Tatiana Mejía
La semana avanzaba rápido y el proyecto con Richard Rios no se quitaba de mi cabeza. Al siguiente día, llegué al colegio con la expectativa de encontrarme con él. A veces, no sabía si era más miedo o curiosidad. La clase comenzó como siempre, pero no podía dejar de mirar hacia el lugar donde él solía sentarse, viendo si lo encontraba. Era un chico que atraía la atención, incluso cuando hacía el esfuerzo de parecer desinteresado.
—Tatiana, ¿qué vamos a hacer para el proyecto? —me preguntó Richard, sin mucho ánimo, mientras llegaba a mi lado antes de que sonara el timbre.
—Creo que deberíamos hacer algo visual. Tal vez una presentación o un mural, algo que destaque la historia de la ciudad —sugerí, intentando captar su interés.
Él soltó una risa burlona. —¿Un mural? ¡Qué aburrido! ¿No puedes pensar en algo más emocionante? —dijo mientras se inclinaba hacia atrás, cruzando los brazos de nuevo.
Traté de no dejar que su actitud me afectara, pero me costaba. En vez de rendirme, decidí que si él quería jugar al chico malo, yo podría ser un poco más astuta.
—Está bien, Richard. Pero piensa en esto: si hacemos algo que realmente llame la atención, podríamos ser los más destacados de la clase. Ya sabes, tú como el chico malo y yo como la chica que lo guía —le dije, intentando hacer un trato.
Él levantó una ceja, claramente intrigado. —¿Tú? ¿Guiarme? Eso suena divertido —contestó, con una sonrisa que me dio un vuelco en el estómago.
Poco a poco, su desinterés se iba desvaneciendo. El resto de la clase pasó entre charlas sobre el proyecto y un par de bromas. A medida que nos acercábamos al recreo, una parte de mí se sintió emocionada de tener una razón para hablar con él, pero otra parte sabía que había que mantener las cosas en su lugar. No quería caer en su juego de bad boy.
Cuando sonó el timbre, decidí que era hora de actuar. Caminé hacia la cafetería, buscando un lugar tranquilo donde pudiéramos planear. Richard me siguió, aunque parecía que se distraía con cualquier cosa que pasaba por su camino.
—¿Qué tal si nos encontramos después de clase para hablar del proyecto? —le propuse, tratando de mantenerlo enfocado.
—Está bien, pero solo si hay comida de por medio. —Él sonrió, mostrando una chispa de interés, aunque todavía un poco cínico.
La jornada siguió, y a medida que las horas pasaban, mi ansiedad aumentaba. La idea de trabajar con Richard me parecía cada vez más emocionante, pero también aterradora. Al final del día, nos encontramos en la biblioteca, donde había un par de mesas vacías.
—Así que, ¿qué vamos a hacer? —preguntó, sentándose en una silla y echándose hacia atrás con ese aire de despreocupación que siempre lo rodeaba.
Le expliqué mis ideas sobre el proyecto, mostrando fotos y ejemplos que había buscado. Por primera vez, Richard parecía realmente interesado. Cada vez que sonreía o asentía, sentía que, tal vez, podía ver más allá de su fachada de chico malo.
—Mira, si vamos a hacer esto, necesitamos hacerlo bien —le dije, decidida a sacar lo mejor de esta experiencia.
Él me miró de manera curiosa, como si estuviera evaluando si realmente estaba hablando en serio. —De acuerdo. Pero tú tienes que prometerme que no será aburrido. —Su tono era ligero, pero la intensidad en sus ojos era inconfundible.
—Lo prometo. Haremos que brille —contesté con una sonrisa. No sabía por qué, pero su energía comenzaba a ser contagiosa.
Pasamos un par de horas trabajando, y lo que comenzó como un simple proyecto escolar se transformó en algo más. Cada momento que pasábamos juntos me hacía cuestionar cómo era realmente Richard. A veces, parecía ser solo un chico desinteresado, y otras, su pasión por lo que hacíamos brillaba como nunca.
Cuando nos despedimos, un pequeño nudo se formó en mi estómago. La conexión era inesperada y diferente. —Nos vemos mañana, Tatiana. Espero que estés lista para hacer algo emocionante —dijo Richard, y su tono era un poco más suave de lo habitual.
—Siempre estoy lista —respondí, tratando de no dejar que mis nervios me traicionaran.
Esa noche, no podía dejar de pensar en él. Su imagen se entrelazaba con mis pensamientos, creando un pequeño torbellino en mi mente. Sabía que las cosas se complicarían, pero también estaba empezando a entender que podía haber algo más entre nosotros, algo que iba más allá de la imagen del chico malo y la chica buena.
Al día siguiente, al despertar, sentí que la rutina me envolvía de una manera diferente. Mientras me vestía, elegí con cuidado mi uniforme, tratando de que todo se viera lo mejor posible. No era nada extravagante, pero quería darme un poco de ánimo. Me miré en el espejo, sintiendo una chispa de confianza.
—¡Tatiana! —gritó mi mamá desde la cocina. —¡El desayuno ya está listo!
Fui corriendo, encontrando la mesa dispuesta con huevos revueltos y jugo de naranja. No era lo habitual, pero me gustaba. —¿Hoy hay algo especial? —le pregunté.
—Solo pensé que merecías un buen inicio de día. —Me guiñó un ojo. No podía evitar sentirme afortunada de tener una mamá que siempre me apoyaba.
Cuando llegué al colegio, vi a Richard esperándome en la entrada. En su rostro había una expresión de confianza que no había notado antes. —¿Lista para lo que viene? —me preguntó, con una sonrisa que hizo que mi corazón diera un salto.
—Siempre lista —respondí, sintiendo que, tal vez, esta aventura con él podría llevarnos a lugares inesperados.
La campana sonó, y mientras entrábamos al aula, no sabía si la chispa entre nosotros se convertiría en algo más o si simplemente sería un capítulo más en nuestras vidas. Pero una cosa era segura: la rutina de mis días estaba a punto de cambiar.
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THE BAD BOY - Richard Rios
FanfictionUn amor apasionado se enfrenta a la traición, donde cada decisión puede llevar a la reconciliación o a la ruptura.