Richard Rios
Los días pasan, y la emoción por la boda sigue creciendo. Tatiana y yo estamos inmersos en todo el proceso de organización, pero intentamos tomárnoslo con calma. La presión de nuestras mamás es otra historia; para ellas, esta boda es la ocasión perfecta para crear el evento del año. Cada detalle parece importante: la lista de invitados, el lugar, el tipo de flores, hasta la canción que sonará cuando Tati entre. A veces me pierdo en tantos planes, pero cada vez que la veo emocionada, sé que vale la pena.
Hoy tenemos una cita para elegir el lugar. Llegamos juntos, y aunque el sitio que nos enseñan está impecable, veo a Tati que frunce el ceño un poco.
—¿No te gusta? —le pregunto, tratando de captar lo que pasa por su mente.
Ella sonríe, intentando disimular, pero al final suspira y me mira.
—No es eso, Richi. Es que… todo se siente demasiado formal, como si no fuera nosotros, ¿sabes? Yo quiero algo que refleje quiénes somos, algo íntimo y especial.
Su sinceridad me hace sonreír. Es verdad; una ceremonia sencilla, sin tantas pretensiones, encajaría mejor con nosotros. Nos miramos y sabemos que este no es el lugar. Me encanta que tenga claro lo que quiere, y aún más que podamos hablarlo sin problema. Decidimos seguir buscando.
Tatiana Mejía
Después de visitar varios lugares, Richard y yo nos detenemos en un pequeño rincón que parece salido de un sueño. Es una finca rodeada de naturaleza, con un ambiente tranquilo y cálido. La sencillez del lugar es perfecta, y en cuanto lo veo, siento que es aquí donde quiero decir "sí, acepto."
Richard nota mi reacción y sonríe.
—¿Este sí? —pregunta, levantando una ceja.
Asiento emocionada, tomándole la mano.
—Este es perfecto, Richi. Aquí quiero casarme contigo.
Él me besa y no puedo evitar sonreír entre sus brazos, sabiendo que este lugar será testigo de uno de los momentos más importantes de nuestras vidas.
Richard Rios
Con el lugar ya decidido, sentimos que hemos dado un paso importante en los preparativos. Desde ese día, todo se va armando con más claridad. Entre reuniones con el fotógrafo, la prueba del menú, y las tardes viendo posibles decoraciones, el tiempo parece volar. Sin embargo, hay algo que quiero hacer a solas, algo especial para Tati que se quede con ella siempre.
Así que, un fin de semana, mientras ella está en casa con su mamá discutiendo los detalles de la decoración, me escapo y voy a una joyería. Quiero regalarle algo que simbolice este nuevo comienzo y lo que significa para mí estar a su lado. Después de un rato eligiendo, encuentro una cadena delicada, con un pequeño dije en forma de corazón. Algo simple, pero significativo.
Tatiana Mejía
Esa noche, cuando Richard vuelve a casa, lo veo nervioso. Tiene algo escondido detrás de su espalda, y la curiosidad me gana.
—¿Qué traes ahí? —le pregunto, con una sonrisa.
Él se acerca y saca una cajita de terciopelo. La abre y me muestra una cadena hermosa, con un dije que parece brillar bajo la luz. Lo miro sorprendida, y él sonríe, poniéndomela alrededor del cuello.
—Para que me lleves siempre contigo —me susurra—. Esta cadena es un símbolo de nosotros, de lo que somos y lo que construiremos juntos.
Me siento tan conmovida que no puedo contener las lágrimas. Le doy un abrazo fuerte, y nos quedamos así, en silencio, entendiendo que nuestra historia sigue creciendo con cada paso que damos juntos.
Tatiana Mejía
Con cada día que pasa, la emoción por la boda es más real. La fecha se acerca, y entre preparativos y sorpresas, siento que el tiempo se nos escurre de las manos. Pero hoy decidí tomarme un respiro; después de tantas reuniones y listas de pendientes, quiero pasar un día con Richard sin que la boda sea el centro de atención.
