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Jimin, con una sonrisa cruel y despiadada, comenzó a torturar a Jihyo. Su mente se había convertido en un campo de batalla, donde la furia y la venganza se enfrentaban a la compasión y la misericordia. Pero la furia había ganado, y ahora, con una satisfacción enfermiza, se dedicaba a infligir dolor a su enemiga.

Tomó un trozo de vidrio roto del suelo y se lo acercó a Jihyo, presionándolo contra su piel. El vidrio se clavó en su carne, provocando un grito de dolor que resonó en el sótano. Jimin, sin inmutarse, observó la sangre que brotaba de la herida, su sonrisa se amplió.

Luego, tomó una de las cadenas que sostenían a Jihyo y la tensó con fuerza, haciendo que su cuerpo se balanceara en el aire. La mujer gritó, sus ojos llenos de terror, pero Jimin no se detuvo. Continuó tensando la cadena, disfrutando del dolor que le causaba.

Mientras Jimin torturaba a Jihyo, su mente se llenó de imágenes de Jungkook, de su dolor, de su sufrimiento. Cada golpe que infligía a Jihyo era una forma de aliviar el dolor que él mismo sentía, de vengar a su alfa.

Pero justo cuando estaba a punto de seguir con la tortura, una mano fuerte se posó sobre la suya, deteniéndolo en seco. Jimin se giró, encontrándose con la mirada de Jungkook, sus ojos hinchados, su cuerpo débil, pero su mirada llena de determinación.

Jungkook lo abrazó con fuerza, su cuerpo temblando, sus lágrimas mojando la camisa de Jimin. - Jimin, por favor, no- suplicó, su voz llena de dolor. - No lo hagas .

Jimin se quedó inmóvil, su cuerpo rígido, su mente dividida entre la furia y la compasión. Jungkook, sin soltarlo, posó sus manos sobre el vientre de Jimin, acariciándolo con suavidad. - Te amo, Jimin - , susurró, su voz llena de emoción. - Eres mi felicidad. No quiero que te ensucies con esto.

Las palabras de Jungkook fueron un bálsamo para el alma de Jimin. La furia que lo había consumido comenzó a desvanecerse, dejando paso a la compasión y al amor.

Jungkook, con la mirada llena de odio, se separó de Jimin y se dirigió hacia Jihyo. Su cuerpo aún estaba débil, pero su mirada era fría y despiadada. - Yo seguiré con la tortura - , dijo, su voz ronca. - Ella no merece piedad.

Jimin, con el corazón dividido, se unió a Jungkook. Juntos, continuaron torturando a Jihyo, infligiéndole un dolor insoportable. Cada golpe, cada herida, era una forma de vengar a Jungkook, de aliviar el dolor que ambos habían sufrido.

Finalmente, después de horas de tortura, Jihyo dio su último aliento. Su cuerpo se relajó, sus ojos se cerraron, y su rostro dejó de reflejar el dolor.

Jimin y Jungkook se miraron, sus ojos llenos de tristeza y de alivio. La batalla había terminado, pero la cicatriz del dolor y la venganza se quedaría grabada en sus almas para siempre.

Mi Big Boy - Km Au Donde viven las historias. Descúbrelo ahora