-El sonido suave de la carretera era lo único que rompía el silencio entre nosotros. El coche avanzaba con calma, las luces de la ciudad comenzaban a brillar a lo lejos, y el aire fresco de la noche se colaba por las rendijas abiertas de las ventanas. Javi conducía con una concentración tranquila.-
L: ¿Te has dado cuenta de lo rápido que pasa el tiempo? -comenté, mirando las luces fugaces a través del cristal, un pensamiento que me había rondado la cabeza toda la tarde.-
-Javi sonrió, sus ojos momentáneamente apartados de la carretera para dirigirse a mí, y luego volvió a concentrarse en el camino.-
J: Sí, es raro. Parece que ayer estábamos aquí, haciendo lo mismo, y sin embargo, hoy estamos volviendo. -dije concentrado en la vía.-
-Mi respiración se detuvo un momento, había disfrutado de todos estos descansos que habíamos tenido pero la rutina se acercaba silenciosamente de nuevo. En el fondo tenía miedo que la rutina volviera a robar nuestro amor, nuestra conexión.-
L: ¿Qué quieres hacer cuando lleguemos? -Le pregunté, con el ánimo de calmar mis pensamientos.-
-Javi estuvo unos segundos en silencio, su mirada fija al frente, como si pensara en mi pregunta antes de responder-
J: No lo sé... Tal vez darnos una ducha tranquila y disfrutar de la calma de estar en casa después de estar todo el día en carretera. - Dije.-
-En ese instante, sin previo aviso, Javi movió su mano derecha, que había estado firmemente sujetando el volante, y la deslizó lentamente hasta mi pierna izquierda. Su mano se hundió ligeramente en mi muslo, apretando suavemente como si buscara una conexión más profunda, más palpable. Un calor creció en mi pecho, y mi respiración se volvió más lenta.-
J: ¿Estás bien? -pregunté, al sentir su ánimo más bajo de lo normal.-
-Me giré hacia él, buscando sus ojos, pero no pude evitar sentir cómo mi cuerpo reaccionaba a ese toque. La cercanía de su mano sobre mi piel, la presión suave pero decidida, me hizo sentir más vulnerable, más expuesta, pero al mismo tiempo, más conectada a él que nunca.-
L: Sí... estoy bien. Solo... -Mi voz se rompió por un segundo, pero logré controlar la sensación de nostalgia que me recorría.- Es solo que... he disfrutado mucho estos días en Azuaga.
-Javi sonrió de forma imperceptible, y su mano permaneció allí. -
J: A veces, los viajes inesperados nos llenan el corazón y más cuando eso implica volver a casa. Te entiendo cariño yo también siento lo mismo cuando volvemos a casa. Pero te prometo que cuando volvamos a tener un hueco iremos de nuevo. Todo lo que te haga feliz a ti, me hace feliz a mi también.-
-Me quedé en silencio, sus palabras quedándose conmigo mientras la música suave que sonaba en el coche hacía eco de la calma que ambos sentíamos. Entonces, sin mover su mano, Javi miró de nuevo hacia mí. Sus ojos me decían que entendía la complejidad del momento, y en sus ojos encontré esa misma calma que había comenzado a invadirnos.
J: No tienes que decir nada amor, lo sé -dije.-
-Sus palabras simples pero con un toque de confianza que hizo que mi corazón latiera un poco más rápido. Asentí, sin necesidad de añadir nada más, sabiendo que en ese instante, las palabras no eran necesarias. Solo el roce de su mano, el susurro de sus palabras, y la tranquilidad de estar juntos en esa burbuja.-
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El futbolista del que me enam⚽ré
RomanceLorena tiene 26 años, es periodista deportiva y está casada con su futbolista favorito, Javier, el cual tiene 31 años y además de jugar al fútbol en La Liga española es empresario. Ella lo conoció mucho antes de que él supiera que ella existía, conc...