Cap 42

68 4 0
                                    

Richard Rios

La rutina con Rocky nos había enseñado un montón sobre la vida en pareja. Cada mañana, me despertaba con su energía contagiosa y la risa de Tatiana. Ahora éramos tres en la casa, y aunque los días de entrenamiento eran exigentes, siempre encontraba tiempo para estar con ellos.

Era sábado y había planificado una escapada de fin de semana. Había reservado un pequeño cabaña en las montañas para que todos disfrutáramos un tiempo a solas, lejos del bullicio de la ciudad. Sabía que Tatiana apreciaría la oportunidad de relajarse y de disfrutar de la naturaleza, y a Rocky le encantaría correr libre.

—Tati, tengo una sorpresa para ti —le dije mientras desayunábamos.

Ella levantó la mirada, interesada.

—¿Qué sorpresa?

—Este fin de semana, nos vamos de escapada a la montaña. Solo nosotros tres —anuncié con una sonrisa.

Sus ojos brillaron de emoción.

—¡Ay, Richard! ¡Eso suena increíble! No puedo esperar para estar en la naturaleza con ustedes.

Después de terminar de comer y alistar todo, nos pusimos en camino. Rocky iba en el asiento trasero, asomando la cabeza por la ventana, disfrutando de la brisa. La carretera serpenteaba entre los árboles, y Tatiana y yo nos turnábamos para hacerle caricias y jugar con él mientras cantábamos nuestras canciones favoritas a todo volumen.

Tatiana Mejía

Cuando llegamos a la cabaña, la vista era simplemente espectacular. Las montañas se extendían ante nosotros, y el aire fresco era un alivio después del calor de la ciudad. La cabaña era acogedora y tenía un pequeño porche donde podíamos sentarnos y disfrutar de las vistas.

Mientras Richard descargaba las maletas, yo solté a Rocky, que salió disparado al jardín, explorando cada rincón. Richard me miró y sonrió.

—Vas a ver lo feliz que va a estar aquí. Este lugar es perfecto para él —dijo.

Pasamos el resto de la tarde acomodando las cosas, explorando la zona y disfrutando de la compañía de Rocky. La naturaleza nos rodeaba, y la tranquilidad era reconfortante. Esa noche, hicimos una fogata y, mientras cocinábamos malvaviscos, Richard me miró con una expresión cómplice.

—Tati, siempre quise hacer algo especial para ti. Esta escapada es solo un pequeño gesto de lo mucho que significas para mí. —Me dijo.

Mis ojos se llenaron de emoción.

—Richard, me haces tan feliz. No necesito más que esto: estar contigo y con Rocky.

Richard Rios

Después de la cena, comenzamos a hablar sobre nuestros sueños y aspiraciones. Mientras el fuego crepitaba, Tatiana me habló sobre un nuevo proyecto en su trabajo, y yo le conté sobre mis metas en el fútbol. Ambos estábamos en un lugar increíble en nuestras vidas, y la idea de construir un futuro juntos me llenaba de entusiasmo.

Tatiana Mejía

Esa noche, después de apagar la fogata y llevar a Rocky adentro, nos acomodamos en la cama. Richard me abrazó, y no pude evitar sentirme afortunada.

—Te amo, Tati. —dijo, y me besó suavemente.

—Yo también te amo, Richard.

La conexión entre nosotros era más fuerte que nunca, y sabía que este era el comienzo de muchas más aventuras. Nos quedamos allí, en silencio, disfrutando del momento, mientras escuchábamos el sonido del viento entre los árboles y el susurro de Rocky, que dormía a los pies de nuestra cama.

Richard Rios

La mañana siguiente fue mágica. El sol se filtraba a través de las cortinas, y el aire fresco nos despertó suavemente. Tatiana sonrió al abrir los ojos y estirarse.

—Buenos días, hermoso. —dijo mientras me daba un beso.

—Buenos días. ¿Listos para un día lleno de aventuras? —pregunté, con una sonrisa traviesa.

Después de un desayuno ligero, decidimos llevar a Rocky a explorar un sendero cercano. El lugar estaba lleno de naturaleza, árboles altos y flores coloridas. Rocky corría de un lado a otro, persiguiendo mariposas y ladrando felizmente.

Tatiana Mejía

Mientras caminábamos, Richard me tomó de la mano.

—Me encanta pasar tiempo así contigo y con Rocky —dijo, mirándome a los ojos.

—A mí también. Esto es perfecto —respondí, sintiendo una calidez en mi corazón.

Mientras caminábamos, hicimos una parada en un claro donde el paisaje era simplemente impresionante. Las montañas se alzaban majestuosas y el sol brillaba con fuerza.

—Vamos a tomar una foto. —sugerí, sacando mi celular.

Nos posicionamos, y mientras Rocky se movía alrededor, intentamos hacer que se quedara quieto. La risa llenó el aire, y en ese momento, sentí que todo era perfecto.

Richard Rios

Después de un par de intentos, finalmente conseguimos una buena foto. Miré a Tatiana y vi cómo la felicidad iluminaba su rostro.

—Mira esto. Vamos a recordar este momento siempre —dije mientras revisaba la foto.

Luego, continuamos nuestra caminata, disfrutando del momento y de la compañía del otro. Era un respiro en medio de nuestras rutinas diarias, un tiempo para conectar y reavivar nuestro amor.

Al final del día, agotados pero felices, regresamos a la cabaña. Rocky se acomodó en su cama, mientras nosotros nos sentamos en el porche, viendo el atardecer. La vista era espectacular, con el cielo pintado de naranjas y rosas.

—Richard, no quiero que este momento termine. —dije con un suspiro.

—No lo hará, Tati. Esto es solo el comienzo de nuestras aventuras —respondió, acercándose para abrazarme.

Nos quedamos allí, en silencio, disfrutando de la paz y la belleza del momento, sabiendo que estábamos juntos en este viaje llamado vida, listos para enfrentar todo lo que viniera.

THE BAD BOY - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora