Cap 40

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Richard Rios

Han pasado unos meses desde que Tatiana y yo nos casamos, y puedo decir que la vida en pareja es un viaje lleno de sorpresas. Algunas mañanas despierto y me encuentro mirando a la mujer con la que he decidido pasar el resto de mi vida, y simplemente no puedo evitar sonreír. No hay nada más bonito que saber que tengo a Tati a mi lado, haciendo de cada día una aventura.

Hoy decidí sorprenderla con un pequeño viaje a la playa. Con su trabajo y el mío, hemos estado tan ocupados que apenas hemos tenido tiempo para nosotros. Así que, planeé todo en secreto. Hice las maletas mientras ella estaba en la universidad y preparé un almuerzo especial. La emoción crecía en mi pecho al pensar en su reacción.

Cuando llegó a casa, la encontré en la cocina, preparando algo de comer. No pude evitar sonreír al verla tan concentrada.

—Tati, ¿qué tal si nos escapamos un fin de semana? —le dije, sintiéndome como un niño al dar una sorpresa.

Ella levantó la vista, confundida pero intrigada.

—¿Escapar? ¿A dónde?

—A la playa, solo tú y yo. He reservado un lugar hermoso. Quiero que disfrutemos un poco y nos relajemos.

Su cara se iluminó, y por un segundo, vi ese brillo en sus ojos que me encanta.

—¡Eso suena increíble! Pero… ¿y el trabajo?

—Lo he solucionado, no te preocupes. Solo quiero que te diviertas y disfrutes de nuestro tiempo juntos.

Tatiana Mejía

Cuando Richard me dijo que íbamos a la playa, no podía contener la emoción. La idea de pasar un fin de semana lejos de la rutina era justo lo que necesitábamos. Me apresuré a empacar algunas cosas y en menos de una hora, estábamos en el coche, rumbo a la costa.

El viaje transcurrió entre risas y música. A medida que nos acercábamos, el aroma del mar se hacía más fuerte y el paisaje se transformaba. La brisa marina me llenaba de una energía renovada. Sabía que este fin de semana iba a ser especial.

Cuando llegamos al hotel, Richard había reservado una habitación con vista al mar. Al abrir la puerta, el espectáculo me dejó sin aliento. La habitación era preciosa, con un balcón que daba a la playa. La luz del sol se filtraba por las ventanas y todo tenía un aire romántico que hacía que mi corazón latiera más rápido.

—No puedo creer que hayas planeado esto —le dije mientras me acercaba a la barandilla para admirar la vista.

—Solo lo mejor para mi mujer —respondió él, abrazándome por detrás.

Richard Rios

Después de instalarnos, decidimos dar un paseo por la playa. El sol comenzaba a ponerse y el cielo se pintaba de colores vibrantes. Caminamos descalzos, dejando que las olas acariciaran nuestros pies. La sensación de la arena entre mis dedos y el sonido del mar me llenaban de paz.

Tati reía mientras corría hacia el agua, desafiando a las olas. Su risa era contagiosa, y no pude evitar unirme a ella. Pasamos un buen rato jugando y saltando, como si fuéramos dos niños.

Al caer la noche, decidimos cenar en un restaurante cercano. La brisa marina y el sonido de las olas hacían de la atmósfera algo mágico. Nos sentamos en una mesa junto a la ventana, y mientras cenábamos, hablábamos de todo y de nada, como si el mundo se hubiera detenido solo para nosotros.

Después de la cena, Richard pidió un postre especial para celebrar, y el camarero nos trajo una tarta con velas. Ambos hicimos un deseo y lo apagamos juntos, sintiendo la complicidad de nuestro amor.

Tatiana Mejía

Esa noche regresamos al hotel con una sensación de felicidad y conexión. Richard había planeado todo tan bien, y su atención a los detalles me hacía sentir amada y apreciada. Decidimos quedarnos en el balcón un rato, disfrutando de la vista y hablando de nuestros sueños.

—¿Qué te gustaría hacer en el futuro? —le pregunté mientras miraba las estrellas que comenzaban a brillar en el cielo.

—Siempre he querido jugar en Europa, pero también me gustaría formar una familia contigo. Quiero que tengamos un hogar lleno de risas, y que nuestros hijos crezcan sabiendo cuánto nos amamos —me respondió con una sinceridad que me hizo sentir un nudo en la garganta.

No pude evitar sonreír ante la idea. A veces, Richard es tan directo que me sorprende, pero es esa autenticidad la que me atrajo desde el principio.

—Yo también lo quiero, Richard. Cada día contigo es un regalo, y no puedo esperar a ver lo que nos depara el futuro.

Él se inclinó y me besó, con una suavidad que hizo que mi corazón se acelerara. En ese momento, sentí que todo estaba en su lugar, y que este fin de semana era solo el comienzo de una nueva etapa en nuestra vida juntos.

Richard Rios

Al día siguiente, decidimos aprovechar el sol y pasamos la mañana en la playa. Tati era un espectáculo; se movía con tanta gracia y confianza, disfrutando cada momento. La forma en que se reía, cómo se lanzaba al agua y luego corría a mi lado, era como un sueño.

Mientras tomábamos el sol, decidí que era el momento perfecto para darle la sorpresa que había planeado.

—Tati, tengo algo para ti —le dije, sacando una pequeña caja de mi mochila.

Su mirada se iluminó de curiosidad.

—¿Qué es? —preguntó, sus ojos brillando de emoción.

—Ábrelo y verás.

Cuando abrió la caja, su expresión cambió de curiosidad a sorpresa. Dentro había un collar con un colgante en forma de corazón, símbolo de lo que somos y de lo que quiero construir juntos.

—Richard, es hermoso… —susurró, tocando el collar con delicadeza.

—Es solo una pequeña muestra de cuánto significas para mí. Quiero que siempre lleves conmigo.

Ella se abalanzó hacia mí, abrazándome con fuerza. No necesitábamos palabras en ese momento; el amor que compartíamos lo decía todo.

Tatiana Mejía

Al regresar al hotel, me sentía como en una nube. Pasamos el resto del día disfrutando de nuestra compañía, nadando y explorando los alrededores. La conexión que teníamos era palpable, y cada risa y cada mirada me llenaban de alegría.

Ya en la tarde, Richard sugirió que tomáramos una cena romántica en el hotel. Me vestí con un vestido ligero, sintiéndome fresca y lista para disfrutar de la velada. Al llegar al restaurante, me recibió un ambiente acogedor con velas y una vista al mar impresionante.

Esa noche, me di cuenta de que este viaje no solo era una escapada, sino una reafirmación de nuestro compromiso y amor. Lo que más me emocionaba era la certeza de que, pase lo que pase, Richard siempre estaría a mi lado.

Así, en medio de risas, amor y sueños compartidos, cerramos un capítulo más de nuestra vida juntos, con la promesa de muchos más por venir.

THE BAD BOY - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora