Cap 8

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Richard Rios

Estábamos en las últimas semanas del año, y cada día que pasaba significaba un paso más cerca del final. El estrés de las notas, los exámenes finales, y el hecho de que nos tocaba exponer un tema en inglés no parecían afectarle a Tatiana. A mí, en cambio, todo eso me tenía sin cuidado.

Ese día en particular nos tocaba exponer un tema en la clase de inglés, y aunque la verdad no tenía ni idea de lo que íbamos a decir, Tatiana parecía preparada de pies a cabeza. Llegué a clase y la vi frente al salón repasando sus notas, como si le fuera la vida en ello.

—¿Qué, lista para dar la gran conferencia? —le pregunté con una sonrisa burlona, tratando de romperle la concentración.

Ella me miró y soltó un suspiro.

—Listísima. No como otros —dijo, mirándome con esa cara de "no vas a hacerme quedar mal".

—Tranquila, no necesitas tanto estrés —le respondí, apoyándome en la pared.

Durante la clase

Cuando llegó nuestro turno, ella empezó a hablar en inglés con esa seguridad de siempre, explicando cada concepto y con un acento que, aunque no era perfecto, se defendía. Yo, mientras tanto, improvisaba y soltaba un par de frases que me sabía, fingiendo saber exactamente de qué hablábamos. Cada vez que decía algo mal o me trababa, ella me miraba con una expresión que mezclaba incredulidad y paciencia.

Terminamos la presentación, y el profe parecía satisfecho.

—Muy bien, Tatiana, y… Richard, hicieron un buen trabajo —dijo, aunque me di cuenta de que Tatiana recibió la mayor parte de los elogios.

Cuando volvimos a nuestros asientos, le di un codazo suave.

—Relajate, Tati. Al final, salió bien.

Ella se rió un poco.

—Solo salió bien porque alguien sí se preparó —me dijo, dándome una mirada de “no vuelvas a confiarte”.

Salida del colegio

Al final del día, cuando estábamos saliendo del colegio, Tatiana se me acercó con una expresión que mostraba una mezcla de cansancio y diversión.

—Oye, la próxima vez, por lo menos aprendete un par de frases —dijo con una sonrisa.

—¿Para qué? —respondí, riéndome—. Vos lo hiciste perfecto, yo solo tenía que verte.

Ella negó con la cabeza y se rió.

—Sos increíble, Richard. No sé cómo lo haces, pero hasta cuando no te esforzás te sale bien.

—Es el talento natural —le respondí, guiñándole un ojo.

Nos quedamos un momento en silencio, y antes de irse, ella se despidió con una sonrisa leve. Me quedé viéndola mientras se alejaba, pensando en cómo esta gomelita que tanto me había molestado al principio ahora me caía… bueno, un poquito mejor.

THE BAD BOY - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora