Cap 16

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Tatiana Mejía

El día había comenzado como cualquier otro, pero a medida que avanzaba, la ansiedad y la emoción se entrelazaban en mi pecho. Desde aquella noche con Richard, las cosas entre nosotros habían cambiado. Cada encuentro era una mezcla de ternura y una creciente atracción, pero había algo en el aire que me decía que estábamos al borde de una nueva revelación.

Era finales de noviembre, y el colegio se estaba acercando a su fin. La emoción de las vacaciones de diciembre ya se sentía en el ambiente. Mis amigos y yo hablábamos sobre los planes que teníamos para las festividades, pero, aunque sonaba divertido, mis pensamientos no podían evitar regresar a Richard. Deseaba más de él, más de lo que habíamos compartido.

Cuando llegué al colegio, la atmósfera era eléctrica. Mis compañeros de clase estaban ocupados organizando un pequeño evento de despedida antes de las vacaciones. En medio de esa energía, vi a Richard entrar, su presencia era inconfundible y me hizo sonreír al instante. Se acercó a mí, con esa confianza que siempre me atraía.

—Hola, Tati. ¿Lista para el evento? —preguntó, su voz resonando en mis oídos como una melodía.

—Claro, aunque tengo que confesar que estoy un poco nerviosa —respondí, tratando de sonar casual, aunque la verdad era que el simple hecho de estar cerca de él me ponía ansiosa.

La jornada avanzó entre risas y preparativos, pero la tensión entre Richard y yo era palpable. Cada mirada, cada roce casual de nuestras manos, me recordaba que había algo más entre nosotros. Mis amigos comenzaron a notar nuestra conexión, lanzando miradas cómplices y susurrando comentarios llenos de insinuaciones.

Al finalizar las clases, el colegio se llenó de risas y música, y Richard me encontró en la entrada. Tomó mi mano con una sonrisa traviesa.

—¿Quieres salir a dar una vuelta antes del evento? —preguntó.

—Claro, suena bien —respondí, sintiendo que la adrenalina comenzaba a fluir por mis venas.

Nos alejamos del colegio, caminando por las calles llenas de vida. La ciudad vibraba a nuestro alrededor, pero en ese momento, todo lo que importaba era la conexión que compartíamos. Conversamos sobre todo y nada al mismo tiempo, riéndonos y disfrutando de la compañía del otro. Era un momento perfecto, pero había algo en mi interior que deseaba salir a la luz.

Finalmente, encontramos un pequeño parque donde decidimos sentarnos en un banco. Las luces del atardecer iluminaban todo a nuestro alrededor, creando una atmósfera casi mágica. Richard se volvió hacia mí, sus ojos chispeantes reflejaban la luz del día que se apagaba.

—Tati, quiero hablar sobre lo que ha pasado entre nosotros —dijo, su voz firme pero suave.

Sentí que mi corazón se detenía un instante. Sabía que este momento llegaría, pero eso no hacía que fuera menos aterrador. Asentí, sintiendo cómo las palabras se acumulaban en mi mente.

—Yo también quiero hablar de eso —respondí, buscando su mirada.

—Siento que hay algo más entre nosotros, algo que va más allá de la amistad. Lo que compartimos es real, y no quiero seguir ocultándolo —dijo, sus ojos fijos en los míos.

Las palabras salieron de su boca con una sinceridad que me tocó profundamente. Era el momento que había estado esperando, pero también era el momento en que debía ser honesta con él.

—Yo siento lo mismo, Richard. Pero hay algo que me preocupa —comencé, sintiendo cómo la ansiedad crecía en mi interior.

—¿Qué es? —preguntó, su expresión seria y atenta.

—A veces me asusta la intensidad de lo que hay entre nosotros. Siento que estoy a punto de perderme en esto, y no sé si estoy lista para dar ese paso —confesé, sintiendo la vulnerabilidad aflorar.

—Entiendo, Tati. Pero no tienes que sentirte presionada. Estoy aquí para ti, y quiero que sepas que podemos tomarnos nuestro tiempo —dijo, su voz llena de comprensión.

Sentí un alivio inmediato al escuchar sus palabras. La presión que había estado sintiendo comenzó a desvanecerse. Pero había algo más que deseaba compartir, algo que había estado guardando.

—Y también… hay algo que he estado guardando —continué, sintiendo que era el momento adecuado.

—¿Qué es? —inquirió, su interés evidente.

—Me gusta la idea de explorar más nuestra relación, pero no quiero apresurarlo. Quiero que todo sea especial, que no perdamos esa chispa que hay entre nosotros —le dije, sintiendo cómo el calor subía a mi rostro.

Richard sonrió, y su mirada se suavizó.

—Lo entiendo perfectamente. No tengo intención de forzar nada. Quiero que todo fluya de manera natural, y si eso significa que debemos esperar un poco, entonces estoy más que dispuesto a hacerlo —afirmó, y su sinceridad resonó en mí.

Mientras hablábamos, la noche se cernía sobre nosotros, y las luces del parque brillaban suavemente. Era el momento perfecto para confesarle algo más.

—¿Puedo preguntarte algo? —dije, sintiendo que la curiosidad me embargaba.

—Claro, pregúntame lo que quieras —respondió, acomodándose más cerca de mí.

—¿Cómo te sientes realmente sobre lo que hemos compartido hasta ahora? Quiero saber si estás dispuesto a seguir explorando esto juntos, más allá de lo físico —pregunté, sintiendo que mi corazón latía con fuerza.

Richard se quedó en silencio un momento, como si estuviera considerando sus palabras cuidadosamente.

—Tati, lo que tenemos es especial para mí. Me siento atraído por ti de una manera que no había experimentado antes. No solo físicamente, sino emocionalmente. Quiero que esto sea real, y no solo una aventura pasajera —dijo, y la sinceridad en su voz me hizo sonreír.

Sentí un impulso de alegría y seguridad, como si todo el miedo que había acumulado comenzara a desvanecerse. La conexión que compartíamos era innegable, y en ese momento supe que estaba dispuesta a seguir explorando lo que teníamos.

—Entonces, ¿estás listo para dar el siguiente paso, pero sin apresurarnos? —pregunté, sintiendo cómo una chispa de emoción surgía entre nosotros.

—Sí, estoy más que listo. Pero quiero que sepas que respeto tus límites y que no hay prisa. Lo importante es que estemos en la misma sintonía —respondió, su mirada seria pero llena de ternura.

Ambos sonreímos, comprendiendo que estábamos en la misma página. Mientras las luces de la ciudad parpadeaban a nuestro alrededor, supe que estábamos listos para lo que vendría, sin importar cuán complicado fuera. La aventura apenas comenzaba, y me sentía lista para enfrentarla junto a él.

THE BAD BOY - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora