Capítulo 50

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*contiene escenas fuertes*

Silvia siguió con lo que había empezado, sacó su lengua y se inclinó para poder saborear el pecho de Ger.

-GER: me matas princesa

Murmuró con una voz agitada pero quería tomar la posición del juego, entonces decidió tomar la mano de ella para llevarla hacia la cama, la acostó ahí, y lentamente con una mano comenzó a levantar su vestido mientras que con la otra mano acariciaba sus piernas.
-SILV: Ger... (Protestó muriéndose de placer)
-GER: Shhh...Déjame hacerlo.

Silvia ni tuvo tiempo de responder cuando Gerardo ya había retirado su braga y sin pensarlo, se inclinó para seguir explorando su sexo lamiéndolo con mucha pasión y cuidado.

Incendiada de placer Silvia empezó a acariciar su cabeza algo fuerte mientras intentaba cerrar sus piernas de la tensión pero él se apartó de ella bajándole la ropa y la obligó a levantarse
-SILV: ¿Es en serio? ¿Por qué te detuviste?

Gerardo con una sonrisa perversa, la cuál Silvia entendió perfectamente, la desnudó por completo y la puso en frente de un espejo muy hermoso y grande que había en la habitación y por atrás rodeaba su cintura con sus brazos, un abrazo lleno de cariño y amor, Silvia muy atenta bajo la mira pero él levantó su barbilla para obligar que el reflejo de sus miradas se encontraran y murmuró.
-GE: Te amo tanto.

La mirada de Silvia estaba brillada de emoción.

-SILV: oh Ger, yo también te amo, muy, muy fuerte.
Silvia giró para besarlo mientras que con sus manos desbrochaba su pantalón hasta quitarlo junto al calzoncillo dejándolo completamente desnudo.
-SILV: eres tan bello...

Gerardo arqueo una ceja
-GER: ¿estás segura? ¿Qué parte de mi cuerpo te gusta más?
-SILV: definitivamente, tengo una debilidad por tus brazos (Sonrío muy segura)

Gerardo otra vez la giró poniéndola frente al espejo y le susurró
-GER: tú también eres muy pero inexplicablemente bella Silvia.

Silvia se estremeció al sentir la erección de él contra su trasero
-GER: adoro tus senos (susurraba mientras los acariciaba) mírate en el espejo, mira cómo eres tan preciosa.
-SILV: oh...
-GER: ¿Te gusta esto?
-SILV: pero Ger... (Murmuró intentando controlar su respiración)

Gerardo abandonó sus senos para acariciarle el vientre, la cadera, la parte superior del muslo... Silvia otra vez bajo su mirada pero Ger tomó su barbilla para subirla mientras le susurraba
-GER: Deja de bajar tus ojos, quiero leer tus placeres a través del espejo.

Pero Silvia giro a sus brazos para mirarlo fijamente

-SILV: Ger, ya, deja de torturarme, son demasiadas las ganas que yo te tengo en este momento.

Con un suspiro de falta de satisfacción, él la llevo a la cama y la acostó para después acostarse encima de ella.
-SILV: Ahora... (Suplicaba otra vez mientras abría sus piernas)
-GER: no tan pronto amor.

Gerardo quería hacer de esa noche, una noche inexplicable, conducirla al último límite de su placer, a ese placer que era la dulzura del cielo. Silvia no protestó, le dejo hacer lo que quería y él con una sonrisa perversa no dejaba de besarla, se apoyó sobre un codo y dibujo con su lengua un camino desde su boca hasta sus senos.

-GER: ¿Ya te había dicho que amo tus senos?
-SILV: sí (Contestó con cierta desesperación aunque no dejaba de gemir como una gata)

Ger se inclinó para atrapar uno de sus senos con su boca lamiéndolo y después el otro y así disfrutando sus pezones.

Cada vez Silvia sentía un placer más intenso el cual ya no podía controlar.
De repente Gerardo se detuvo, Silvia lo miró con una mirada confusa.
-SILV: ¿Me vuelves loca de placer y dejaste todo en pleno camino? ¿Por qué eres tan cruel?
-GER: nunca te haría eso princesa.
-SILV: entonces, sigue sin detenerte.

Ger besaba todo su cuerpo con una pasión inigualable, ella con los ojos cerrados disfrutaba cada beso y sus gemidos eran cada vez más fuertes, sin pensarlo él la penetro con una profunda sensación, un grito de alivio le salió a Silvia.
-SILV: sí, oh sí Ger...
-GER: te amo Sil, te amo (no le dejaba de murmurar a cada movimiento de cadera)
-SILV: Yo también Ger, yo también.

El placer les llevó al unísono, tal como una sola alma llegaron al más grande y hermoso orgasmo.

Inmóvil, Gerardo no podía aparentarse de Silvia.
-SILV: te amo tanto.
-GER: dices esto porque te hice gritar de placer (Bromeaba y se apartó de ella para acostarse a su lado)
-SILV: ah sí, ¿Entonces, se acabó? (Le echó una mirada provocadora)
-GER: tú lo que quieres es mi muerte.

Le contestó entre carcajadas pero no quería dejarla insatisfecha, subió encima de ella para comerla a besos y hacerle otra vez el amor, esa noche llegaron a muchos orgasmos, gozaron con mucho placer, ternura y confianza hasta que poco a poco muy satisfechos, exhaustos y abrazados, se quedaron completamente dormidos.

Atrévete a querermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora