Cap 19

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Tatiana Mejía

El año estaba llegando a su fin, y con eso, las celebraciones navideñas en pleno auge. Después de una noche mágica en el Día de las Velitas, Richard y yo quedamos más unidos que nunca, y esta Navidad sería la primera que pasaríamos juntos, oficialmente como pareja. Me emocionaba la idea de compartir estas fechas tan especiales a su lado, y más aún, de hacerlo en compañía de nuestras familias.

Ya estábamos en pleno diciembre, y las luces navideñas adornaban cada rincón de la ciudad. El ambiente se sentía festivo; las calles estaban llenas de música y el olor a buñuelos y natilla flotaba en el aire. Richard y yo habíamos decidido organizar una pequeña cena navideña para nuestras familias en la finca de sus padres, un lugar perfecto para celebrar.

Desde temprano en la mañana, me levanté con el ánimo de arreglar todo. Mi mamá y yo nos dividimos las tareas: ella se encargaba de los platos principales, y yo de los postres y la decoración. Richard me ayudaba, aunque era evidente que no tenía mucha experiencia en la cocina.

—¿Seguro que no necesitas que te ayude con algo más? —me dijo con una sonrisa, mientras intentaba seguir las instrucciones para hacer natilla.

—Ay, Richard, tranquilo. Mira, tú solo encárgate de revolver, pero sin quemarla, ¿sí? —le respondí, mientras le daba una palmadita en la espalda.

Revolvía con tal concentración que me causaba gracia. Me di cuenta de que cada pequeño gesto y detalle de estos preparativos hacía que todo valiera la pena, y aunque parecieran simples, para mí estos momentos eran tan especiales.

Mientras avanzaba el día, empezaron a llegar nuestros familiares. La casa se llenó rápidamente de risas, abrazos y conversaciones animadas. La finca estaba decorada con luces de colores, guirnaldas y pequeños detalles que Richard y yo habíamos colocado en días anteriores. Colocamos un árbol de Navidad en la sala, lleno de adornos brillantes y luces parpadeantes, y en el centro de la mesa pusimos una vela, simbolizando nuestros deseos para el próximo año.

Finalmente, llegó la hora de la cena. Todos tomamos asiento alrededor de la mesa, y al ver las caras felices de nuestras familias, sentí que habíamos logrado crear un momento mágico. Brindamos por los buenos momentos y por los que vendrían, mientras cada uno compartía lo que esperaba para el nuevo año.

Richard me tomó la mano bajo la mesa, y cuando nuestras miradas se cruzaron, supe que no necesitábamos decir nada. Ese momento era perfecto; estábamos juntos, rodeados de quienes queríamos, y listos para compartir no solo una Navidad, sino también la promesa de un futuro juntos.

Después de la cena, llegó la hora de los regalos. Nos reímos, compartimos anécdotas y abrimos cada obsequio con emoción. A medianoche, Richard y yo salimos al jardín, donde el cielo estaba claro y las estrellas brillaban intensamente. Él me abrazó y, mirándome a los ojos, susurró:

—Gracias por hacer de esta Navidad algo inolvidable, Tati.

—Gracias a ti, Richard. No hay otro lugar en el que quisiera estar que no fuera contigo —le respondí, abrazándolo con fuerza.

Y así, bajo el cielo estrellado y en el calor de nuestro abrazo, supimos que esta Navidad sería solo el comienzo de muchas celebraciones juntos.

THE BAD BOY - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora