Capítulo 40

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-Hoy Javi se había ido a entrenar temprano y había comido con el equipo después del entrenamiento ya que jugaban contra el Osasuna a las 14:00 p.m. Yo hoy dedicí ir al estadio y ver el partido desde el palco. -

-El ambiente en el estadio estaba cargado de tensión. Ambos equipos, Espanyol y Osasuna, estaban luchando por conseguir esa victoria tan ansiada, y a pesar de que las jugadas eran intensas, el marcador no se movía. El primer tiempo transcurrió con una lucha constante por conseguir el gol, pero ninguno de los dos equipos logró marcar.
En el minuto 25, durante una jugada desafortunada, un jugador del Osasuna entró con demasiada fuerza sobre Javi que perdió el equilibrio y cayó al suelo de forma aparatosa. Yo desde el palco, sentí como si el aire se me escapara del cuerpo. Mi corazón se aceleró, y no pude evitar mirar con preocupación a la pantalla gigante que mostraba la imagen en directo de Javi tendido en el suelo. Inmediatamente, un nudo se me formó en el estómago, pero, por suerte, unos segundos después, Javi se levantó, aunque con algo de dificultad. Se notaba que cojeaba un poco, pero al menos estaba en pie. Un suspiro de alivio recorrió mi cuerpo.-

L: Está bien, está bien. - Decía para mi misma en voz baja, tratando de calmar mis nervios.-

-A pesar del dolor, parecía que no iba a ser algo grave, y eso me dio un poco de paz. El primer tiempo terminó con un 0-0 en el marcador y pensé que, aunque había sido un primer tiempo difícil, las cosas podrían mejorar en la segunda mitad.
El segundo tiempo siguió la misma tónica. Ambos equipos se mostraban agresivos, con ocasiones constantes, pero la pelota simplemente no entraba en la red. Hubo más disputas, más intentos fallidos, y en cada uno de esos momentos, yo confiaba en el equipo, sin embargo, los minutos se pasaban, y el marcador seguía intacto. Finalmente, el árbitro pitó el final del partido. El Espanyol y Osasuna se habían ido con un empate, 0-0. Aunque no fue una victoria, el resultado era mejor que una derrota, y yo no pude evitar sentir una mezcla de alivio y frustración.-

-A las 5 p.m., Javi llegó a casa. Entró por la puerta, con una expresión cansada pero tranquila. Yo sonreí, aliviada de verlo llegar sin lesiones graves.-

L: ¿Cómo te sientes? -Pregunté mientras lo abrazaba.-

J: Un poco cansado, pero todo bien, no te preocupes. -Respondí dándole un beso en la frente. Sabía que ella se había preocupado por mí cuando caí en el primer tiempo.-

L: Menos mal… Te vi caer y pensé que te habías hecho daño. -dije con cierta preocupación.-

J: No, fue solo un golpe, amor. Todo está bien. -Dije para dejar otro beso en su frente.-

-Lo miré fijamente, sonriendo aliviada. Después de un rato, Javi se fue a cambiar y, aprovechando que el partido había sido temprano y no había sido un día tan largo, decidimos salir para despejarnos un poco.-

-A las 6 p.m., ambos salimos juntos y nos dirigimos al mercadillo navideño más cercano. El aire fresco de la tarde ya olía a navidad, y el bullicio de la gente entre luces y adornos le daba un toque mágico a la noche.-

-Mientras caminábamos entre los puestos de artesanías y golosinas, pudimos escuchar varios grupos cantando villancicos, la música resonaba en toda la plaza. Javi se acercó a mí y me tomó de la mano, sonriendo.-

J: Este ambiente navideño me encanta, amor. Aquí todo parece más tranquilo. -dije mirándola.-

L: Sí, me encanta. Es como si el tiempo se ralentizara un poco. -Dije apretando suavemente su mano mientras avanzabamos entre la multitud, disfrutando del aire festivo que nos rodeaba.-

-Después de un rato, decidimos hacer una parada para comer algo ligero. La atmósfera del mercadillo, llena de luces y risas, parecía ser el refugio perfecto para relajarse después de un partido intenso.-

-Sobre las 9 p.m., ya en casa, decidimos cenar tranquilos, disfrutando de un plato casero que habíamos preparado. Nos sentamos a la mesa, con la calidez del hogar envolviéndonos mientras conversabamos.-

L: Ha sido una buena tarde, me alegra que hayamos salido. -Comenté mientras tomaba un sorbo de agua.-

J: A mí también. Después de todo el estrés del partido, nada mejor que estar aquí, en casa, con esta paz. -respondí.-

-Tras la cena, ambos nos acomodamos en el sofá. Javi, cansado, se acurrucó junto a mí y ambos nos quedamos en silencio, disfrutando de la calidez del hogar y de la tranquilidad que nos da estar juntos.-

El futbolista del que me enam⚽réDonde viven las historias. Descúbrelo ahora