Le propongo que salgamos a un lugar donde solíamos ir en nuestros primeros días, una pequeña playa que queda a unas horas de la ciudad. Richard acepta sin dudarlo, con esa sonrisa que todavía me hace sentir mariposas. Empacamos unas cosas, y emprendemos el viaje en la madrugada para llegar temprano.
Richard Rios
Llegamos justo al amanecer, y el paisaje es tan perfecto que parece irreal. El sol va saliendo lentamente, tiñendo el cielo de colores cálidos que se reflejan en el agua. Tati y yo caminamos descalzos por la arena, en silencio, disfrutando de la tranquilidad y de ese momento que parece hecho solo para nosotros.
Nos sentamos cerca de la orilla y la abrazo por detrás, recargando mi barbilla en su hombro. Siento cómo se relaja entre mis brazos, y me doy cuenta de que este es el tipo de paz que quiero para nosotros.
—¿En qué piensas? —le susurro, sin querer romper el silencio.
Ella sonríe y se gira un poco para mirarme.
—En cómo empezamos, en todo lo que hemos vivido para llegar hasta aquí… Es como si de repente me diera cuenta de que esto es real, de que estamos a punto de empezar una vida juntos.
Le doy un beso en la frente y la abrazo más fuerte. A veces, cuando la veo así de feliz, me pregunto cómo tuve la suerte de encontrar a alguien como ella.
Tatiana Mejía
Después de un rato, comenzamos a hablar de todo y de nada, recordando anécdotas de cuando recién nos conocimos. Entre risas y miradas, Richard se pone serio de repente.
—Hay algo que quiero prometerte —dice, tomándome las manos y mirándome a los ojos—. Quiero que sepas que, pase lo que pase, yo siempre voy a estar a tu lado. Puede sonar cursi, pero tú eres mi hogar, Tati. Mi lugar seguro.
No puedo evitar sonreír, aunque siento un nudo en la garganta. Me toma de sorpresa lo sincero y vulnerable que se muestra, y antes de responder, lo abrazo con fuerza.
—Y yo también, Richi. Siempre voy a estar aquí para ti. No importa cuán complicado se ponga el camino; esta historia la escribimos juntos.
Nos quedamos así, en silencio, mientras el sol sube y calienta la arena. Es un momento perfecto, que encapsula todo lo que somos.
Richard Rios
De regreso a casa, me quedo pensando en lo increíble que fue ese día en la playa. Es como si ese pequeño escape hubiera renovado todo en nosotros. Al llegar, Tati se va a la cocina a preparar algo de cenar mientras yo deshago las maletas y acomodo nuestras cosas.
Pero cuando me acerco a ella para ayudarla, noto que está algo distraída. Le pregunto qué le pasa, y ella me sonríe nerviosa.
—Nada, Richi… Es solo que estaba pensando en cómo será nuestra vida después de casarnos.
—¿Y qué es lo que te preocupa? —le pregunto, sosteniéndole la mirada.
Ella se encoge de hombros y se ríe suavemente.
—No es que me preocupe, exactamente. Es solo que… no sé, es emocionante y da un poco de miedo a la vez.
Le acaricio la mejilla y le doy un beso suave.
—Vamos a estar bien. Ya hemos pasado por tanto, y siempre hemos encontrado la forma de salir adelante. Esto solo será el comienzo de algo mucho más grande.
Tatiana Mejía
Terminamos la cena y pasamos la noche entre conversaciones y risas. A veces, me resulta increíble pensar en todo lo que hemos compartido. A pesar de todo, no cambiaría nada; cada obstáculo, cada alegría, todo nos ha llevado hasta este punto.
Antes de dormir, Richard me abraza y me susurra al oído:
—No sé qué hice para merecerte, pero prometo que cada día voy a esforzarme por ser mejor para ti.
Cierro los ojos, sintiendo que no podría estar en ningún otro lugar que no fuera este, en sus brazos, en nuestra vida, en nuestro hogar compartido.
![](https://img.wattpad.com/cover/381154156-288-k379389.jpg)
ESTÁS LEYENDO
THE BAD BOY - Richard Rios
FanfictionUn amor apasionado se enfrenta a la traición, donde cada decisión puede llevar a la reconciliación o a la ruptura.