Mi Big Boy - Km Au

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Jimin, con la voz entrecortada por el dolor y la furia, se separó del abrazo de Jungkook.  Su mente y heridas llenas de odio, se posó en Jihyo, su cuerpo inerte colgado de las cadenas.  Las palabras que acababa de pronunciar resonaban en la habitación, una amenaza que se extendía como una sombra oscura.

Se levantó del suelo, su cuerpo rígido y tenso, y se dirigió hacia el cuerpo de Jungkook, ahora inconsciente.  Lo abrazó con fuerza, su cuerpo temblando, su corazón latiendo con furia.

En ese momento, el padre de Jungkook se acercó a Jimin, sus ojos llenos de lágrimas.  Lo tomó de los hombros, con suavidad, y le acarició la mejilla.  Su mano, llena de amor y compasión, se posó sobre el vientre de Jimin, acariciándolo con delicadeza.

- Gracias por mantenerte fuerte todo este tiempo - susurró el padre de Jungkook al oído de Jimin.  - Y por cuidar de mi primer nieto.  Ustedes son mi felicidad, junto a mi hijo.  Te quiero, Jimin.  Gracias por volver.

El abrazo del padre de Jungkook fue cálido y reconfortante, un bálsamo para el dolor que Jimin sentía.  Pero la furia seguía ardiendo en su interior, una llama que amenazaba con consumirlo.

Jimin se separó del abrazo, su rostro ahora sereno, pero sus ojos ocultaban una oscuridad profunda.  Caminó en silencio hacia el lugar donde tenían a Jihyo, una sonrisa oscura y psicopática se dibujó en sus labios, una sonrisa que contrastaba con la tristeza que había mostrado momentos antes.

En su mente, una frase se repetía con insistencia, como un mantra: - Mata a Jihyo.  Esa perra no puede seguir en nuestro camino.

La furia, el odio, la venganza, lo consumían.  La imagen de Jihyo, torturando a Jungkook, humillándolo, amenazándolo, se repetía en su mente.  La necesidad de venganza, de justicia, lo dominaba por completo.

Jimin se detuvo frente a Jihyo, su cuerpo inerte colgado de las cadenas.  Sus ojos, ahora llenos de odio, se posaron en la cara de la mujer.  La sonrisa oscura se amplió, convirtiéndose en una mueca de satisfacción.

- Esto es por Jungkook - pensó Jimin, su voz fría y despiadada.  - Esto es por todo lo que has hecho.

Con un movimiento rápido, Jimin tomó una de las cadenas que sostenían a Jihyo y la tensó con fuerza.  El cuerpo de la mujer se balanceó en el aire, su rostro contorsionado por el dolor.  Jimin la miró fijamente, su sonrisa oscura y psicopática se extendió aún más.

- Esta es solo la primera parte - pensó Jimin, su voz llena de satisfacción.  -  Te haré pagar por todo lo que has hecho.

La venganza, como una ola oscura, se apoderó de Jimin.  La lucha por la justicia, por la protección de los suyos, se había transformado en una sed de sangre que amenazaba con consumirlo por completo.