que no haya elegido una galería de más renombre, pero Mond me ha dicho que ella no busca la fama, sino el trabajo bien hecho.

Su obra es, como poco, sorprendente. Compagina grandes lienzos con cuadros más pequeños. Son fondos sólidos con pinceladas de distintos colores, dentro de una misma gama, creando una armonía que contrasta con el fuerte carácter cubista predominante en toda la colección. Definitivamente, ¡me encanta!

Y para mi sorpresa, y la de Mond, mi primer día consigo vender dos de sus obras a una joven pareja. Creo que consigo contagiarles mi entusiasmo y les convenzo de que ambas piezas quedarían increíbles en su sala de estar o incluso en la entrada de su hogar, asegurándoles que es una buena inversión.

Al día siguiente, la mujer se pasa por la galería para conocerme.

- ¿Así que tú eres el artífice del milagro? - me pregunta en referencia a la venta de sus cuadros.

Escala de Grises 🔞 FirstKhaotugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora