Cap 35

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Tatiana Mejía

El día de mi cumpleaños llegó, y con él, una mezcla de emoción y nervios. Desde la mañana, mi celular no paraba de vibrar con mensajes de amigos y familiares deseándome un feliz cumpleaños. Richard había estado un poco distante últimamente, y aunque eso me inquietaba, esperaba que esta vez no se olvidara de mi día especial.

A lo largo de la mañana, preparé un desayuno sencillo para mis hermanos, intentando no pensar demasiado en Richard. La idea de celebrar mi cumpleaños sin él me hacía sentir un nudo en el estómago. Pero al final, decidí que no dejaría que eso arruinara mi día. Mis amigos comenzaron a llegar en la tarde, y el ambiente se fue llenando de risas y buenos deseos. La sala se decoró con globos de colores y luces brillantes, creando un espacio festivo que me hacía sentir afortunada.

Me vestí con un vestido ajustado que resaltaba mis curvas, y me sentía poderosa. Cuando llegué a la fiesta, todos mis amigos me abrazaron, llenándome de alegría. Pero entre todas las sonrisas y las felicitaciones, no podía evitar sentir la ausencia de Richard.

Pasó la tarde entre risas, bromas y la música de fondo. Cuando llegó el momento de abrir los regalos, mis amigos me sorprendieron con detalles sencillos pero llenos de cariño. Sin embargo, en mi mente, sólo podía pensar en si Richard se acordaría de mi cumpleaños o no.

Al caer la noche, la música sonaba a todo volumen, y de repente, la puerta se abrió. Richard apareció, pero no me saludó con entusiasmo como normalmente lo hacía. Más bien, se hizo el distraído, saludando a otros antes de acercarse a mí.

—¡Hola, Tati! Feliz cumpleaños... —dijo, con una sonrisa que no me convencía del todo.

—Gracias, Richard. —respondí, sintiendo un leve desasosiego.

Él se unió a la fiesta, pero su comportamiento era extraño. Se movía entre los grupos de amigos, intercambiando bromas y risas, pero yo podía notar que había algo más. Me preguntaba si había planeado algo, pero su actitud parecía indicar lo contrario.

La fiesta continuó y el ambiente se volvía más animado. Mis amigos me rodeaban, y en medio de las risas, finalmente llegó el momento de apagar las velas del pastel. Todos se reunieron alrededor de mí, cantando "feliz cumpleaños". Sin embargo, mientras cerraba los ojos para pedir un deseo, mi mente estaba ocupada con una pregunta: ¿dónde estaba la sorpresa que esperaba de Richard?

Richard Rios

La fiesta estaba en su apogeo, y a pesar de que había planeado algo especial para Tati, no quería arruinar la sorpresa. La miraba de reojo mientras sonreía y disfrutaba de la compañía de sus amigos. Mi corazón latía con fuerza, y la ansiedad de mantener mi secreto crecía cada vez más.

Cuando llegó el momento de los regalos, observé cómo Tati abría cada obsequio. Mis amigos la rodeaban, pero yo mantenía una distancia prudente, esperando el momento adecuado. La vi sonreír, reír y disfrutar de la celebración, y eso me llenaba de alegría. Pero también me daba miedo que pensara que me había olvidado de ella.

Al llegar el momento del pastel, todos cantaron a su alrededor. En ese instante, sentí una punzada de culpabilidad. Quería que ella supiera cuánto significaba para mí, así que decidí que era hora de revelar mi sorpresa.

Tatiana Mejía

Después de apagar las velas y recibir abrazos, sentí que la fiesta comenzaba a decaer un poco. Richard seguía cerca, pero su actitud seguía siendo extraña. Cuando ya pensaba que la noche había terminado, de repente, todos mis amigos se hicieron a un lado y vi a Richard acercarse.

—Tati, hay algo que tengo que mostrarte —dijo, con una sonrisa nerviosa.

Me miró a los ojos, y mi corazón se aceleró. ¿Qué estaba tramando? Me condujo hacia el patio trasero, donde la luz de la luna iluminaba el espacio.

—Espero que no pienses que me olvidé de tu cumpleaños —dijo, antes de abrir la puerta del jardín.

En ese momento, un grupo de mariachis apareció, tocando con alegría y energía. Comenzaron a cantar “Las Mañanitas”, y no pude evitar soltar una risa sorprendida. La música llenó el aire, y mis amigos se unieron a la celebración, creando un ambiente festivo que me emocionó.

—¡Sorpresa! —gritó Richard, mientras los mariachis seguían tocando.

Pero eso no era todo. Luego, Richard se acercó con un enorme ramo de rosas rojas, esas buchonas que son casi imposibles de ignorar.

—Para ti, Tati. Quería que tu día fuera especial —dijo, extendiendo el ramo hacia mí.

Me quedé sin palabras, sintiendo que la alegría me invadía. Las rosas eran hermosas y el gesto, sinceramente, me llegó al corazón.

—¡Son preciosas! —exclamé, sintiéndome agradecida.

Richard sonrió, y en ese momento, supe que había acertado.

Richard Rios

Ver su felicidad mientras sostenía las rosas me llenó de orgullo. Quería que supiera que, a pesar de todo, me importaba. Luego, saqué una pequeña caja de mi bolsillo y se la ofrecí.

—Y esto también es para ti —dije, sintiendo que la tensión comenzaba a desvanecerse.

Tati miró la caja, intrigada, y la abrió lentamente. Dentro había una cadena con dos colgantes: uno en forma de corazón y otro en forma de estrella, cada uno representando un deseo.

—Es para que siempre tengamos algo de cada uno, algo que nos conecte —le expliqué, mientras veía su rostro iluminarse.

—Richard, esto es increíble —dijo, sonriendo mientras se ponía la cadena.

Tatiana Mejía

La fiesta continuó con música y risas, pero en mi corazón, solo había espacio para la felicidad. Richard y yo estábamos en un nuevo capítulo, y este cumpleaños no solo era un día para celebrar un año más de vida, sino también un paso hacia un futuro juntos.

Con el ramo de rosas en una mano y el collar en el cuello, supe que cada momento venidero estaría lleno de magia y sorpresas. La fiesta siguió, pero en mi corazón, lo único que importaba era que Richard había hecho de este cumpleaños uno inolvidable.

THE BAD BOY - Richard Rios Donde viven las historias. Descúbrelo ahora