Cap 48

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Tatiana Mejía

El día finalmente había llegado. Mi corazón latía con fuerza mientras me preparaba para la llegada de nuestro bebé. La habitación estaba decorada con tonos suaves y luces cálidas, creando una atmósfera acogedora. Todo estaba listo; la cuna, los juguetes, las ropas pequeñas que habíamos comprado juntos. La realidad de lo que estaba a punto de suceder me llenaba de emoción y nerviosismo.

Richard estaba a mi lado, su mano entrelazada con la mía mientras esperábamos en la sala de maternidad. Su presencia era un ancla en medio de la tormenta de emociones que sentía.

—No puedo creer que pronto seremos papás —dije, mirando sus ojos, buscando su fortaleza.

—Vamos a hacerlo juntos, como siempre —respondió con esa seguridad que siempre me tranquilizaba.

El momento llegó y la sala se llenó de médicos y enfermeras. La tensión en el aire era palpable, pero yo sabía que era el momento por el que habíamos estado esperando.

Richard Rios

Ver a Tatiana en la cama del hospital, con esa luz en sus ojos, era un espectáculo que me dejaba sin aliento. Nunca había admirado tanto a alguien como a ella en ese instante. Sabía que estaba a punto de convertirnos en padres, y mi corazón se llenaba de amor y orgullo.

Mientras los médicos se preparaban, le di un suave beso en la frente.

—Eres increíble, Tati. Estoy tan orgulloso de ti —dije, sintiendo que cada palabra era un reflejo de mis sentimientos más profundos.

La sala se llenó de actividad, y los gritos de un bebé resonaron en mis oídos. Un momento de silencio, y luego un llanto que hizo que mi corazón se detuviera. La enfermera trajo a nuestro bebé hacia nosotros, y cuando lo vi, entendí que mi vida había cambiado para siempre.

Tatiana Mejía

Cuando vi a nuestro hijo por primera vez, mi corazón se llenó de amor instantáneamente. Era perfecto, con sus pequeños dedos y su suave piel.

—Hola, pequeño —susurré, lágrimas de felicidad rodando por mis mejillas.

Richard se inclinó para ver a nuestro hijo, y pude ver en sus ojos la misma mezcla de asombro y amor que yo sentía.

—Hola, campeón —dijo Richard, y su voz temblaba de emoción.

Richard Rios

Tatiana lo sostenía con tanto amor que me conmovía. En ese momento, entendí que todo el dolor y las dificultades que habíamos enfrentado valieron la pena. Estábamos aquí, juntos, listos para enfrentar esta nueva aventura.

Nos tomamos de la mano mientras mirábamos a nuestro hijo, sintiendo que nuestras vidas estaban completas.

Tatiana Mejía

La llegada de nuestro bebé transformó nuestro hogar. Cada día era una nueva aventura, y la risa se convirtió en el sonido constante de nuestra vida. Aprendíamos sobre la paternidad juntos, entre pañales y desvelos, pero nunca estuvimos solos.

Richard siempre estaba a mi lado, apoyándome en cada paso. A menudo, me encontraba mirándolo mientras él jugaba con nuestro hijo, su risa resonando en la casa y llenándola de alegría.

—Nunca pensé que serías tan bueno con él —le dije una tarde mientras observábamos a nuestro bebé dormir.

—Siempre quise ser un buen padre —respondió, sonriendo con ternura—. Y ahora tengo la oportunidad.

Richard Rios

Los meses pasaron, y con cada nuevo desafío, me di cuenta de cuánto había crecido nuestra relación. Tatiana y yo nos volvíamos más fuertes juntos. Cada risa de nuestro hijo, cada pequeño logro, nos unía más.

El primer cumpleaños de nuestro bebé se acercaba, y quería hacer algo especial. Había planeado una fiesta sorpresa, invitando a familiares y amigos. Quería que Tatiana viera cuánto la valoraba y cómo agradecía cada día que pasábamos juntos como familia.

Tatiana Mejía

El día de la fiesta, Richard me sorprendió al llevarme a un parque cercano donde había decoraciones brillantes, globos y una mesa llena de pastel. La felicidad brillaba en su rostro mientras me guiaba, y mi corazón se llenaba de amor.

—¡Feliz cumpleaños, mi amor! —dijo, abrazándome mientras veía a nuestro hijo jugar con sus amigos.

Los rostros de nuestra familia iluminaban el lugar, y en ese momento, supe que había encontrado mi hogar.

Richard Rios

La risa y la alegría llenaban el aire. Mientras miraba a Tatiana, supe que había tomado la mejor decisión de mi vida al estar con ella. Habíamos superado tantas dificultades y, a pesar de todo, aquí estábamos, construyendo un futuro juntos.

Cuando la fiesta llegó a su fin y todos comenzaron a despedirse, me acerqué a Tatiana.

—Tati, quiero que sepas que siempre estaré aquí, en cada paso de este viaje. No importa qué obstáculos se presenten, juntos lo superaremos —le dije, con el corazón en la mano.

Tatiana Mejía

Lo miré, sintiendo cómo mis ojos se llenaban de lágrimas de felicidad.

—Yo también, Richard. Estoy lista para todo lo que venga, porque sé que siempre estaremos juntos.

Richard Rios

Mientras caminábamos hacia casa, tomados de la mano y con nuestro hijo en brazos, supe que habíamos encontrado la felicidad que siempre habíamos buscado. Y aunque la vida tenía sus altibajos, no podía esperar para enfrentar cada uno de ellos junto a Tatiana y nuestro pequeño.

THE BAD BOY - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora