Narrador omnisciente
Era un día nublado en Medellín, el tipo de clima que parecía invitar a la introspección. Tatiana estaba sentada en su habitación, rodeada de libros y hojas de trabajo, preparándose para su examen final. Aunque el estrés era palpable, su mente estaba más centrada en Richard que en las ecuaciones de matemáticas que le aguardaban. Desde que se habían hecho novios, su relación había florecido de una manera que nunca había imaginado. Las peleas y el roce que antes los caracterizaban ahora habían dado paso a momentos de ternura y complicidad.
Después de meses de nervios y tensión, el día de la graduación se acercaba, y Tatiana no podía evitar sentirse emocionada por lo que el futuro les depararía a ella y a Richard. Se levantó y se miró al espejo. Su reflejo le devolvió la imagen de una chica que había crecido. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de nervios y felicidad, y su sonrisa reflejaba una confianza renovada.
—Hoy será un buen día —se dijo a sí misma, ajustando la falda de su uniforme y asegurándose de que la blusa estuviera bien planchada. Sabía que no podía permitir que su preocupación por los exámenes opacara la felicidad que había encontrado en su relación con Richard.
Cuando llegó al colegio, la atmósfera era diferente. Todos los estudiantes hablaban sobre la graduación, y el ambiente estaba cargado de energía y expectativas. Tatiana caminó por el pasillo con su mejor amiga, Lina, quien no podía dejar de hablar sobre los planes de la fiesta de graduación.
—Tatiana, ¿ya tienes tu vestido? —preguntó Lina, emocionada.
—Sí, creo que será algo sencillo pero bonito. No quiero exagerar —respondió Tatiana, pensando en cómo Richard la miraría esa noche.
De repente, su mente se desvió hacia él. Richard había cambiado tanto desde que comenzaron a salir. Aunque seguía siendo el chico malo del colegio, ahora mostraba una faceta más tierna que la mayoría no conocía. Había estado a su lado en cada momento importante, apoyándola en sus estudios y ayudándola a superar sus miedos.
Cuando entraron al salón, Richard estaba sentado en su lugar, hablando con un grupo de amigos. Su presencia era magnética, y aunque a veces era arrogante, Tatiana había aprendido a ver más allá de su fachada. Al cruzar miradas con él, sintió que su corazón se aceleraba. Se acercó con una sonrisa.
—Hey, ¿qué tal? —dijo, intentando sonar casual.
—Lo mismo de siempre, solo tratando de sobrevivir a esta vaina —respondió Richard, encogiéndose de hombros con un aire despreocupado.
—¿Y cómo va tu preparación para el examen? —preguntó Tatiana, tratando de ocultar su preocupación.
—Como siempre, a mi manera. Si apruebo, apruebo. Si no, pues... no sé, a mí me vale un poco —dijo, riendo.
—Siempre tan despreocupado, Richard —respondió Tatiana, riendo también, pero por dentro se sentía algo nerviosa por su actitud.
A medida que avanzaba la mañana, el profesor entró al aula y comenzó la clase. El examen era lo que todos estaban esperando, y aunque Tatiana estaba concentrada, su mente seguía divagando hacia Richard. Durante la clase, le lanzó miradas furtivas, tratando de captar su atención. Al final de la clase, cuando todos estaban saliendo, Richard se acercó a ella.
—Oye, ¿quieres que estudiemos juntos esta tarde? —preguntó con un tono que sugería que no era una sugerencia, sino más bien una invitación.
—Claro, sería genial —respondió Tatiana, sintiéndose emocionada por pasar tiempo a solas con él.
Esa tarde, Tatiana se preparó con esmero. Se vistió de manera cómoda, pero se aseguró de que su outfit fuera atractivo, con una camiseta ajustada que destacaba su figura, y un pantalón que le quedaba perfectamente. No quería parecer que se había esforzado demasiado, pero tampoco quería decepcionarlo. Se recogió el cabello en una coleta alta y se aplicó un poco de brillo en los labios.
Cuando Richard llegó a su casa, el corazón de Tatiana latía con fuerza. Ella había preparado unas galletas, su manera de hacer que él se sintiera bienvenido. Abrió la puerta con una sonrisa, y él entró, luciendo igual de relajado que siempre, con su estilo desenfadado.
—¿Qué, tienes hambre? —preguntó, apuntando hacia la bandeja de galletas.
—Siempre —respondió Richard, llevándose una a la boca con una expresión de satisfacción.
Pasaron la tarde entre risas y estudios, intercalando momentos de tensión con diálogos divertidos. Tatiana notó cómo Richard se concentraba en ella cada vez más, sus miradas eran profundas, llenas de promesas y complicidad. A medida que la tarde avanzaba, la conversación se tornó más personal.
—¿Sabes? A veces pienso en cómo hemos llegado hasta aquí. Antes era solo un chico malo y tú una niña buena —dijo Richard, jugando con una de las galletas.
—Y ahora somos algo más, ¿no? —respondió Tatiana, sintiendo que la atmósfera se volvía más intensa.
Richard la miró fijamente, como si estuviera sopesando sus palabras.
—Sí, somos algo más. Y a veces me asusta, porque me gusta esto. Me gusta estar contigo —confesó, mientras su mirada se volvía seria.
Tatiana sintió que su corazón se aceleraba. Aquella era la primera vez que él hablaba de sus sentimientos de esa manera. Sin embargo, sabía que también debían hablar de lo que estaba por venir, de su graduación y del futuro.
—Richard, a veces me preocupa que todo esto cambie cuando termine el colegio. —dijo, sintiendo una punzada de ansiedad en su pecho.
—¿Por qué habría de cambiar? Somos lo suficientemente fuertes para manejarlo —respondió él, acercándose un poco más.
Su mirada se intensificó, y el ambiente se llenó de electricidad. Tatiana sintió que el aire entre ellos se tornaba espeso.
—No quiero perderte —murmuró, sintiendo que la vulnerabilidad la invadía.
—No me perderás, Tati. Nunca te perderé —respondió él, su voz baja y tranquilizadora.
Richard se inclinó hacia ella, y en un instante que pareció eterno, sus labios se encontraron en un beso suave y lleno de promesas. Tatiana se sintió envuelta en una burbuja de felicidad y amor, como si todo el mundo a su alrededor se desvaneciera. Era un momento que había esperado, y finalmente lo tenía.
Después del beso, ambos se separaron un poco, sonriendo con complicidad.
—Bueno, ¿quieres seguir estudiando o deberíamos celebrar este beso? —preguntó Richard, guiñándole un ojo.
—Creo que una celebración sería apropiada —respondió Tatiana, sin poder contener la risa.
Pasaron el resto de la tarde entre estudios, besos robados y risas. La conexión que habían forjado se sentía más fuerte que nunca, y Tatiana se dio cuenta de que estaba dispuesta a enfrentar cualquier desafío con Richard a su lado.
La noche llegó y, con ella, la promesa de un futuro juntos. Tatiana se sintió afortunada, sabiendo que había encontrado a alguien que realmente la entendía y la valoraba. Mientras cerraba los ojos esa noche, supo que su amor estaba destinado a florecer aún más, sin importar los obstáculos que pudieran venir.
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THE BAD BOY - Richard Rios
FanfictionUn amor apasionado se enfrenta a la traición, donde cada decisión puede llevar a la reconciliación o a la ruptura.