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Florencia, la ciudad del arte y la belleza, escondía un lado oscuro, un lado que Jungkook conocía desde que era niño. Su padre, un hombre de mirada fría y movimientos precisos, era el líder de un equipo de francotiradores, un grupo de élite que operaba en la sombra, protegiendo los intereses de la mafia italiana.

Jungkook creció en ese mundo de silencios y secretos, de disparos silenciosos y miradas penetrantes. Desde pequeño, admiró la habilidad de su padre, la precisión con la que manejaba las armas, la frialdad con la que ejecutaba sus misiones.

Su infancia estuvo marcada por la disciplina y la exigencia. Su padre le enseñó a usar las armas desde que tenía siete años, a controlar su respiración, a mantener la calma bajo presión, a ser un asesino silencioso y eficiente.

El amor de su padre era diferente, un amor frío y calculador, que se expresaba en gestos pequeños y palabras escasas. Pero Jungkook lo sentía, lo reconocía en la mirada que le dedicaba su padre, en la preocupación que se reflejaba en sus ojos cuando lo veía entrenar.

Creció en un ambiente amoroso, pero a la vez friolento. Su padre le enseñó a ser fuerte, a no mostrar debilidad, a no confiar en nadie.

A los quince años, Jungkook ya era un francotirador experto, capaz de dar en el blanco desde cientos de metros de distancia. Su padre lo había preparado para ser su sucesor, para liderar el equipo, para seguir sus pasos en el mundo de la mafia.

Jungkook aceptó su destino sin cuestionarlo. No tenía otra opción. Su vida estaba marcada por la violencia, por la muerte, por la lealtad a su padre y a la mafia.

A los dieciocho años, se convirtió en el líder del equipo de francotiradores. Su padre lo había preparado para ese momento, lo había enseñado a ser un líder, a inspirar respeto y miedo a partes iguales.

Jungkook era un líder frío y calculador, un hombre que no dudaba en tomar decisiones difíciles, en sacrificar vidas para proteger los intereses de la mafia.

Pero en el fondo, seguía siendo el niño que admiraba a su padre, el niño que buscaba su aprobación, el niño que anhelaba un amor diferente, un amor cálido y sincero.

La vida de Jungkook en Florencia era un ciclo constante de entrenamiento, misiones y fiestas. Vivía en una mansión imponente, con vistas a la ciudad, rodeado de lujos y comodidades. Pero su corazón siempre estaba en el campo de entrenamiento, en la precisión de sus disparos, en la sensación de poder que le otorgaba su habilidad.

Sus amigos, Eunwoo y León, eran como hermanos para él. Eunwoo, un hombre impulsivo y apasionado, era el líder de la banda de la mafia. León, un tipo tranquilo y estratégico, era el cerebro detrás de las operaciones. Juntos, formaban un equipo inseparable, unidos por la lealtad y la amistad.

Eunwoo, con su encanto irresistible, tenía una novia diferente cada semana. Las fiestas en la mansión eran legendarias, llenas de música, alcohol y mujeres hermosas. Jungkook asistía a esas fiestas, pero nunca se involucró en las relaciones fugaces de su amigo. Él prefería la soledad, la compañía de sus armas y la satisfacción de una misión bien ejecutada.

León, por su parte, mantenía una relación estable con una mujer llamada Isabella. Ella era una mujer inteligente y hermosa, que entendía el mundo oscuro en el que vivía León. Jungkook la apreciaba, la consideraba una amiga, pero nunca se atrevió a acercarse a ella. Sabía que su vida estaba marcada por la violencia, que no podía ofrecerle un futuro estable.

La muerte de su madre, cuando él tenía diez años, lo había marcado profundamente. Ella había sido asesinada durante una operación de la mafia, un acto de violencia que lo había dejado frío y distante. Desde entonces, había aprendido a controlar sus emociones, a no mostrar debilidad, a no dejar que el dolor lo consumiera.

La frialdad que había desarrollado lo había convertido en un asesino eficiente, un líder respetado, pero también en un hombre solitario. La muerte de su madre había dejado un vacío en su corazón que nada podía llenar.

Las fiestas, las mujeres, los amigos, todo eso era solo una fachada, una forma de esconder el dolor que lo carcomía por dentro. Jungkook sabía que su vida estaba marcada por la violencia, que nunca podría escapar de la sombra de la mafia.

Mi Big Boy - Km Au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora